Es un tópico común hablar de la seguridad en el transporte aéreo como un ejemplo a seguir. El transporte aéreo es no sólo el más seguro del mundo, sino que viajar en avión es más seguro aún que estar en casa. Pero esta condición tiene sus razones y es necesario que para mantener el nivel –especialmente en tiempos difíciles- se refuercen los pilares que lo apuntalan.
Uno de ellos es la investigación de accidentes de aviación. Las mejoras en los procesos de diseño, fabricación, operación, adiestramiento, prevención de fatiga, etc., son producto de la investigación de los incidentes y accidentes ocurridos en el pasado. La documentación y justificación de esos hallazgos, que mostraron fallas y documentaron las causas probables y los factores contribuyentes en los accidentes analizados, han servido para hacer recomendaciones de observancia general.
Estas recomendaciones, a lo largo de los últimos cien años, han logrado crear un sistema que, si bien no es perfecto, sí es de un altísimo grado de prevención de riesgos. Lo más importante es que los investigadores de accidentes cuenten con la formación, la experiencia, los elementos técnico-científicos, las reglamentaciones y el marco operativo más institucional posible, para que su labor sea respaldada y sus resultados contribuyan a robustecer este inmenso edificio que es la normatividad y operatividad del transporte aéreo.
En México hemos tenido la fortuna de contar con tradición en la investigación de accidentes. Muchos de los investigadores han sido voluntarios, pues se trata de profesionales que tienen trabajo y a su vez participan en organismos como los Colegios de Pilotos, Controladores e Ingenieros o en agrupaciones como ASPA de México.
Sin embargo, ahora es necesario dar un paso más en la profesionalización de esta actividad, ya que el área de Investigación de accidentes tiene pocos recursos económicos y no existen ya muchos peritos de esta especialidad. Otra arista a desarrollar es la cultura de la prevención de riesgos, donde se incluye también la normatividad para los procedimientos de medición de fatiga y de sistemas de manejo de la seguridad.
En ese sentido, es muy encomiable la labor que está realizando el Centro Internacional de Instrucción de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (CIIASA), que lleva el nombre de Roberto Kobeh González, pues justo ayer mismo iniciaron los trabajos del curso básico de Investigación de Accidentes Aéreos en sus aulas.
La labor que está realizando ASA, que encabeza Alfonso Sarabia de la Garza, en materia de educación técnica aeronáutica, representa un punto de inflexión respecto a lo que estaba sucediendo con este tema. Recordemos que en el pasado México contaba con el Centro de Adiestramiento de Aviación Civil (CIAAC), alguna vez auspiciado por la OACI, el cual fue prácticamente abandonado a su suerte durante varios años. Esperemos que ahora se sume al esfuerzo de ASA.
Hoy, la tendencia negativa puede empezar a revertirse gracias a este tipo de iniciativas. En este caso, Claudio Arellano, director de Investigación e Instrucción de ASA ha impulsado este y otros cursos y está ampliando la oferta que en el futuro puede convertir al CIIASA Ing. Roberto Kobeh, en un referente no sólo a nivel regional sino mundial. Recordemos que en sus instalaciones tenemos ya el centro de entrenamiento para pilotos de Airbus, recién inaugurado.
Este curso en particular cuenta con la colaboración del Instituto Centroamericano de Capacitación Aeronáutica y el instructor es Héctor Casanova, un prestigiado y experimentado investigador de accidentes y prevención, formado en la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de los Estados Unidos (NTSB). Nuestros mejores augurios para este ciclo que inició ayer.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
E-mail: raviles0829@gmail.com
Twitter: @charoaviles
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