Uno de los grandes desafíos de la aviación en los siguientes años será el ir acoplándose a la nueva tecnología limpia que produzca si no cero emisiones (que sería lo óptimo), al menos la menor cantidad de CO2, para contribuir a limpiar el planeta y a apoyar en la lucha contra el cambio climático.
Antes de la pandemia, uno de los principales riesgos que enfrentaba el sector aéreo era justamente el movimiento que se estaba gestando en Europa en contra de los vuelos comerciales, debido a las emisiones de carbono. Hoy en día la prioridad es la sobrevivencia de las aerolíneas, pero al mismo tiempo hay una decisión de las armadoras, las aerolíneas y los gobiernos, de utilizar esta coyuntura para llevar al transporte aéreo a una era de sustentabilidad que lo segregue de las industrias contaminantes.
Pero el asunto no es fácil, ni barato, ni inmediato. Hará falta mucha voluntad política para lograr que las aeronaves transiten hacia esquemas más limpios de propulsión aunque ya se está trabajando en ello a marchas forzadas.
Por lo pronto, existe un movimiento, lidereado por el World Economic Forum (WEF) para desarrollar combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés) y que varias aerolíneas están abanderando con objeto de aprovechar cada día más los biocombustibles que ya se fabrican en el mundo, a pesar de que su costo es superior al de la turbosina procedente del petróleo.
Aunque el reto para las armadoras es enorme, lo están asumiendo con mucho arrojo. Por ejemplo, Boeing se comprometió a que en 2030 (dentro e 9 años) todos sus aviones comerciales puedan y estén certificados para volar con un 100% de combustible sostenible. Airbus fue más allá, ya que anunció que trabaja en 3 modelos de aeronave impulsados por hidrógeno y que estarán disponibles en el 2035.
Por ahora, la fabricante europea empezará por incluir baterías de hidrógeno que serán utilizadas sólo en el momento del despegue como un complemento para las turbinas, pero sus tres prototipos de emisiones cero (ZEROe), que utilizan hidrógeno como fuente primaria ya están en desarrollo: un turbofán de entre 120 y 200 pasajeros con alcance de 2,000 Millas Náuticas de un solo pasillo; un turbohélice, para 100 pasajeros de transporte regional y un cuerpo “ala mixta” de hasta 200 pasajeros, de fuselaje ancho. Todos ellos están aún en experimentación.
Por ahora, lo más avanzado son los SAF, pero utilizando una mezcla de turbosina tradicional con biocombustible aunque cada vez se tiende a utilizar menor cantidad de componente fósil. En 2018 se usaron 17 millones de este combustible entre más de 430 mil millones de litros de turbosina tradicional, pero poco a poco las aerolíneas se van sumando. American Airlines es una de las empresas más comprometidas con ello y anunció que usará 9 millones de combustible sustentable en los siguientes 3 años, en tanto que KLM informó que utilizará 100 millones de litros por año en los siguientes 10 años.
En este momento, las ayudas de la Unión Europea y del Reino Unido para las aerolíneas están buscando que se incentive el uso de SAF, aunque por el momento no sea el único combustible en uso, todos en busca de un futuro más limpio.
E-mail: raviles0829@gmail.com
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