Nuestra industria aérea mexicana se encuentra envuelta en una verdadera vorágine de eventos.
No pasan muchos días antes de que haya una noticia que nos llame la atención y nos lleve (no a todos) obligadamente a reflexionar sobre el futuro de nuestra aviación.
Por un lado, el crecimiento explosivo que está registrado la aviación en todo el mundo, en el cual México también está involucrado y un aumento de pasajeros, rutas, frecuencias, crecimiento de aerolíneas y el consiguiente aumento de empleos, y por el otro mucho desorden a veces provocado por la propias autoridades aeronáuticas.
De entrada, una vez más, igual que sucedió hace un par de años, nos enteramos en redes que las aerolíneas mexicanas (bueno, una aerolínea) piden a las autoridades considerar la posible contratación de técnicos extranjeros, incluidos pilotos.
Lo anterior ya fue tratado en el pasado y tiene un gran inconveniente, que es lo establecido en el artículo 32 de nuestra Constitución, que reserva la operación de embarcaciones y aeronaves a personal mexicano por nacimiento.
Entonces, primero sería necesario cambiar la Constitución para permitir extranjeros al mando de nuestras aeronaves mexicanas.
En México hay suficientes pilotos saliendo de las diferentes escuelas cada año, pero tristemente la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) continua manteniendo estricta rigidez burocrática en sus trámites de licencia, exámenes médicos y exámenes profesionales por parte del Centro Internacional de Adiestramiento de Aviación Civil (CIAAC) y eso está limitando la contratación de aviadores, tan necesaria para el desarrollo de nuestras aerolíneas comerciales y empresas de aviaciion corporativa.
La restricción constitucional es la más importante, entre otras, que también están establecidas en la propia ley de aviación civil, aunque no dudamos de los posibles trucos o actos de magia que puedan querer realizar algunos no muy patriotas que digamos.
El Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM) fue fundado en 1947 por los capitanes Baldomero Astudillo y Augusto Marquet, y quizá la razón más importante de su nacimiento fue precisamente garantizar solo pilotos mexicanos por nacimiento en las cabinas de vuelo de aeronaves mexicanas, bajo la idea de “Alas Aztecas sobre el cielo de Anahuac”.
Lo anterior fue una consecuencia del aumento de pilotos extranjeros en aerolíneas de México, que tenían incluso mayores salarios y beneficios que los propios mexicanos.
No se ve fácil que se puedan cambiar 76 años de historia de muchas generaciones de profesionales 100% mexicanos, y la experiencia de muchas batallas que la institución de la mano de otras, como ASPA, han debido enfrentar.
Otra información que ha sido nota importante es la que se refiere a lo dicho oficialmente por el el presidente de México, en cuanto a la inauguración de la aerolínea del Ejército el próximo 1 de diciembre de este año, bajo el nombre de Mexicana de Aviación.
Vale la pena decir que, desafortunadamente, no se está regresando a operaciones regulares a esa empresa aérea, ya quebrada oficialmente.
Mexicana de Aviación fue reconocida internacionalmente, en su tiempo, como una aerolínea de primer nivel de eficiencia, pero hoy solo solo se está utilizando la icónica marca para tratar de “disparar”, con muchas dudas por cierto, a la nueva aerolínea del gobierno.
Quienes hemos trabajado en la industria aérea por décadas, sabemos de la enorme problemática que representa la formación y operacion regular y segura de una aerolínea comercial, y también hemos sido testigos de grandes fracasos, entre los que han estado empresas aéreas administradas o apoyadas por el Estado mexicano.
A escasos 5 meses del posible inicio de operaciones de la nueva aerolínea administrada por la Secretaría de la Defensa Naconal, no hay noticias (al menos publicas) de su viabilidad financiera, tipo y renta o compra de aeronaves, número de pilotos, técnicos y oficiales de despacho y operaciones requeridos, y si serán civiles o militares, tipo y lugar de adiestramientos etc.
Tampoco sabemos oficialmente qué rutas e itinerarios, serán atendidos, tampoco sabemos sobre estudios de mercado, seguros, proveedores etc.
Los requisitos sobre concesión, licencias de personal, permisos y certificaciones correspondientes, así como certificado de aeronavegabilidad de las aeronaves y cualquier otro necesario, seguramente no serán problema por tratarse de una empresa aérea del gobierno y tendrá toda la prioridad del caso, como quien dice aprobación fast track.
Como sea, para lograr éxito también se necesita conformar un cuadro directivo y administrativo profesional, con experiencia, y ese no se va a encontrar entre militares que lógicamente por su formación desconocen los grandes retos de la aviación civil.
Un grupo directivo civil profesional y experto puede costar muchos millones anuales y, hasta ahora, no hay la menor información al respecto de algún nombre.
La aviación comercial ha demostrado, a través de los años, que no puede ser sostenida por la improvisación y el desconocimiento.
Esa improvisación y esa falta de experiencia han causado no solo quiebras y una larga historia de fracasos, sino tristemente también vidas humanas.
Existen reglas muy claras y requisitos de estándares indispensables que son de nivel nacional e internacional, con los que que la nueva Mexicana debe cumplir para operar segura y eficientemente.
Si el gobierno y sus administradores militares no hacen las cosas bien desde un principio, de la A a la Z, en el futuro se puede poner en juego la vida de seres humanos y eso no es aceptable bajo ninguna circunstancia.
Seis meses, incluso un año, no es tiempo suficientes para resolver todos los problemas y cumplir todos los requisitos para iniciar operaciones desde cero.
Pasando a otra cosa, para terminar la semana, hemos sabido en redes de una nueva prórroga hasta el mes de septiembre para que las líneas aéreas de carga abandonen el Benito Juárez y reubiquen sus operaciones en el aeropuerto Felipe Ángeles.
Algunas de ellas ya han realizado algunos vuelos a ese aeropuerto que, como se puede ver, se estará convirtiendo muy pronto en la base de la Fuerza Aérea Mexicana más grande del país y en un puerto carguero pero, por ahora, nada más.
Este aeropuerto sigue siendo, por muchas razones, no conveniente, especialmente por cuestiones financieras para la operación de aerolíneas nacionales e internacionales, con excepción de unas pocas, que operan algunas frecuencias porque parece que han sido prácticamente obligadas a hacerlo.
El común de los pasajeros no quieren viajar a y desde este aeropuerto, y muchos de los que lo hacen es solo por curiosidad y no todos han reportado muy buenas experiencias.
Y ya que hablamos de aeropuertos, los medios han Informado que el presidente ha mandado que la deuda por bonos en la cancelación del de Texcoco, que tuvo un costo 331mil millones de pesos, ahora sea convertida a deuda pública, o sea, que será pagada con los impuestos de los mexicanos y por sus hijos, así de fácil.
También se supo en medios de información y redes que se contempla la renovación total de la terminal 1 del aeropuerto Benito Juárez, que ha pesar de todos los aparentes intentos por acabarlo sigue siendo el más importante de México, y uno de los de mayor tráfico aéreo de Latinoamérica.
Seguramente seguirán las noticias y surgirán nuevos retos para nuestra industria aérea que, a pesar de la categoría 2 y de todo lo demás, sigue en la batalla por superar toda clase de obstáculos y rigidez burocrática para alcanzar su éxito y desarrollo.
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