En la mañanera del jueves pasado, el presidente de la República dijo que desde el 2022 hubo un acuerdo con las aerolíneas para reducir operaciones en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Se refería a la sesión del Comité de Operaciones y Horarios del aeropuerto capitalino, donde participan todas las aerolíneas y las autoridades en la materia, en donde -efectivamente- se acató la decisión de reducir de 61 operaciones por hora (parámetro aceptado desde hace 20 años para el AICM con base en estudios técnicos de capacidad de pista, criterios OACI) para dejar únicamente 52 operaciones por hora de manera temporal, se dijo, en lo que se hacían trabajos de remodelación y reestructuración en la Terminal 2.
Esta disposición se fue adoptando para tener plena vigencia en la temporada de verano de 2023 (es decir, la que inició a fines de marzo pasado), y es que, como lo explica acertadamente el director del AICM, muchos operadores no utilizaban sus slots asignados, sino que echaban mano de slots de horarios nocturnos o de madrugada, para ejercerlos en horas pico, con el agravante de que los vuelos se comercializaban así. Sin duda fue difícil meter orden, pero de que el número de operaciones se redujo no cabe la menor duda: de 61 máximo por hora a 52 y para eso están la autoridades del AICM, de Seneam y de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC).
Aclaremos que la resolución adoptada hablaba de número de operaciones no de número de pasajeros. Por ello, llamó la atención que el presidente dijera que “habían hablado con las aerolíneas y había un compromiso para que bajaran el número de operaciones” -lo cual ocurrió y para eso está la autoridad, para vigilar que suceda-. Lo interesante es que luego dice que “en lugar de bajarlas (las operaciones) las incrementaron” y enseguida se refiere a los vuelos que las aerolíneas se comprometieron a operar en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) que, según él no ocurrió: “me habían engañado”, se lamentó.
Aparentemente hay aquí dos problemas: por un lado, nadie le informó al presidente que el número de operaciones por hora en el AICM no se incrementó por encima de las 52 que se decidieron, lo que creció fue el número de pasajeros. Este es el verdadero problema a remediar y habría que analizar cómo, de forma consensada y con criterios técnicos.
En segundo lugar, las tres aerolíneas troncales mexicanas tienen vuelos en el AIFA desde que se inauguró en marzo de 2022. Aeroméxico, incluso, logró tener uno a Houston con la anuencia de las autoridades de Estados Unidos, pese a que la autoridad aeronáutica del país sigue en Categoría 2.
Entonces: ¿quién engañó al presidente? ¿Las aerolíneas? Estas no deciden cuántas operaciones realizar, sino que se ajustan a la normatividad y esto ocurrió sí o sí, pues de otra forma habrían sido sancionadas por la AFAC o no se les hubiera dado el servicio en el AICM.
En el teléfono descompuesto de tres autoridades distintas y divergentes (Sedena, Marina y la SICT) que se disputan el mando en la aviación, es muy posible que al presidente lo hayan “tarjeteado” mal. Lo que sí urge es una política de Estado en aviación. E-mail: raviles0829@gmail.com
“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”
Facebook comments