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23/11/2024

Urgen acciones de DGAC

Francisco M. M… / Jueves, 6 Septiembre 2018 - 09:30

Durante dos años he tenido la oportunidad de aportar mis puntos de vista personales en esta columna, y me he referido en más de cinco veces a la problemática actual de las escuelas de aviación en nuestro país, así como la inusual cantidad de incidentes y accidentes en que se han visto involucradas en los últimos meses.

Desafortunadamente, tal y como lo he reiterado en este mismo espacio, los accidentes se siguen presentando y van en aumento.

Me he referido muchas veces a la urgente necesidad de que las autoridades de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) intervengan de una vez por todas mediante auditorías no programadas, profundas, completas y honestas, a todas las escuelas de aviación en México, y obligarlas a hacer lo que sea necesario para garantizar operaciones de instrucción seguras, en todos los sentidos.

Hay quienes se han manifestado en contra de esta idea, alegando que sus escuelas cumplen al pie de la letra con programas, leyes y reglamentos establecidos. Y yo diría que entonces esos programas, leyes y reglamentos deberían ser revisados y modernizados, pues tal parece que ante tanto accidente resultan –por decir lo menos– muy laxos e insuficientes... y las pruebas están a la vista.

Y es que hace apenas un par de días, dos aviones Cessna de instrucción de la escuela de aviación México presentaron accidentes en una misma jornada –uno en el estado de Guerrero y otro en Morelos–, aumentando con esto el número de eventos que ha sufrido esta escuela y que ya han costado vidas humanas.

En otros países, cualquier escuela que sufra ya no digamos uno sino dos accidentes en un solo día amanecería con sus puertas cerradas y las suspensión de cualquier operación por parte de la autoridad, al menos hasta que se lleve a cabo una investigación profunda de sus programas de instrucción y de los encargados de llevarlos a cabo.

¿Cuáles pueden ser las causas principales del escandaloso aumento de incidentes y accidentes en escuelas de aviación en México?

Primeramente tenemos que hablar de la falta de acciones serias, eficaces y contundentes por parte de la DGAC para poner orden en un sistema que simplemente no está funcionando, ya sea por fallas en la estructura o por un déficit de una cultura de prevención.

Segundo, los accidentes pueden estar siendo provocados por un pésimo programa de entrenamiento, o un pésimo programa de mantenimiento, o quizá por ambos.

Parece ser que la autoridad no se entera de la falta de experiencia de muchos instructores de vuelo, quienes reciben un pago de risa –porque son exalumnos urgidos de trabajo– y tienen registradas alrededor de 390 horas de vuelo –lo que en experiencia significa nada–, y que son sujetos a un ligero entrenamiento de vuelo y en tierra solo para cumplir con un reglamento antiguo e ineficaz.

Finalmente, la falta de seguimiento de los reportes en bitácoras de mantenimiento de aviones –que por cierto en su mayor parte ya forman una flota antigua–, y la aparente falta de preparación general de los alumnos antes de volar solos, están conformando un coctel sumamente peligroso y estamos siendo testigos de ello.

Así, las escuelas de aviación deberían hacer conciencia sobre el delicado trabajo de formación de pilotos que tienen en las manos, reconocer sus fallas y actuar de inmediato para corregirlas.

Por su parte, la DGAC debería actuar de inmediato, auditando y corrigiendo los programas de instrucción de tierra y vuelo, y certificando a quien los imparte.

Nuevamente, desde este espacio hago un respetuoso llamado a todos los involucrados, empezando con nuestras autoridades aeronáuticas, para que actúen ante el grave problema que hoy enfrenta la mayoría de las escuelas de aviación en México.

Ya lo hemos dicho y lo sostenemos ahora, DGAC México tiene el deber y la alta responsabilidad de velar por la seguridad de instructores y alumnos, y no se puede dar el lujo de permitir más accidentes y pérdida de vidas con el simple pretexto de que no cuenta con recursos humanos y económicos para actuar. Porque una sola vida bien vale la pena buscar la manera de hacer las cosas mejor.
 

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