Hay vidas especialmente ricas y enriquecedoras, que dejan huella por donde pasan y que transforman a otras personas, instituciones e incluso países, gracias a su visión y en especial, a la pasión que le imprimen a las luchas por las que trabajan. Este es el caso del Capitán Armando Victoria Galván, uno de los forjadores de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA de México), quien acaba de emprender su último vuelo el sábado pasado.
En “El Despertar de las Aguilas”, la biografía más amplia de la fundación de ASPA, que fue escrita por el Cap. Francisco Tarazona, se menciona con especial énfasis a Victoria como alguien que fue particularmente importante en dar seguimiento a la labor de los fundadores. Era parte de esa “segunda fila” de la Directiva de ASPA que después “saltó a la palestra, donde mantuvo en alto con indiscutible categoría los colores indelebles de ASPA de México… su línea de fe ha sido el portavoz de su clarificada conciencia sindicalista”, lo describe Tarazona.
Y sí, la labor fundacional de los 4 magníficos, como se les conoce a Fabre, Tarazona, Farell y Ballina, los dirigentes que crearon ASPA en 1958/59 y le imprimieron el ADN que hizo de este sindicato una rareza en la constelación laboral de este país, pero que no podría haber sobrevivido sin esa segunda fila que tomó la estafeta y que, con su actuación, rindió homenaje a la visión del grupo fundador.
En su vida pública Victoria tuvo dos pasiones: la aviación y el sindicalismo. En ambas descollaría, ya fuera como líder de los pilotos o como director Técnico y de Operaciones de su empresa, Aeronaves de México, en donde incluso tuvo la oportunidad de comandar un avión que trasladó al Papa, según solía comentar, tanto como los 4 accidentes de los que salió ileso o las muchas vicisitudes como dirigente obrero que abonó muchísimo a la creación de una estructura singular para el transporte aéreo mexicano.
Bajo el liderazgo de Andrés Fabre y de la mano del laboralista Luis Felipe Martínez Mezquida, Victoria participó en la iniciativa para incluir en la Ley Federal del Trabajo el Capítulo de Tripulaciones Aeronáuticas, lo que permitió a los pilotos contar con un marco normativo que garantizara la seguridad operacional. También participó en la creación de Aeropuertos y Servicios Auxiliares.
Bajo su liderazgo nació la Caja de Jubilaciones y Retiros, un mecanismo realmente innovador que funcionó durante varios años para la gestión de las pensiones de los tripulantes; también se libraron importantes batallas para hacer de la seguridad aérea una prioridad y la salud e integridad de los tripulantes una labor compartida con las aerolíneas.
Durante sus tres gestiones como Secretario General (ninguna consecutiva de acuerdo a los estatutos de la asociación), Victoria forjó un liderazgo que no estuvo exento de problemas y desaveniencias, pero que le permitió a ASPA transitar por aquellos parajes del sindicalismo corporativista de los 60 y 70’s, con una transparencia y una limpieza democrática única, al tiempo que mantenía un protagonismo fresco y retador en el movimiento obrero, en cuyo seno también se destacó como presidente del Congreso del Trabajo.
El mejor homenaje a un hombre así, es mantener su legado. Hoy, ASPA lo necesita frente a la aguda crisis aérea. E-mail: raviles0829@gmail.com
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