Esta columna va con dedicatoria a todos mis estimados colegas aeronáuticos civiles que, por la muy respetable razón que tengan, no se dieron cuenta, o más bien no quisieron darse cuenta del daño que López Obrador y compañía le han estado haciendo a la aviación mexicana, y en esto también incluyo a la militar con sus acciones en la materia, comenzando con la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco.
La noticia corrió como fuego en pólvora en las redes sociales y los medios, en especial los aeronáuticos el pasado 26 de enero: el Departamento de Transporte de los Estados Unidos, por sus siglas DOT, va a analizar la renovación o no de la autorización de la alianza estratégica entre Aeroméxico y Delta, luego de las acciones que el gobierno federal ha adoptado para disminuir de manera artificial la oferta de aerotransporte de pasajeros y carga en el AICM, mismas que habrían afectado los intereses de las aerolíneas norteamericanas.
Si bien considero que el anuncio del DOT tiene muchos tintes políticos destinados a ejercer presión sobre el gobierno mexicano para que adopte ciertas medidas en diversos ámbitos que los Estados Unidos necesita, lo cierto es que de concretarse la medida le daría un golpe en mi opinión mortal a nuestra principal operadora aérea con las consiguiente afectaciones, en especial a la planta laboral que directa o indirectamente depende de ella, no solamente en la industria aeronáutica, sino en la turística y en cualquier otra para la que la conectividad aérea nacional e internacional que actualmente ofrece Aeroméxico es de vital importancia. Estamos hablando de decenas de miles de empleos dentro y fuera de México.
Basta decir que unas horas después del anuncio, este analista de lo aéreo recibió una llamada de una consultoría neoyorquina a la que suele apoyar con comentarios, cuyos clientes inversionistas internacionales involucrados con Aeroméxico y Delta están alarmados luego de enterarse de la noticia.
Lo que es peor: habiendo tenido recientemente contacto cercano con entidades militares a cargo de la creación de la aerolínea gubernamental que porta la marca de Mexicana y escuchado algunas de las posturas de algunos sus mandos, no me sorprendería que a la hora en la que el gobierno federal deba decidir entre conceder a los norteamericanos aquello que pudieran solicitar para que la resolución del DOT no le resulte perjudicial a Aeroméxico o dejar que la misma prospere, por ahí con el apoyo de una Secretaría de la Defensa Nacional que a todas luces ha resultado incapaz de concebir una aerolínea sostenible (Mexicana) y aun cuando, insisto, se ponga en riesgo a nuestra principal operadora de aerotransporte, que además, por su alcance internacional es considerada como la aerolínea bandera del país y se decida que la Mexicana militarizada se haga cargo de la oferta de aerotransporte nacional e internacional que una Aeroméxico disminuida o inclusive totalmente fuera del mercado ya no va a poder atender. Y no lo estoy inventando; quien firma esta nota escuchó frecuentemente oficiales de la Fuerza Aérea Mexicana afirmar que su nueva aerolínea iba sobre Aeroméxico, Viva Aerobus, Volaris o lo que sea.
Sigan apoyando a la mal llamada 4T y a sus inútiles operadores mis estimados aeronáuticos mexicanos. Sigan siendo testigos pasivos y por ende cómplices de la destrucción del aerotransporte mexicano y en una de esas del mismo país!
*“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”*
Facebook comments