
Este término que sirve para definir uno de los fenómenos que golpea mucho a las operaciones aéreas y cuya presencia pone en verdadero riesgo la integridad de un vuelo, sigue causando estragos superlativos. Y, no solo eso, esto pone en juego la habilidad de los pilotos, la preparación tanto en teoría como en los simuladores de vuelo de última generación. Sigue siendo la decisión del piloto la que incidirá de manera sustancial en la seguridad de una aproximación y definirá si el aeroplano se daña y/o se arriesga la integridad de los pasajeros que lleva.
Hoy por hoy la incidencia del factor humano en las estadísticas de accidentes en aviación gravita entre un setenta (70%) y ochenta y cinco (85%) por ciento así que es en ese renglón que se deben enfocar las fuerzas si se quieren resolver las cosas relacionadas con la seguridad de las operaciones en aviación, al menos, minimizar los riesgos de accidentes en este rubro. En ese orden de ideas y considerando los números propuestos renglones arriba la palabra clave se llama decisión y ahí me atrevería a decir que el número ronda el cien (100%). Ahí es donde autoridades con inspecciones transparentes, honestas y continuas y operadores aéreos en sus departamentos de capacitación justa y oportuna, sin recibir presión alguna, deberían enfocar sus fuerzas, trabajar de manera continua y programada en ampliar y solidificar los factores que tienen que ver con las decisiones de los tripulantes. Es y seguirá siendo, la ejecución de una aproximación frustrada o aproximación fallida, un arma en favor de la seguridad del vuelo y no un error del piloto como algunos actores aeronáuticos consideran, cierto es que al realizar una aproximación frustrada se demora la llegada del vuelo, se gasta más combustible y se causa molestias al pasaje, pero se evitan accidentes. Todavía hay gente en el medio y gente de aviación que sataniza las aproximaciones fallidas, hasta llevan un récord y piensan que el piloto debe ser reprendido por esta “gran falla”.
Existen en el mercado equipos muy sofisticados y por lo tanto muy caros para detectar con oportunidad la presencia de cizalladura de viento, deben hacerse numerosos estudios de los aeropuertos que son más propensos a desarrollar estos peligrosos fenómenos. El problema es el de siempre, convencer a quienes autorizan el dinero para adquirir estas importantes herramientas que impedirían gran número de potenciales accidentes, no sé si lo vean como un lujo o como algo cosmético o las altas dirección no entienden el verdadero problema o no se les sabe explicar. Ahora bien, el windshear no es algo que se haya aparecido en esta época, nada menos a un servidor le tocó lidiar con la presencia de este fenómeno y resolverlo de la mejor manera que se pudo. Se podría preguntar, y, ¿cómo le hacían entonces? Creo que a pesar de contar con los aparatos que se quiera el reporte de vuelos que anteceden a al tuyo son los que darán la mejor pauta para reconocer presencia de windshear, informar que se tuvo presencia de cizalladura y el incremento o decremento de intensidad de viento. También es de la mano del análisis correcto, de los pronósticos meteorológicos y los reportes que se puede suponer que se encontrará presencia de windshear. Cuando es evidente la presencia de mal tiempo, presencia de nubosidades con las que se asocian los vientos cortantes, sobre todo verticales se deberá estar atento a este fenómeno, analizar si se realiza una aproximación o se prosigue a algún aeropuerto alterno.
Como en todos los fenómenos que ponen en riesgo las operaciones aéreas y que por fuerza tiene que ver el factor humano, este debe apoyarse y no sobrepasar los limites de fatiga recomendados por los estudiosos de estos temas. Hace no mucho tiempo se insistía en que las horas voladas por los pilotos deben incrementarse porque “trabajan” poco y van “sentados solamente”, créanme que cuando todo es normal “nunca pasa nada” pero cuando hay presencia de estos fenómenos en combinación con otros fenómenos naturales como lluvia, nieve o modificaciones en las condiciones de aterrizajes o despegues “faltan manos” para atender las fallas. El meter una aeronave a fuerza no importando que se haya reportado windshear, ya sea vía medición o reporte de otra aeronave, como comúnmente sucede en nuestro país es una gran irresponsabilidad que debe ser analizada y atendida. No le juguemos al héroe, a los pilotos les pagan por llevar los pasajeros a su destino y que estos se bajen caminando, esta es una regla que no debemos olvidar los pilotos aviadores.
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