En las últimas semanas, la infraestructura aeroportuaria de la Zona Metropolitana del Valle de México ha generado una ola de información, declaraciones políticas y opiniones en medios de comunicación.
Como centro, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), su interacción en el espacio aéreo, la seguridad operacional y la facilidad -o no- de los pasajeros para acceder a la nueva infraestructura.
El incidente del sábado 7 de mayo en el aeropuerto capitalino, donde una aeronave de Volaris fue autorizada para aterrizar, pero de último momento el piloto abortó la maniobra al darse cuenta que había otro avión en posición de despegue en la misma pista, quedó grabado y se subió a las redes, lo que constituyó la evidencia de lo que, por lo menos desde hace un año, especialistas y controladores venían advirtiendo: la introducción del rediseño del espacio aéreo se hizo al vapor, los controladores trabajan en condiciones inadecuadas, bajo presión, amedrentamiento y fatiga, y la supuesta saturación del AICM se está usando para incrementar los vuelos al AIFA.
Hasta las autoridades actuales han reconocido que la causa de este incidente está ligada a factores que no se consideraron, es decir, las cosas se hicieron siguiendo una lógica política, sin análisis y ensayos suficientes, sin la capacitación indispensable y denostando la voz de los expertos.
Mucho se cuestiona si el AICM realmente es inseguro y si está saturado o se aprovechan sus deficiencias para negociar con las aerolíneas su traslado de operaciones al AIFA. No hay duda que urge una reestructura a fondo de las terminales del AICM; sin embargo, también es un hecho que ha operado de forma segura con muchas más operaciones que las que registra ahora.
Por las declaraciones que han vertido diversas autoridades, sabemos que la decisión del Estado es distribuir los vuelos de la ZMVM entre cinco aeropuertos: AICM, Toluca, Puebla, Cuernavaca y el Felipe Ángeles.
Es decir, la idea es aprovechar toda la infraestructura que durante años se construyó alrededor de la zona metropolitana, para distribuir en esta especie de constelación todo el tráfico aéreo que estaba destinada a un hub (centro concentrador y distribuidor de aeronaves) en el fallido aeropuerto de Texcoco.
La idea no es descabellada pero -como siempre- se pone la carreta delante de los bueyes: ¿dónde está la infraestructura de conectividad terrestre, dónde los planes de desarrollo urbano que acompañan a cada terminal aérea, dónde la política pública que cobije y promocione, que le dé vocación a cada una? Es decir: ¿dónde está la recoría del Estado con visión de largo plazo?
Nunca se dirá lo suficientemente fuerte: un aeropuerto civil no existe sin aerolíneas, una aerolínea no existe sin pasajeros y un aeropuerto o una zona de desarrollo no conectada vía terrestre se muere sola.
A pesar de todo y tal vez con ánimo de apoyar a esta administración, en días pasados Aeroméxico y Viva Aerobus anunciaron un incremento de operaciones desde y hacia el AIFA, aunque no será ahora sino en agosto y julio, respectivamente. A ver.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
E-mail: raviles0829@gmail.com
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