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04/12/2024

Los ochenta años del Convenio de Chicago y la asistencia de la Presidenta al G20

Juan A. José / Miércoles, 4 Diciembre 2024 - 01:00

Seguramente presionada por el presidente brasileño Lula da Silva, con el que el morenismo tiene mucho que ver, nuestra flamante presidenta Claudia Sheinbaum finalmente reconsideró su decisión y, contrario a lo que su antecesor al que le daba verdadera tirria estar presente en este tipo de importantes eventos de la agenda internacional, en mi opinión debido a sus complejos y prejuicios personales, sin importarle los mejores intereses de México, decidió asistir a la reunión 2024 del llamado G20 en Río de Janeiro, Brasil los días 18 y 19 de noviembre pasados, volando riesgosa y por ende indebidamente, recurriendo a la aviación comercial regular, dándonos algo de esperanza de que la doctora tomará algo más en serio a la agenda mundial y el papel de la Presidencia de la República al frente de la diplomacia mexicana en reuniones al más alto nivel, si es que, como están las cosas, sigue existiendo tal república. En cualquier caso, la presencia de la titular del poder ejecutivo mexicano en el G20 del 2024 me parece una buena noticia.

Si bien en realidad aún pírrico y de pronóstico reservado, toda vez que por lo menos a quien firma ésta columna, y estoy seguro que a millones de mexicanos nos queda claro que el mando del país se trasladó de Palacio Nacional a un rancho en Palenque, Chiapas, el cambio de estilo de la gestión de quien hoy día porta en el pecho la banda presidencial brinda un poco de ilusión, insisto, solo un poco, de que México hará un esfuerzo para salirse del aislamiento internacional y del desprecio hacia aquello que provenga del exterior, incluyendo lo relacionado con las organizaciones internacionales y sus documentos fundamentales que caracterizó a la anacrónica administración de López Obrador, caso de todo aquello que rodea la histórica participación de México en la Organización de Aviación Civil Internacional, por sus siglas OACI, otra entidad abiertamente descalificada desde el púlpito mañanero cuya génesis cumple ochenta años de vida este 7 de diciembre, fecha en la que se conmemora la firma del Convenio de Chicago sobre Aviación Civil Internacional, y por ende y siento que con justicia, considerada como el “Dia de la Aviación Civil Internacional”. 

Recordemos que la OACI fue formalmente establecida hasta el 4 de abril de 1947 luego de obtener las ratificaciones necesarias del Convenio de Chicago, el instrumento normativo más importante del derecho público internacional en materia aeronáutica civil. La aviación civil mexicana, tal y como es el caso de la del resto de las naciones, se ha visto beneficiada por la incesante labor de la OACI en favor de la seguridad, regularidad, sustentabilidad y sostenibilidad de las operaciones aéreas, velando por la aplicación de Chicago y sus ahora 19 anexos.

En una nota publicada en este mismo espacio el 16 de diciembre de 2019, recordando el 75 aniversario de la firma de Chicago, comenté que no todo “es miel sobre hojuelas” en el seno de la OACI, en la que debería haber preocupación sobre temas como la obsolescencia del marco normativo aeronáutico de muchos estados contratantes, la falta de aplicación de las normas y métodos recomendados contenidos en los anexos al Convenio de Chicago, la debilidad de algunas autoridades aeronáuticas nacionales, la amenaza a la seguridad aérea en espacios aéreos sobre territorios en conflicto, la escasez de personal técnico aeronáutico e instructores, la saturación de algunas infraestructuras aeroportuarias y espacios aéreos, la incapacidad de poder determinar todo el tiempo dónde está volando una aeronave, los problemas para encontrar la manera de regular adecuadamente la operación de los drones, la subcontratación global y no supervisada de la proveeduría aeronáutica, el impacto negativo en el medio ambiente de las operaciones aéreas, la falta cumplimiento por parte de algunos estados contratantes de sus compromisos financieros con la organización y hasta la enorme burocracia de la propia OACI, a los cuales en este 2024 debo sumar retos en materia de facilitación del transporte aéreo internacional, los precios de los combustibles, el uso adecuado de la inteligencia artificial y otras tecnologías, además de los problemas de Boeing.

México no puede darse el lujo de mantenerse aislado de la comunidad aeronáutica internacional, de ahí que la participación de nuestra presidenta en la reunión del G20 del 2024 me parece relevante y potencialmente muy positiva, toda vez que insisto, puede representar un giro para bien en la gestión diplomática de México, aun cuando el discurso resulte todavía anacrónico y en función de los resultados de la gestión del país por parte del morenismo, contradictorio.

Al tiempo…

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