Nunca en la historia de la aviación mexicana el sector transporte aéreo había sido objeto de tanta atención por parte de los medios de comunicación y del público en general.
Tristemente, la razón de esta nueva perspectiva no es que la industria esté creciendo a niveles nunca imaginados o que seamos noticia por nuestros logros y crecimiento. La razón es más prosaica y preocupante: casi cada semana hay una noticia inquietante sobre los planes gubernamentales para forzar los andamios que apuntalan a la industria nacional, lo que la pone en serio riesgo de desplome.
El primer anuncio que dio la pauta fue la cancelación de Texcoco para ser sustituido por el proyecto más peregrino de los muchos que pasaron por los escritorios de los funcionarios del sector en 50 años: convertir a la base aérea militar de Santa Lucía en un aeropuerto complementario al de la Ciudad de México. A partir de ahí, ha pasado de todo:
¿Cómo calificar ideas como la de abrir los cielos mexicanos al cabotaje selectivo y unilateral, sólo para lograr que un aeropuerto que no ha cumplido un año de inaugurado se llene de vuelos y -supuestamente- de pasajeros? Creer en que eso es verdad y sacrificar a nuestra industria y nuestros trabajadores, proveedores y toda la cadena productiva que tiene el sector en el país, únicamente para llenar de vuelos un aeropuerto, es como querer matar un mosquito con una bazuca. El mosquito puede no morir, pero la destrucción que se provocará será incalculable. ¿De veras alguien en su sano juicio cree que una medida como esta vale la pena?
Tal vez algunos empresarios extranjeros del sector aéreo supongan que ganan algo a corto plazo, pero la verdad es que todos, hasta esos pretendidos ganadores, perderemos.
Ningún país del mundo abre sus cielos y menos a cambio de nada. ¿Alguno de los asesores del gobierno se ha preguntado por qué el transporte aéreo se cuece aparte? ¿Por qué nunca ha sido incluido en los tratados de libre comercio o de inversiones?
Es más, tan fácil que es asomarse al negocio de los Cruceros turísticos de pasajeros. Este ejemplo es el mejor que se puede considerar para un caso de cabotaje: desde que se decidió a nivel mundial desregular este sector de turismo marítimo, los barcos adquieren banderas de conveniencia (casi siempre en Centroamérica) y con ello andan en cada puerto de cada país recogiendo personas y atracando en los muelles de donde hay más facilidades para esta actividad. ¿Cuántos cruceros tienen bandera mexicana y dejan sus divisas en México? Ninguno. ¿Qué ganamos con el turismo de crucero? Que cada tanto pasen a nuestros puertos un grupo de turistas, que puede que gasten algunos dólares y promuevan algo del empleo residual del sector turístico, porque ni se hospedan en hoteles dentro del pais, ni pagan impuestos en México ni crean empleos permanentes.
¿Tendríamos que llegar a ese extremo para entender que la aviación es estratégica y prioritaria? ¿Eso es lo que queremos de nuestra aviación? Por favor: ¡que alguien le explique el presidente!
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio. E-mail: raviles0829@gmail.com
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