Los vuelos comerciales, corporativos y cargueros alrededor del mundo han estado desde siempre, y seguirán estando, sujetos a todo tipo cancelaciones, desviaciones a aeropuertos alternos y demoras.
Desde luego, esto representa un gran impacto y afecta a millones de usuarios cada año, provocando además fuertes pérdidas financieras para las aerolíneas.
Todos sabemos que, de un tiempo a la fecha, las líneas aéreas nacionales y extranjeras y los pasajeros que las utilizan han debido lidiar con todo tipo de problemas operativos dentro de nuestro territorio.
Estos problemas se han derivado, principalmente, por aeropuertos saturados, como lo es el Internacional Benito Juárez y por otros aeropuertos de la red mexicana, que no cumplen con los requisitos técnicos y de estructura necesaria para poder absorber la gran cantidad de aeronaves que operan cada día.
En los últimos días se ha presentado un verdadero caos en los principales aeropuertos de la red nacional, especialmente en el Aeropuerto Benito Juárez, derivado de la actividad volcánica del Popocatepetl, que ha acumulado días de constantes explosiones, fumarolas y ceniza volcánica, y que ha tenido graves consecuencias operativas que, incluso, han derivado en el cierre del aeropuerto a toda las operaciones durante horas.
Tanto los administradores de los diferentes aeropuertos, así como los de los empleados de las líneas aéreas, deben comprender que los pasajeros no son especialistas y no conocen el medio.
Un buen protocolo de constante información, real y oportuna, debe ser establecido para evitar muchos de los problemas que los propios pasajeros pueden causar, por ignorar los procedimientos de seguridad de los aeropuertos y de las aerolíneas.
Del mismo modo, los pasajeros deberían comprender que todos los procedimientos que se deciden, cuando hay condiciones de mal tiempo, fallas de equipos de vuelo o saturación de aeropuertos, son procedimientos internacionales, establecidos para velar por su propia seguridad, por su propia vida.
Ninguna aerolínea desea tener demoras o cancelaciones, que cuestan muchos millones de pesos y, desde luego, que ningún tripulante, piloto o sobrecargo, quiere dejar tirado un vuelo, pero éstos deben respetar lo establecido en leyes y reglamentos en cuanto a horas de servicio de vuelo máximo que pueden realizar, que son ordenamientos no solo nacionales sino internacionales.
La historia nos ha demostrado, por cierto, que no pocos accidentes fatales se han registrado debido a malas decisiones y errores de apreciación por parte de tripulantes fatigados, por lo que debe ser bien entendido que, en la cabina de una aeronave, deben estar los controles pilotos bien entrenados, descansados, alertas y listos para resolver cualquier emergencia o problema de vuelo.
Lo mismo sucede con los sobrecargos entrenados que, por cierto, no se consiguen en ningún Oxxo, como ha dicho el dueño de una importante aerolínea nacional y que tienen la responsabilidad de aplicar procedimientos de urgencia y, en su caso, de evacuación de pasajeros en caso de accidente o incidente.
Ofrecer café a los pasajeros es una cortesía, los sobrecargos están entrenados en procedimientos de seguridad, y ésta es su verdadera función a bordo.
Los problemas operativos se van a seguir presentando.
Las demoras y cancelaciones o desviaciones de vuelos, son parte de la historia, presente y futuro de la industria aérea mundial.
En México, hoy se presentan problemas adicionales, que también deberían ser informados al público y que tienen que ver con la falta de tripulantes a algunos vuelos, debido a que estos no cuentan con licencias y exámenes médicos que son necesarios.
La entrega de licencias a personal técnico y los exámenes de Medicina de Aviación, son retrasados constantemente por la autoridad aeronáutica, debido a la ineficiencia y burocracia que ya está afectando de manera importante a toda la industria.
Los empleados de las aerolíneas tienen la obligación de atender e informar eficiente, adecuada y verazmente a los pasajeros sobre cualquier problema que pueda afectar su vuelo.
Los pilotos y sobrecargos, así como todo el personal involucrado en una operación aérea, deben seguir actuando profesionalmente y anteponer la seguridad de sus pasajeros antes que cualquier otra consideración o presión… Venga de donde venga.
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