A comienzos de septiembre de 2018, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), anunció con “bombo y platillo” el avance de la implementación del sistema A-CDM o Airport Collaborative Decisión Making, modelo avalado por la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) y el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI), adoptado en múltiples aeropuertos como los latinoamericanos “Tocumen” de Panamá y “El Dorado” de Bogotá, que permitiría al entonces sí totalmente saturado “Benito Juárez” optimizar su operación a través del seguimiento completo y puntual de cada vuelo, desde su punto de origen hasta su partida, con el fin de anticipar el efecto negativo de algún retraso, gestionarlo y así evitar que impacte en otros vuelos, coordinándose internamente para anticipar condiciones que pudieran impactar también en ello.
Como consecuencia de la implementación del A-CDM, se informó que el AICM contaría con un nuevo Centro de Gestión Aeroportuaria en el que se concentrarían físicamente los representantes de operadores aéreos, aerolíneas, operadores de tierra, controladores de tránsito aéreo y el propio AICM para lograr una visión global y única de lo que ocurre en el aeropuerto, y así tomar decisiones conjuntas para mejorar el uso del espacio aéreo e infraestructura, caso de pistas, plataformas, puertas de estacionamiento, calles de rodaje y terminales, reemplazando de alguna manera al actual Centro de Control Operativo, ubicado en la histórica y entrañable antigua torre de control en la Terminal 1.
El A-CDM del AICM recibió el visto bueno de la administración federal entrante, en especial del ingeniero Carlos Morán Moguel, otrora no solamente Subsecretario de Transporte, sino eventualmente director general del aeropuerto, por lo cual continuaron los trabajos de implementación, mismos que se estimaba quedarían listos en un plazo de 18 meses, es decir, hacia marzo del año 2020.
De acuerdo a la información publicada que dispongo, y sin indicar la inversión total que supondrá el A-CDM en materia de recursos humanos, equipos, sistemas y honorarios de consultores externos, se logró distinguir que solamente en lo que toca al proyecto arquitectónico de las instalaciones del Centro de Gestión Aeroportuaria, el aeropuerto presupuestó 31 millones de pesos para el 2019.
La pregunta es obligada: ¿y los demás conceptos de implementación y operación, cuánto suman y a quién y cómo se han cubierto o cubrirán?
Lo cierto es que el año 2020 ya es historia añeja y el A-CDM no tiene todavía visos de estar en funcionamiento como debiera, por lo menos no se ha informado de ello.
Continúan las preguntas:
¿Cuándo será que aerolíneas y los usuarios del aerotransporte verán los beneficios del A-CDM en relación al anterior modelo operativo en el aeropuerto?
La verdad, no lo sé. Lo que definitivamente me queda claro es que la correcta implementación del sistema tiene un retraso considerable; quien lo dude, debe solamente tomar en cuenta el caos operativo en el que está inmerso el aeropuerto y también que habrá que esperar todavía un buen tiempo para que quede listo, si es que algún día lo queda realmente. El caso del famoso “bache” de la pista 05 derecha/23 izquierda registrado el pasado 24 de julio, es una prueba más de que no se ha logrado la debida coordinación para evitar disrupciones en la operación, insisto, espíritu del A-CDM.
Debo confesar que cuando tuve conocimiento de la intención de implementar el modelo en el AICM y aprendí algunas de sus características, me surgieron serias dudas respecto a la viabilidad de implementar algo tan complejo y, seguramente, oneroso que supone y por ende exige, tal y como lo pregonan sus promotores, adoptar un cambio de cultura de todos los actores en la operación de un aeropuerto, escenario que bien demostrado está no es nada sencillo de lograr en México, virtualmente en ninguna actividad.
Y es que eso de compartir información precisa y a tiempo, es decir disciplinada y transparentemente, no se da tan frecuentemente en nuestras geografías como se da por ejemplo en Europa, donde por cierto se originó la herramienta. Recordemos que uno de los principales problemas de calidad en el servicio del AICM tiene que ver con la incapacidad de los actores de proporcionar información confiable respecto a las puertas y horarios de salida de los vuelos por medio de los tableros de vuelos y pantallas en salas de última espera, problemática en la que tiene mucho que ver precisamente con eso de compartir información oportunamente. Otra de mis inquietudes tenía que ver con la conveniencia de invertir tanto en algo tan sofisticado en una infraestructura aeroportuaria que supuestamente dejaría de operar el 20 de octubre de 2020 de seguir adelante y conforme lo planeado la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Es así que, con esto del A-CDM del “Benito Juárez”, algo me dice que estamos ante un nuevo y muy lamentable caso de desperdicio de recursos públicos y privados en lo que bien podría resultar un proyecto fallido, que como casi siempre en estos casos, pudo resultar, eso sí, lucrativo para algunas partes que no me corresponde a mí nombrar, sino en su caso, a la entidad auditora correspondiente.
Habremos de seguir pendientes del rumbo que tome el tema del A-CDM con la llegada de los marinos militares mexicanos a la administración del aeropuerto.
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