En la aviación no puede haber lugar para la improvisación. Quizá sí a la toma de decisiones rápidas y temerarias ante un incidente o emergencia pero nunca improvisadas o superficiales. Siempre se debe estar preparado —en la medida de los posible—.
La aviación es un ecosistema. Una disrupción en ella genera efectos en cadena que ponen en evidencia lo sensible de una industria que sirve de forma colateral a muchas otras. Por ello, en la aviación, como en ninguna otra actividad se debe planear, ejecutar, controlar y dirigir con cuidado de todos los detalles y en cumplimiento de todos los estándares.
Es por ello que el trasfondo safety & security exige la actividad se traduce en capacitación, certificaciones, permisos, concesiones, inspecciones y actualizaciones fruto de un monitoreo constante tanto de directivos de empresas operadoras como de autoridades de aviación.
Un reciente ejemplo es lo ocurrido con Boeing y el programa de los aviones MAX y su problema con el software Maneuvering Characteristics Augmentation System (MCAS) que ya ha costado la vida a muchas personas y ha originado pérdidas tanto al fabricante como a las aerolíneas que tienen ese tipo de equipo dentro de su flota.
Así pues, las capacidades administrativas, técnicas, legales y financieras son un mínimo requerimiento si se quiere incursionar y sobrevivir en el mundo de la aviación, donde los riesgos son grandes. Sin embargo, la nobleza de la aviación queda fuera de toda duda; los beneficios que produce tanto a las personas como a los negocios y al turismo están a la vista de todos. De igual manera, lo ruin y grotesco de la corrupción y ligereza o descuido en alguno de sus procesos carga la conciencia de los responsables. (No sé por qué pero cuando pienso en esto se me viene a la cabeza el accidente del vuelo CU 972 de Cubana de Aviación del 18 de mayo de 2018. La aeronave era arrendada a la empresa mexicana Global Air. La matrícula es XA-UHZ).
La aviación no sólo ayuda a transportar personas, intercambiar bienes y servicios, y a mejorar procesos. Mejorando el comercio, las relaciones humanas y por tanto la calidad de vida de muchos, incluidos los que nunca se han subido a un avión.
Así, el contexto lleva a entender porqué la aviación es un corolario de técnica, norma y economía (si entendemos por economía la ciencia que nos lleva al correcto aprovechamiento de los recursos para generar bienestar social). Es por ello que los políticos deben de evitar todo asomo de ligereza y superficialidad con relación a la toma de decisiones y la elaboración de políticas públicas en temas de aviación. Por más justificaciones o ulteriores motivos que existan en otros ámbitos relacionados con el tomador de decisiones, jugar con la aviación es jugar con dos tiempos para el desarrollo y bienestar: el presente y el futuro. Y si se hace esto, el precio a pagar siempre resulta demasiado alto. Me canso ganso.
La semana que entra es la Famex 2019, esperemos el evento resulte ilustrador y un rescues Ivo para volver a soñar con una aviación próspera y grande para México.
Twitter: @rsotomorales
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