A dos meses de que el Reino Unido deje de formar parte de la Unión Europea, las aerolíneas españolas y británicas que le apostaron todo a la apertura comercial y a la filosofía comunitaria, están en un serio riesgo de enfrentar problemas legales y, en el caso de la industria aeronáutica, de que las inversiones huyan de la otrora boyante economía británica.
Justamente esta tarde, el Parlamento de UK votará si acepta o no el “plan B” de Theresa May para tener un divorcio amistoso. En caso contrario, el rompimiento puede terminar en desastre. Se habla, incluso, de la posibilidad de repetir el referéndum o de la renuncia de May. En cualquier caso, las aerolíneas como Iberia, Birtish Airways, Air Lingus, Vueling y Level, todas parte del Grupo Internacional de Aviación (IAG por sus siglas en inglés) y las de bajo costo easyJet y Ryanair, tendrán que buscar arreglos rápidos para que en dos meses logren estructurar su nueva forma de trabajar.
La Unión Europea ya le ha advertido a Iberia y Vueling que sus composiciones accionarias (hoy en manos de IAG) deben cambiar para que el 51% de su capital sea comunitario, lo que le permitirá conservar sus derechos de rutas y frecuencias en el mercado domésitco y europeo.
El reto no es menor. Vueling conecta con 25 destinos españoles y transporta casi 25 millones de pasajeros anuales. Si su capital no se vuelve decididamente comunitario este segmento sufrirá, lo mismo que los 14.5 millones de pasjaerros que transportan Iberia e Iberia Express cada año. Como en todo divorcio, los hijos consentidos de Europa unida, como IAG, están resultando los más afectados.
IAG es una empresa que nació de la fusión de Iberia y su filial Vueling con British Airways en 2011. Sus principales accionistas son Qatar Airways, Capital Group y BlackRock (ambas estadounidenses), así como Standard Life Aberdeen. Esto implica que la Unión Europea la considere “extracomunitaria”, pues aunque los derechos de voto de Iberia también son en un 50.01% de Garanair que pertenece a El Corte Inglés, según Bruselas no es suficiente para que la aerolínea de bandera de España conserve sus derechos en las rutas europeas y domésticas.
Tanto easyJet como Ryanair deben también negociar con los gobiernos en proceso de ruptura para mantener los pies en ambos mundos, aunque Ryanair ya tiene una filial y derechos de tráfico garantizados en UK. Es precisamente en ese mercado y España donde se dará la batalla que defina lo que el Brexit significará para el tráfico aéreo, pues Vueling y Ryanair son las principales aerolíneas en el transporte de pasajeros de bajo costo, que es el que más ha crecido en los últimos años en Europa.
Así como la integración impulsó ampliamente el turismo y el comercio de mercancías por esta vía así como la inversión, uno de los grandes perdedores del Brexit será la aviación europea, a partir del 29 de marzo cuando se materialice el acuerdo final.
Otro problema es la industria aeronáutica. El gigante Airbus advirtió recientemente que si no hay un acuerdo amistoso que permita matener la proveeduría de las alas de los aviones de esta armadora, las cuales se hacen desde hace años en la planta cercana a Manchester, Airbus encontrará otro país que esté dispuesto a negociar las mejores condiciones para albergar esta parte de la construcción de aviones.
Reino Unido tiene 15 mil trabajadores orientados a la proveeduría de Airbus, alrededor del 10 por ciento de la planta total de empleados. Lo peor es que en vistas del rompimiento ya hay varios países, comunitarios y no, que están ajustando sus capacidades para reemplazar a los británicos. Sin duda, uno de los momentos más críticos para Reino Unido, cuando se enfrenten al verdadero significado del Brexit.
Lo oí en 123.45: Seguimos esperando noticias de Mexicana. E-mail: raviles0829@gmail.com
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