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29/03/2024

¿Qué pensarían los hermanos Wright del Antonov 225?

Juan A. José / Viernes, 17 Diciembre 2021 - 15:12

El 26 de abril de 1944, un septuagenario Orville Wright, con justa razón todavía acreditado de haber realizado en 1903 el primer vuelo controlado de una aeronave más pesada que el aire, abordó un Lockheed C-69 “Constellation” que había hecho escala en su natal Dayton, Ohio, para realizar un corto vuelo sobre ella en compañía de Jack Frye, Presidente de la aerolínea TWA y el propietario de la misma, nada menos que el excéntrico millonario Howard Hughes. 

Cuentan las reseñas que Wright estaba impresionado con el tamaño, prestaciones y tecnología del “Connie”.  Es más, hasta le dejaron maniobrar los controles de avión por unos instantes, en la que fue su última y por cierto muy placentera experiencia en el aire, toda vez que murió unos cuatro años después. 

Con casi treinta metros de largo y un peso máximo de despegue de más de treinta y dos toneladas, el C-69 no podía ser desde ninguna perspectiva considerado a mediados del Siglo XX como una aeronave menor. Gran paso sin duda el que la aeronáutica había dado en esas escasas cuatro décadas que habían transcurrido desde que el Wright Flyier 1 hizo lo suyo y las avanzadas aeronaves civiles y militares que en el ocaso de la Segunda Guerra Mundial estaban emanado de las líneas de producción del mundo entero. 

Charles Lindbergh, otro pionero del desarrollo del avión como una máquina que debía ser tomada muy en serio, tuvo la suerte de vivir lo suficiente como para ser testigo de cómo aeronaves del calibre del Lockheed C-5 y el Boeing 747 o tan veloces como el Concorde, comenzaban a frecuentar los espacios aéreos, por lo que estoy seguro que la idea de que un leviatán como el Antonov 225, capaz de transportar un cuarto de millón de kilos de carga de pago, midiendo 84 metros de largo y pesando hasta 640 toneladas al despegar, si bien le impresionaría, nada como lo haría a cualquiera de los hermanos Wright, aún a Orville, que vivió mucho más que Wilbur.

Hace unas semanas tuve acceso a una fotografía del AN-225 estacionado en cierta plataforma aeroportuaria. Desgraciadamente, no puedo reproducir la imagen en este espacio editorial sin violar algún justo derecho de autor. Lo que quizás  está en mis facultades es describirla; y es que me parece una de las mejores representaciones de esa metáfora que termina siendo la magnitud de algunas creaciones aeronáuticas en relación al tamaño físico de su autor: el ser humano, un representante del cual aparece en la fotografía con el avión.

En una primera visualización de la imagen resulta imposible que la aeronave no colme nuestros sentidos; se le ve magnífica, impresionante, imponente y hermosa. Sin embargo, luego de una segunda o tercera mirada, comienza a destacar la silueta de una persona junto a las ruedas delanteras de la aeronave. Es en ese momento en el que, el humanista que llevo dentro comprende que si bien el material fotográfico refleja como pocos las dimensiones de la máquina, en contraste, también registra la capacidad creadora de un ente biológico tan complejo, vulnerable, fascinante y proporcionalmente tan pequeño como el ser humano y reflexiona que, tal y como ocurre con muchos de aquellos que vuelan hoy día con cierta regularidad y la idea de emular a Ícaro no les parece nada extraordinario, tampoco seguramente les parecerá el tener ante ellos una aeronave como el AN-225

Mis textos no van dirigidos a ellos, sino a quienes se maravillan de lo que hace realmente poco tiempo lograron hacer los Wright, los Lindbergh o los Armstrong, es decir, aquellos que no han perdido la capacidad de asombro ante una actividad tan apasionante como es lo aeroespacial.

Creo que lo he afirmado anteriormente: el día en que los aviones, por más titánicos que resulten, dejen de llamar la atención de los hombres y mujeres, en especial la de los niños y las niñas, esa mágica ciencia que es la aeronáutica, por lo menos para quien firma esta nota, habrá dejado de existir.

Feliz año 2022 estimado lector o lectora. Que sus sueños se cumplan, en especial si tienen algo que ver con la aeronáutica.

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