La antigua Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) siempre quedó a deber a la industria aérea nacional en muchos sentidos, pero encontraron la forma de resolver problemas y de lograr cierto nivel de eficiencia que, al menos, mantenía un buen ritmo de trabajo en sus diferentes departamentos.
Durante años, tuve la oportunidad de conocer y ser testigo de la labor de muchos de los profesionales que trabajaban en puestos de dirección y subdirección, entre otros, y debo decir que me consta que de verdad se esforzaban por cumplir.
Siendo yo vicepresidente del Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM), pactamos en varios momentos importantes áreas de colaboración, que incluyeron también a la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA), controladores de tráfico, otras instituciones y profesionales de la industria aérea de México.
Entre todos, siempre encontramos soluciones en ese marco de colaboración y experiencias, que sirvieron para reforzar el trabajo de la DGAC en beneficio de la aviación mexicana.
No siempre fue sencillo y cuando en un momento se cayó en la complacencia, llegó la auditoría por parte de FAA, que degradó a la autoridad aeronáutica mexicana por primera vez en nuestra historia a categoría 2 en seguridad aérea.
Nuevamente, y ya desde otras posiciones, nos juntamos para colaborar y ponernos de acuerdo en el camino que debería ser recorrido, a fin de recuperar la categoría 1 lo antes posible.
Con el apoyo completo del gobierno del presidente Felipe Calderón, se lograron las herramientas técnicas, económicas y humanas para ser calificados de nuevo a categoría 1, en un tiempo récord de sólo 6 meses.
La gran mayoría de aquellos profesionales comprometidos que trabajaban en DGAC, fueron removidos de sus puestos con el cambio de siglas y de gobierno cuando se publicó en el Diario Oficial, el 16 de octubre del 2019, la formación de la nueva Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC).
Desde entonces, los cambios constantes de personal en las áreas de dirección y muchas otras han continuado, y han llegado un buen porcentaje de militares en los que, dada su formación y filosofía de honestidad, orden y disciplina, todos pensamos que llevarían a la AFAC a lograr niveles de eficiencia nunca vistos.
Nos equivocamos rotundamente.
AFAC no sólo no ha cumplido con la encomienda que tiene como rector de la industria de México, sino que sus niveles de ineficiencia y burocratismo rígido y rampante se han convertido en uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de la aviación, en todas sus diferentes áreas.
Desde la expedición de licencias a personal, pasando por exámenes médicos, exámenes y trámites para lograr cédulas y títulos profesionales en el Centro Internacional de Adiestramiento de Aviación Civil (CIAAC), entre muchos otros procesos, AFAC ha caído en un cúmulo de retardos incomprensibles, requisitos adicionales y complicados que sólo han causado más corrupción y mayor ineficiencia.
Esta filosofía de trabajo, por parte de AFAC, es lo que la tiene degradada en la categoría 2 desde hace más de dos años, y sin tener a la vista la posibilidad de recuperar la categoría 1 en el corto y, quizá tampoco, en el mediano plazo.
La pregunta que surge es, ¿en AFAC, no pueden o no quieren hacer el trabajo?
La grilla interna y las patadas por debajo de la mesa (y a veces hasta por arriba de ella), están impidiendo un trabajo coordinado en las diferentes áreas.
Cada quien ve por su propio escritorio y, aunque ocasionalmente se permite la presencia de algunos profesionales expertos e instituciones externos en juntas, reuniones y comisiones interminables, los resultados no se dan, porque al final las decisiones son tomadas al más alto nivel, en donde los verdaderos problemas, algunos de muy sencilla solución, no son comprendidos y mucho menos resueltos.
En AFAC no se dejan ayudar, aparentemente no saben la clase de profesionales entrenados y expertos, reconocidos internacionalmente, que hay en la industria aérea de nuestro país.
Tenemos investigadores de accidentes aéreos reconocidos en el extranjero, también profesionales expertos en seguridad aérea, factores humanos, administración, etc.
Para lograr lo que AFAC pudiera pretender, se requiere tener trabajando con la agencia a los mejores profesionales y hoy, tristemente y para desgracia de nuestra aviación comercial y corporativa, no los tienen.
No sólo la falta de recursos técnicos y financieros están siendo la desgracia de la Agencia Federal y, por consiguiente, de la aviación mexicana, ahora la mediocridad en el factor humano, por muy militar que sea, resulta un indeseado elemento en una receta que promete seguirse quemando en la sartén.
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