Hace más o menos un año concluyó mi ciclo superior a los dos años de colaboración profesional con dependencias de la hoy “Defensa”, entonces Secretaría de la Defensa Nacional, involucrándome con sus aeropuertos (especialmente el “Felipe Ángeles” o AIFA), sus hoteles y con su nueva aerolínea, tiempo en el que tuve la oportunidad de conocer de primera mano la manera de operar castrense, algo que originalmente consideré un privilegio.
Bien sabidos y debidamente registrados son los malos resultados que dichos emprendimientos han tenido, tienen y seguramente tendrán en perjuicio de México y los mexicanos, por lo menos en el corto plazo, algo que no me sorprende, sabiendo que muchos de quienes los han generado siguen en sus funciones.
Me enteré, a comienzos de diciembre, por la prensa nacional que el AIFA está buscando entre otros colaboradores a un nuevo Jefe Operativo de Aeropuerto ¿otro?, vacante que ofrece hasta 35,000 pesos mensuales de sueldo, con todo y promesa de crecimiento laboral ¿será?, para quien cubra una serie de requisitos como tener estudios de ingeniería aeronáutica, técnico en aeronáutica o afin; 5 años (mínimo) de experiencia en operaciones de rampa y carga (la verdad no me queda claro a qué se refiere este requisito dada su mala descripción); 2 años de experiencia en gestión de equipos de trabajo; inglés conversacional básico (es decir que apenas sepa decir “¡yes sir!”) y conocimientos en atención al cliente a los cuales quien firma esta columna agregaría el tener altos niveles de tolerancia a la frustración para no explotar a la hora de recibir órdenes superiores sin sentido; cuando hay que hacer una y otra vez un mismo documento hasta que un militar deje de cambiarle signos de puntuación; a la hora de hacer el trabajo como se le ordena a uno sin chistar aun cuando esa manera no sea la correcta inclusive dentro del marco normativo y mejores prácticas nacionales o internacionales; cuando los derechos laborales comenzando por derecho a descansos y jornadas justas no son respetados, al momento en el puesto de mayor nivel al que uno aspiraba le es asignado a “un antigüedad”, es decir, a un compañero de generación de una escuela militar o a un militar en retiro, sobrino, ahijado, hijo, amigo o amante de alguien, además de eventualmente tener hasta que llevar al trabajo la computadora y una silla de casa, todo para que un día, habiendo ofendido a no sabe uno quién y por qué, sea convocado a un virtual juicio sumario y sin defensa en el que uno es permanentemente escoltado por un policía militar hasta que el mismo concluye despedido y humillado en la puerta de la instalación, eso sí, luego de haber firmado una serie de documentos que básicamente liberan de responsabilidad al patrón y de tratar de defender el derecho de que la información de carácter personal que contiene la computadora de su propiedad que empleó en sus labores no sea borrada o la información privada de uno se quede en manos de la secretaría.
Sobra decir que habiendo dicho lo anterior, si bien quien firma esta nota cubre el perfil del puesto en comento, le resultaría una verdadera pérdida de tiempo postularse a cualquier vacante en el AIFA, toda vez que me queda claro que dados mis comentarios, columnas y opiniones no soy persona grata para las huestes del obradorismo, en particular las militares, como siento también resultaría mala inversión para cualquier profesionista postularse a cargo alguno en las aventuras empresariales aeronáuticas “civiles” de las fuerzas armadas mexicanas, consciente de las realidades de las condiciones de trabajo en dichas entidades.
Lo cierto es que el mercado laboral en tiempos del comienzo del segundo piso de la destrucción de México está muy complicado, especialmente para el trabajador, de ahí que no descarte que esos 35,000 pesos que ofrece el AIFA a su nuevo Jefe Operativo de Aeropuerto resulten muy atractivos, digamos a un jefe de familia y el aeropuerto termine por cubrir la vacante con extrema velocidad.
De corazón le deseo al interesado todo el éxito del mundo; él o ella no tiene la culpa de la mala gestión de sus nuevos jefes. Solo le aconsejo que no se haga muchas ilusiones de que “ya la hizo”; por el contrario, debe estar preparado para tener que dejar el cargo más pronto de lo que cree o para subordinar sus valores profesionales y personales esenciales a los de superiores jerárquicos que no tienen intención alguna de respetarlos. No tiene una idea estimado lector de las decenas de casos en los que esa ha sido la regla.
En fin; sigan respaldando con su voto a Morena y a los militares con su talento. ¡Así nos va a ir!
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