Nuevamente es importante abordar la necesidad de que México tenga una política de Estado en materia de aviación.
En nuestra industria aérea existe un vacío, desde hace décadas, en materia aeronáutica y no se ha llevado a cabo una investigación a fondo, descriptiva, teórica y cualitativa que nos lleve a llenar ese vacío al que nos referimos y que, por cierto, ha sido una de las causas de que las autoridades aeronáuticas hayan sido degradadas a categoría 2 por parte de FAA.
Una política aérea de Estado tiene como objeto modernizar las estructuras, reglamentos y procesos generales, regulando y anteponiendo los intereses de la industria aérea mexicana ante los embates lógicos de una competencia, debido a la globalización de la aviación comercial.
Hoy por hoy, el Estado mexicano tiene serias limitaciones para crear, implementar y ejecutar una política aérea sólida, y esto queda demostrado todos los días.
Siguen siendo la falta de recursos económicos y humanos, la burocracia, la corrupción y reglas obsoletas de los años 60 -además de falta de voluntad política para lograr el cambio- lo que tiene a nuestras autoridades aeronáuticas atrapadas en la ineficiencia.
La aviación comercial de México está acumulando nuevos desafíos y, en plena recuperación de la industria en todo el mundo, parecería estar como atada de manos, dejando ir grandes oportunidades no solo para la industria sino para el pais.
Insistimos en que no se ha logrado alcanzar la modernización estructural y las autoridades de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) de México enfrentan serios retrocesos en el manejo de la nueva tecnología y en la formación de talento humano, y ni hablar de la falta de un presupuesto adecuado para poder hacer su trabajo.
Para establecer una política aérea de Estado se requiere el análisis serio de la situación de la industria por parte de todos los involucrados, llevar a cabo la revisión a fondo del marco legal, normas y reglamentos y efectuar los cambios necesarios para lograr la modernización de todos los procesos.
La globalización, que vemos a pesar de todo tipo de crisis mundiales, nos deja claro que la economía del planeta sigue en constante crecimiento y se encuentra entrelazada con el transporte aéreo, el cual debe ser seguro, rápido y accesible.
El transporte aéreo se ha convertido en una característica aceptada del mundo moderno, eso asegura su crecimiento futuro, por lo que nuestro país debe darle el lugar que merece y que le conviene para que se convierta en un detonante social y económico que nuestro país requiere.
En el caso de México, el gobierno y las autoridades de aeronáutica civil deben considerar la industria aérea como una cuestión de seguridad nacional y actuar en consecuencia, promoviendo las reglas que aseguren los intereses de nuestra aviación comercial.
La industria aérea mexicana enfrenta hoy nuevos retos y amenazas.
Ejemplos hay muchos, pero el solo hecho de pensar en la apertura de nuestros cielos al cabotaje aéreo, permitiendo la operación doméstica por parte de aerolíneas extranjeras, resulta ser un verdadero atentado en contra de la viabilidad y desarrollo de nuestras aerolíneas nacionales, que hoy realizan grandes esfuerzos para alcanzar su consolidación.
Los intereses de nuestra industria aérea deben ser cuidados, no solo por lograr el éxito de la propia industria, sino por lo que ésta significa en el desarrollo socio económico de México.
Las decisiones que se tomen, durante los próximos meses en materia aeronáutica, podrían representar el desarrollo y éxito de nuestra aviación comercial o su retroceso.
En algunos países en los que se ha descuidado una industria que, sin duda, es motor de progreso se han pagado las consecuencias económicas y sociales que han marcado su desarrollo.
La industria de la aviación mexicana sigue en espera de una política de Estado que garantice sus intereses y la soberanía del espacio aéreo nacional, y para lograrlo solo falta el reconocimiento de su vital importancia por parte de gobierno y autoridades, así como su actuación decidida y responsable en consecuencia.
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