El asunto que voy a abordar en esta entrega no es menor; por el contrario, siento que requiere atención inmediata, comenzando por parte de la autoridad aeronáutica y claro está, por los concesionarios aeroportuarios y las aerolíneas.
Tan serio veo el tema que me veo obligado a recuperar el reclamo público que hizo el pasado 25 de agosto el actor y comediante Jorge Ortiz de Pinedo, mismo que comenté en una columna publicada en el portal de noticias del sector del transporte T21 apenas este 11 de septiembre, relacionado con el problema que tuvo en un filtro de seguridad del Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” de la Ciudad de México al intentar abordar un vuelo con destino a Acapulco, Guerrero, luego de que se le negase en primera instancia ingresar por medio de ese punto de control de seguridad acompañado de un vital concentrador de oxígeno con tales características que contaba con la aprobación de la aerolínea que lo iba a transportar y que ya había sido empleado por el histrión para volar desde el propio AICM con anterioridad. Es decir que el aparato era perfectamente aceptable, tanto así que una vez involucrada la aerolínea en el incidente, el pasajero finalmente logró llegar a salas de última espera, pero con la novedad de que su vuelo ya había partido, obligándolo a recurrir al autobús para trasladarse a su destino.
Insisto el asunto de la falta de coordinación, información, claridad, consistencia, empatía y respeto a los derechos de los pasajeros que prevalece tanto en los aeropuertos como entre las aerolíneas con el tema de los apoyos que pretenden llevar consigo a bordo con el fin de simple y sencillamente poder seguir obteniendo los niveles de oxígeno que requieren no es grave, sino gravísimo, algo que en mi opinión se ilustra con el caso reportado en medios nacionales el día 13 de junio de este 2024 que refiere que Volaris enfrenta una demanda por parte de la viuda de un pasajero que la nota indica murió el 8 de junio de 2019 a bordo de uno de los aviones de esta operadora luego de que esta compañía “no le permitió subir con el tanque de oxígeno que tenía indicado médicamente, a pesar de que en ocasiones anteriores había viajado con dicho equipamiento médico en la misma aerolínea.” La demandante relata que su esposo había volado sin problemas en Estados Unidos con el mismo tanque de oxígeno.
Esta historia me refiere no solamente al mediático caso de Ortiz de Pinedo, sino al caso de mi propio hermano que hace unos días vivió una experiencia similar al intentar abordar un vuelo en el AICM, llevando consigo un equipo de apoyo de respiración, no solamente aprobado por lo menos por la autoridad aeronáutica norteamericana, es decir la famosa Federal Aviation Administration, cuyas directivas, políticas y criterios, me consta, son virtualmente copiados por la autoridad aeronáutica mexicana, sino también validado por su aerolínea. Desgraciadamente, Miguel sufre serios problemas respiratorios desde hace años, pero como viajero nacional e internacional por vía aérea frecuente, se aseguró de adquirir y de mantener en debidas condiciones un equipo portátil de apoyo de respiración adecuado para que lo acompañe en sus vuelos, tan es así que por años voló con él sin problemas, hasta hace unas semanas, primero al intentar abordar con él un vuelo en el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA) y más recientemente en el AICM, en ambos casos logrando llegar finalmente a su vuelo, no sin antes tener que presionar para que “alguien” diese la orden de dejarlo acceder con el aparato. Quizás sobre decir que a diferencia de las decenas de aeropuertos de México y el extranjero por los que ha transitado mi hermano para volar con su aparato, tanto el AICM como el AIFA son administrados por entidades militares, que para variar, tienden con sus acciones y decisiones a entorpecer innecesariamente el libre tránsito de pasajeros, carga, aeronaves, equipos y tripulaciones por los aeropuertos civiles, algo de lo que este analista se queja frecuentemente, y cada día siento que con más razón, derivado de incidentes como el que comento en esta oportunidad.
La pregunta es obligada: ¿Si el equipo no forma parte de aquellos que se pueden llevar a bordo, por qué se le permitió finalmente llevarlo a bordo a mi hermano, y lo si era, por qué se le pusieron trabas en el filtro de seguridad?
Tan malo es que se le permita a un pasajero abordar un vuelo llevando consigo lo que no debe llevar por razones de seguridad, como impedir que aborde un vuelo acompañado de aquello que requiere para conservar su salud. En el caso por lo menos de mi hermano, toda vez que me consta que tiene la documentación que demuestra la idoneidad de su equipo de apoyo respiratorio para acompañarlo en sus vuelos, lo que ocurrió es que a alguien en el filtro se le ocurrió obstaculizar, realmente sin bases el ingreso.
¿Qué hubiese pasado si a diferencia de Ortiz de Pinedo que tuvo que recurrir a un autobús para regresar a su casa en Acapulco, mi hermano hubiese tenido que hacer lo mismo, solo que con destino a su lugar de residencia en Cancún? ¿En serio mi hermano se debe aventar más de 25 horas de viaje en autobús, o dejar de venir a la Ciudad de México a ver a su enferma madre, solo porque el personal de los filtros de seguridad del AICM o del AIFA carecen de la debida preparación? ¿Dónde están los protocolos de aplicación a nivel nacional que dejen perfectamente claro el manejo que se debe hacer con ese tipo de ayudas a la respiración en aeropuertos y a bordo de las aeronaves?
¿Y la autoridad aeronáutica en dónde está en todo esto?
¿Esa es la clase de gestión de la aviación civil que merece México?
¡Qué incompetencia y qué falta de humanidad, caramba!
Y hablando de humanismo, déjeme por favor invitarle a acompañarme en una nueva edición de mi conferencia: “RE-DESCRUBRIENDO AL PRINCIPITO”, que impartiré este próximo 4 de noviembre próximo a partir de las 19:30 horas en el “Foro del Tejedor” de la Cafebrería “El Péndulo” sobre la avenida Álvaro Obregón en la Colonia Roma, evento en el que, recordando los 80 años de la muerto de Antoine de Saint-Exupéry, profundizaré con el público en lo que toca al humanismo en su obra y claro está en la enorme persona que era este gran aviador que también sabía escribir, y muy bien por cierto.
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