La industria aérea de nuestro país ha pasado por muchas crisis, sin embargo la actual provocada por el coronavirus es sin duda la peor de todas.
A lo largo de los años, en México han surgido muchas aerolíneas y otras tantas han desaparecido debido a diferentes causas, siendo la gran mayoría de ellas previsibles, aunque la desaparición de otras en su momento han resultado ser verdaderas sorpresas.
Como sea, ha habido dos aerolíneas que, a través de los años, han sido las más importantes de nuestro país: Aeronaves de México y Mexicana de Aviación.
Aeronaves fue llevada a la quiebra en 1988 y hay que decir que esta empresa había sido afectada por una gran crisis, una verdadera pandemia de corrupción e ineficiencia operativa y financiera ante la complicidad inconsciente de muchos incluyendo de sus trabajadores.
Después de la quiebra vino la sindicatura y luego la formación de la nueva Aerovías de México. Esto se dio ante una gran necesidad nacional ya que no existía una aerolínea substituta. La nueva inició operaciones con contratos laborales en cero, bajo el mismo nombre comercial y de esta manera Aeroméxico inició operaciones en octubre de ese mismo año, 1988.
Por otra parte, hace ya casi 10 años que Mexicana de Aviación, la primera línea aérea de México, suspendió operaciones gracias a una administración fraudulenta que vino a afectar enormemente a más de 8 mil familias y a un gran número de jubilados.
Al día de hoy, la quiebra de la empresa no ha causado estado y sigue manteniendo activos importantes que podrían ayudarla a resurgir si hubiera voluntad política y altura por parte de todos sus trabajadores para hacerlo.
Uno de esos, y quizá el más grande activo, es la marca Mexicana de Aviación y no se sabe quién es el dueño legal de ella.
La mayoría de los trabajadores de Mexicana culpan a gobiernos anteriores por lo sucedido y están esperanzados en las promesas de campaña de López Obrador, quien se comprometió a revisar a fondo el caso, votaron por un sistema que hoy nuevamente los está abandonando y no solo eso, sino que sigue poniendo más y mayores obstáculos como la reciente revocación de las concesiones aduanales 17 y 18, que deberían estar vigentes por lo menos hasta el año 2025.
Esta revocación se da bajo el pretexto de que la empresa está quebrada, lo que como ya hemos dicho es una figura legal que no ha causado efecto y ahora es de esperarse por lo menos un amparo ante este nuevo procedimiento que parece hasta abusivo.
Si no se ha declarado oficial y legalmente la quiebra de Mexicana de Aviación quedan esperanzas, aunque tal parece que los trabajadores están más preocupados por recibir indemnizaciones económicas que por ver a su empresa volar nuevamente. Desde luego esto es algo por lo que no pueden ser culpados después de diez años y estando en medio de una crisis mayor.
Alguna vez comentamos en este mismo espacio que lo mejor, lo más importante y lo que debería ser salvado por los diferentes sindicatos de CMA era justamente la marca Mexicana de Aviación por todo lo que ella implica y lo que representó para México por décadas.
Seguramente habría muchos inversionistas nacionales e internacionales que estarían dispuestos a arriesgar su dinero si los trabajadores fueran los dueños reconocidos de una marca tan importante en todo el mundo, porque esos inversionistas conocen la calidad y la experiencia de cada uno de los trabajadores en sus distintas áreas y serían garantía de éxito.
Quizá éste sea uno de los puntos importantes en los que se debería de haber trabajado porque, insisto, hasta hoy no sabemos quién es el dueño legal de la marca CMA.
Quizá vale la pena investigarlo y de ahí se podría tener otra perspectiva para tomar otros caminos y otras decisiones.
Desafortunadamente, no se pueden tener muchas esperanzas de que el gobierno de la 4T sea la salvación de la empresa o de sus miles de trabajadores, por mucho que les hayan prometido, porque hasta hoy es claro que no existe la voluntad gubernamental de hacer algo por ellos.
Los trabajadores de CMA podrían recuperar algunos millones de pesos pero nunca van a recuperar lo que realmente les arrebataron y que no solo fue su trabajo sino una parte muy interna de cada uno y merecen por lo menos ser atendidos, ser escuchados y desde luego ser apoyados.
Si tan solo hubiera voluntad política y eficiencia.
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