Hace unos veinte años, la entonces Comisión Federal de Competencia (Cofeco, hoy Cofece) emitió una resolución para impedir que las empresas aéreas troncales del Estado mexicano, Aeroméxico y Mexicana, se unieran en la Controladora CINTRA. Este movimiento que no creó nada, que no construyó nada, que no estaba pensado para que las empresas crecieran ni para crear empleos ni para mejorar la competitividad de nuestro país en el mundo global en el que la aviación transita, sí fue capaz de desatar una crisis de la que –se supone- apenas nos estamos recuperando.
Aunque la justificación de este tipo de comisiones contradice la teoría madre de la mano invisible del mercado, en aquellos días de la naciente Cofeco se tenían muchas esperanzas en que iba a lograr corregir los desequilibrios existentes, pero los resultados son magros (como se ve ni el remedio ni el trapito son perfectos).
Lo cierto, sin embargo, es que sus resoluciones sí lograron inhibir el crecimiento de empresas concretas e incluso tuvo efectos directos en la falta de competitividad de industrias como la de transporte aéreo, a pesar de que ésta es quizás una de las más globales y por lo tanto requiere una visión amplia y no casera.
Si en aquellos días era inviable tener dos empresas troncales, como se dijo, lo lógico era que el país adoptara una gran empresa bandera para que compitiera en el exterior, resultado de la fusión de esos dos grandes íconos de la industria. Pero no fue posible porque, por principio, esta comisión está para disgregar, no para unir.
Hoy, Mexicana ya no está y aunque hay otras opciones y Aeroméxico ha crecido, apenas se ha cubierto ese hueco y abarcado algo más en el mercado interno. Parafraseando a los ideólogos de los comisionados, el costo de oportunidad ha sido altísimo. Y todo gracias a que las resoluciones se toman y los efectos se ven 15 años después y nadie fue culpable de nada (mala tarde, dirían los toreros).
En el mercado internacional, se sabe, el hoyo que dejó Mexicana lo han cubierto con creces las empresas extranjeras. Diez de calificación para los mexicanos educados en Estados Unidos que supieron interpretar las necesidades de las empresas de aquel país. Cero para los mexicanos.
En este momento está en juego otra vez la sobrevivencia de la industria nacional. La Cofece, ahora despojada de las telecomunicaciones y a falta de tareas que le den lustre, ha vuelto a meter la cucharita al sector aéreo. Frente a la saturación del AICM y la alianza de Aeroméxico con Delta, se supone que hay tres investigaciones de Cofece en puerta: slots, concentraciones y prácticas monopólicas.
Ninguno de los tres grupos que investigan se comparte información y sus tiempos, aunque son diferentes, culminan todos este año, entre junio y noviembre, cuando se supone que ya debería haber un nuevo convenio bilateral aéreo con Estados Unidos autorizado por el Senado de la República que va a cambiar las condiciones de competencia que la Cofece dice entender.
La Cofece se toma su tiempo pero es obvio que no está entendiendo de qué se trata el sector aéreo en la competencia internacional. Su misión no es crear empresas ni empleos ni riqueza: es crear empresas enanas, tan enanas que no puedan volver a crecer ni a competir y queden rebasadas por las grandes empresas del exterior.
Lo mejor que podrían hacer es excusarse de estos largos estudios que sólo sirven para justificar la chambita. Este país necesita una industria aérea fuerte.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx
Twitter: @charoaviles
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