En los últimos días han proliferado las noticias sobre los efectos que las turbulencias severas han tenido en vuelos de diversas aerolíneas. La noticia más difundida fue la del vuelo SQ321 de Singapore Airlines que cubría la ruta Londres-Heathrow – Singapur-Changi, donde resultaron heridos más de 100 pasajeros y hubo que lamentar el fallecimiento de un británico de 73 años, quien aparentemente murió como resultado de un infarto relacionado con el evento.
Las turbulencias suelen ser un fenómeno normal cuando las aeronaves cruzan racimos de nubes o cuando hay tormentas eléctricas en épocas de lluvia. Sin embargo, éstas suelen ser pasajeras, muy predecibles y no causan mayores contratiempos. Caso contrario es la llamada “turbulencia en aire claro”, ya que se trata de una sacudida imprevista para la que casi nadie, ni los pilotos, se han preparado.
De acuerdo con los expertos, de este tipo de turbulencia en aire claro hay dos modalidades: la mecánica y la térmica, la primera causada por la cizalla de viento vertical que interrumpe el flujo del aire horizontal que sustenta el avión. La térmica se produce más bien con las llamadas corrientes de chorro, cuando el aire caliente asciende y puede ser moderada o severa.
Estas turbulencias son tan repentinas como violentas, suelen ocurrir a alturas de 36 mil pies o más y son las que causan más daño a los aviones y a los pasajeros, en particular porque como no son fácilmente detectables no existe el aviso desde la cabina de pilotos para que los viajeros se ajusten los cinturones de seguridad y las personas pueden estar de pie, en el baño o tomando café, lo cual tiene repercusiones pues pueden causar heridas desde leves hasta graves. En el avión de Singapore hubo varios pasajeros con daños en la columna vertebral y muchos se golpearon contra los compartimentos de equipaje arriba de los asientos.
Pese a que aún son bastante indetectables estos fenómenos, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) tiene una plataforma de detección de turbulencias (la IATA Turbulence Aware), que está al servicio de las aerolíneas miembro. En febrero pasado había 21 aerolíneas suscritas a la plataforma, la cual se hizo en combinación con The Weather Company para reunir datos y a través de herramientas de Inteligencia arrojar a los tripulantes, controladores, despachadores y otros técnicos de aviación, alertar de las zonas donde se pueden presentar estos fenómenos para evitarlos.
Una de las formas como las aeronaves pueden paliar los efectos adversos es disminuyendo la velocidad, pero sobre todo advirtiendo a los pasajeros que ajusten sus cinturones y evitar servir bebidas calientes o comida, entre otras medidas. Asimismo, informar a los servicios de tránsito aéreo puede ayudar a que otras aeronaves tomen mayores precauciones al pasar por estas zonas.
Por otra parte, sin embargo, se ha descubierto que el cambio climático tiene un efecto directo en el incremento de estos fenómenos ya que el aumento de temperaturas a esas altitudes afecta directamente las corrientes de chorro. Según estudios académicos entre 1979 y 2020 las turbulencias en aire claro se incrementaron en 55% en la zona del Atlántico Norte y se espera que en el Pacífico sur suceda un efecto semejante. En todo caso, más vale viajar con el cinturón bien ajustado. E-mail: raviles0829@gmail.com
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