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07/11/2024

¿Y Mexicana, apá?

Rosario Avilés / Martes, 26 Enero 2016 - 17:46

Pasan los días, las semanas y los meses. Ya son cinco años y medio y 8,650 trabajadores y sus familias, más muchos pequeños empresarios que le dieron servicio a la Primer Línea Aérea de Latinoamérica, siguen esperando una solución.

A los usuarios que se quedaron con boletos o compromisos de la empresa que algún día perteneció a Gastón Azcárraga, ya no les queda ninguna posibilidad de resarcir su quebranto. Y a México, el país que le dio a Mexicana de Aviación la base para crecer y ser sólida, le queda la sensación de que la impunidad seguirá siendo la base de la corrupción e impedirá el verdadero crecimiento.

El pasado viernes 22 de enero, el subsecretario de Trabajo, Rafael Adrián Avante Juárez, declaró que los trabajadores de Mexicana “no están solos” y que “pronto, muy pronto” habrá solución.
Invitado a la Asamblea Conmemorativa del Día de la Emancipación del Piloto Aviador celebrada por los pilotos aviadores agrupados en ASPA, el funcionario se refirió al asunto de la aerolínea y, una vez más, a nombre del gobierno federal, se comprometió a llegar al final de esta penosa gesta.

La situación, sin embargo, no parece tan clara. En muchos momentos de estos 5 años y medio se ha hablado de soluciones, de la posibilidad de crear otra aerolínea que ostente el nombre de Mexicana. Se ha dicho que se estudian opciones semejantes a las utilizadas con el problema del Sindicato Mexicano de Electricistas, donde el monto de liquidación permitió crear una empresa en una joint-venture con extranjeros, a la que se le dio una concesión para operar proyectos de energía eléctrica. Nada de eso ha sucedido aún.

Se han dado pasos, eso sí, para fondear el Fideicomiso de Liquidación. Se han vendido algunos activos –entre ellos los 9 aviones que eran los únicos propiedad de la aerolínea- y el MRO de la Ciudad de México está funcionando para ser eventualmente vendido en el futuro.

La madeja está aún muy enredada y aún no se tiene claridad en cuanto a los quebrantos reales, los jubilados que han recibido algo de recursos, los trabajadores que sin más quedaron sin empleo, los que han logrado emplearse en otros países, otras empresas u otros sectores. Es decir, nadie sabe cuál es el verdadero daño que se le causó al país.

Peor aún: no hay nada sobre los responsables de todo este desaguisado. Uno de ellos, al menos, sabemos que pasó a mejor vida, como suele decirse al fallecer. Los demás andan por ahí escondidos o paseándose por Nueva York y disfrutando de una fortuna que se hizo con el sufrimiento y la injusticia cometida contra miles de trabajadores.

Mientras no haya un verdadero recuento de esos daños, un reconocimiento explícito de que esa injusticia fue cometida, de que hubo fraude y hubo errores, omisiones a la ley y a la Constitución, un señalamiento claro de los responsables y del castigo que merecen por estos hechos, el asunto de Mexicana seguirá pendiente.

No se trata de la cafetería o el plantón de los pocos trabajadores que siguen protestando de forma pública. O de si hay que quitarlos de los pasillos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México porque afean el paisaje y qué van a decir los visitantes distinguidos, qué dirá el Papa Francisco si los ve.

Se trata de hacer justicia, de que el subsecretario de Trabajo avale sus palabras con hechos y de que presiones a la Procuraduría General de la república para que reactive órdenes de aprehensión y las investigaciones que se hayan hecho se hagan públicas. Que exista claridad para todos y que con la justicia se construya un tramito de paz.

Lo oí en 123.45: Lo dicho.

Twitter: @charoaviles

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