Nuevamente el Papa está de moda en México y para variar la aviación no es ajena a ello, por el contrario, es una de las grandes protagonistas del vínculo de los mexicanos con su principal líder espiritual.
El que un Sumo Pontífice viaje no es nada nuevo, por siglos han viajado por Europa Central, quizás en carruajes en tiempos de los Borgia por ejemplo. Estos viajes seguramente tenían lugar sin que nadie que no fuese el entorno cercano a ellos supiese de los mismos.
Ese no es el caso en nuestros tiempos luego de que en el año 1964 el Papa Paulo VI se convirtiese en el primer líder de la iglesia católica en salir de Europa y más aún, en volar en un avión al trasladarse a Tierra Santa en un Douglas DC-8-43 de Alitalia, aerolínea que sigue involucrada en la gran mayoría de los viajes por aire que suelen hacer los Papas, especialmente al inicio de las giras.
El carismático y ahora Santo, Juan Pablo II destaca en este sentido; desde ese viaje a la República Dominicana y México en 1979 con el que inició su peregrinar papal aéreo, hasta su viaje final fuera de Italia, en este caso a Lourdes, Francia en el año 2004, el polaco visitó un total de 129 países, volando en un colorido y hasta envidiable número de aeronaves de todo tipo, desde helicópteros con unos cuantos asientos, hasta el masivo Boeing 747, pasando por el supersónico anglo-francés Concorde en el que voló en el año 1989 a Lusaka, Zambia, empleando por cierto el mismo avión (número de serie 203) que en el año 2000 se accidentó fatalmente al despegar del Aeropuerto Charles de Gaulle de París.
Por el interés que despiertan en la opinión pública mundial, los viajes papales han sido invariablemente cubiertos ampliamente por los medios internacionales, dejando registros documentales, fotografías y videos, que para el entusiasta de la aviación se convierten en verdaderos banquetes de historia aeronáutica.
Y es que, ahora sí que “queriendo y no queriendo”, aeropuertos, aviones y helicópteros terminan siendo unos de los grandes protagonistas de estas visitas. Las imágenes de las aeronaves papales aterrizando y despegando resultan en muchos casos excepcionales y ofrecen vistas de las operaciones pocas veces ofrecidas al público en general.
Toda esta cobertura representa además valiosa publicidad positiva, las más de las veces virtualmente gratuita o a costo muy bajo para las aerolíneas, los aeropuertos, las fuerzas armadas y de seguridad, los gremios, los fabricantes de aeronaves y motores, las autoridades aeronáuticas y hasta para los proveedores de servicios de apoyo en tierra
¿Quién no se acuerda por ejemplo, que Juan Pablo II llegó a México por primera vez en un DC-10 de Aeroméxico? Algunos un tanto más interesados en temas aeronáuticos recordarán que se trataba de un modelo de la serie 30, matriculado XA-DUG y bautizado “Ciudad de México”. Los más expertos podrán citar casi de memoria la lista de aeronaves con base en nuestro país en las que los Papas han volado en sus siete visitas a México y que incluyen aeronaves además de la propia Aeroméxico, equipos de Mexicana de Aviación, TAESA y la Fuerza Aérea Mexicana.
Baste decir finalmente que este columnista tiene en su bitácora vuelos registrados en por lo menos seis aeronaves de cuatro aerolíneas nacionales y extranjeras en las que ha volado un Papa. ¿Se habrá impregnado de algo de santidad por ello? ¡Lo dudo! Pero definitivamente disfrutó la experiencia.
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