Mucho se ha discutido, algunos con verdadero enojo, acerca del costo de la Tarifa de Uso de Aeropuerto, la famosa TUA, antiguamente llamada DUA, pues los aeropuertos eran todos de propiedad federal y por lo tanto este cobro era un “derecho” que cobraba el Estado para con ello hacer frente a los gastos que requería el mantenimiento de las terminales aéreas.
La TUA sirvió muchísimo a la hora de hacer la valuación de activos de los aeropuertos durante el proceso de privatización de los noventas. Calcular los ingresos que tendrían los concesionarios por el manejo de los paquetes aeroportuarios, le permitió al gobierno contar con una variable segura sobre la cual se hicieron las licitaciones de los 3 grupos que se privatizaron entonces: ASUR, Centro Norte y Pacífico.
El último grupo, el que no se privatizó, era el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), el cual no tuvo verdadera personalidad jurídica hasta hace unos años para poder hacerse cargo de la construcción del Nuevo Aeropuerto (NAIM), pero no de la operación del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
La administración de esta terminal se quedó con el mismo estatus de siempre, aunque sus recursos son utilizados tanto para dar mantenimiento a la actual infraestructura, como para hacer frente a las obligaciones crediticias que permitieron, primero, construir la T2 y ahora el Nuevo Aeropuerto.
El cobro de la TUA saltó a la palestra en estos días porque el que se refiere a los viajes internacionales tuvo un incremento mayor que el usual. Mientras la TUA nacional subió un poquito más del 2 por ciento, el internacional se elevó más allá del 20 por ciento para quedar en 44.07 dólares. Esto quiere decir dos cosas: la primera es que se requieren muchos recursos para mantener este aeropuerto (no olvidemos que la T2 tiene problemas estructurales que se agudizaron con el sismo del 19 de septiembre) y la segunda es que este recurso refuerza el respaldo sobre los bonos que se han colocado para construir el NAIM.
Lejos de ver mal esta postura, hay que analizar con rigor lo que implica. Se ha dicho que lo que se va a gastar en la construcción del nuevo aeropuerto es mucho y que ese dinero podría servir para construir hospitales, escuelas y otras obras “populares”.
Por una parte, el decir que el monto “es mucho” en realidad no dice nada. Un presupuesto se mide por la relación costo/beneficio. Si la cantidad X va a generar beneficios superiores y consistentes en el largo plazo, entonces será una buena inversión. Y por otro lado existe lo que los economistas llaman “costo de oportunidad”, es decir, qué tan caro es no tener este bien. No hay nada más caro que lo que no se tiene, carecer de una infraestructura suficiente y que permita crecer en el largo plazo es mucho más eficiente que no tenerla o que estar parchando las necesidades urgentes con proyectitos “baratos” de corta vida y muchas complicaciones (como sería las dos pistas de Santa Lucía).
Pero aún más: es mentira que el dinero procedente de la TUA destinado a la construcción del Nuevo Aeropuerto se pueda destinar a construir escuelas, hospitales, centros comunitarios, etc. El dinero procedente de la TUA tiene un destino específico: la infraestructura aeroportuaria.
Y finalmente, ¿no es mucho más congruente, eficiente y justo que sean los usuarios del aeropuerto los que con sus aportaciones paguen el mantenimiento del actual y una nueva terminal que les va a servir a ellos para tener mejores servicios? Sin duda que las campañas hacen decir muchas tonterías, pero es hora de aterrizar.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
E-mail: raviles0829@gmail.com; twitter: @charoaviles
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