Una constante que he experimentado en mis últimos emprendimientos profesionales subordinados son las presiones provenientes de mis superiores para que deje de publicar columnas en medios como el que albergan esta entrega, o que por lo menos disminuya de manera importante el tono a las críticas que suelo hacer en ellas, especialmente las que se refieren a la gestión gubernamental en materia aeronáutica. Es cierto, algunos de mis textos le han caído muy mal a ciertos funcionarios públicos, tanto que he llegado a recibir abiertas “invitaciones” a que “le baje dos rayitas” a los contenidos que publico.
Un muy querido y cercano amigo, debo reconocer de manera generosa, honesta y genuinamente preocupado por mi bienestar un día me dijo: “No eres un Ciro Gómez Leyva, un Carlos Loret o un Joaquín López-Dóriga como para andar exponiéndote de esa manera…” Cuando mi madre me vio criticando en plena entrevista televisiva cierta labor de los militares mexicanos en el ámbito de la aviación civil o se enteró que me aventé la puntada de hacer uso de la palabra reclamando a cierto grupo de mexicanos el respaldar a la mal llamada 4T en un mitin de la oposición en pleno Zócalo de la Ciudad de México se alarmó tanto que me dijo: “Te van a desaparecer”.
Sin duda tienen razón; me encuentro en posición sumamente vulnerable ante las posibles represalias de algún individuo molesto con mis textos y además poseedor de los medios para atentar contra mi persona, mi labor profesional o mi tranquilidad. De hecho, atribuyo el fin de mi relación laboral con un grupo aeronáutico militar a que alguna de mis columnas o alguno de mis comentarios en entrevistas con medios de prensa no fue del agrado de uno o varios mandos.
¡Por culpa de mis columnas!
Lo que por lo visto pocos de mis allegados no comprenden es lo importante que son en mi vida mis publicaciones y colaboraciones en los medios de prensa y comunicación. Pocas cosas me han dado tal grado de satisfacción que verme citado en “la de ocho columnas del Reforma”, enterarme que soy leído en A21 o en T21 por personas que respeto mucho o recibir agradecimientos por emplear los espacios a mi alcance para contribuir al sano desarrollo de México y de su aeronáutica en particular. ¡Caramba! Llevo más de treinta años escribiendo, comentando y publicando. ¿Por qué habría de dejar de hacerlo? ¿Por miedo? ¿En serio alguien cree que me puedo dar el lujo de tener miedo al defender los mejores intereses de un México que fue refugio de mis antepasados y de una aeronáutica civil tan generosa conmigo empleando la palabra escrita? ¡Para nada!, de ahí que no voy a dejar de comentar públicamente y de manera objetiva aquello que llama mi atención en el quehacer de la aviación y su entorno.
Al final de cuentas la última palabra la tienen mis lectores y no una autoridad o un jefe. Lo primero se llama libertad y se relaciona con la democracia; lo segundo censura y corresponde a una dictadura.
“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”
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