Desde que tengo memoria, siempre que hay un importante proyecto gubernamental en Mexico, no falta la intervención –y hasta el manoseo– de los diversos intereses involucrados en todo el proceso, incluso desde mucho antes de que dicho proyecto se haga público.
Desde luego, el proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México no podría ser la excepción; además, esos intereses que hoy intervienen son tan grandes como la misma obra, que es por mucho la más importante del sexenio. Aunque, desafortunadamente, tal parece que no se ha escuchado seriamente lo que tienen que decir los verdaderos conocedores y expertos en el tema. Estamos hablando de muchos pero muchos millones de pesos que, al final, y como sucede siempre, serán más de los originalmente previstos.
Desde un principio se levantaron voces de profesionales calificados para dejar claras las razones por las que este nuevo aeropuerto no debería ser construido en el área donde se ha decidido. Una de ellas fue la de José Luis Luege, exdirector de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en el sexenio de Felipe Calderón, quien sostuvo que "no sólo es inconstitucional, incompatible y muy costoso, sino que dicho botín de la presidencia implica un altísimo riesgo para la población y la infraestructura de la Ciudad de México", y además provocará enormes inundaciones y hundimientos en el suelo de la ciudad.
De acuerdo con información publicada en la revista Proceso, los estudios hidrológicos y geológicos realizados por los técnicos de la Conagua, que el gobierno de Peña Nieto ha desdeñado, advierten que los terrenos del otrora lago de Texcoco no son aptos para ninguna construcción, menos para una con las dimensiones y el impacto del nuevo aeropuerto.
Tras una investigación de dos años por parte de los expertos, se llegó a la conclusión de no construir un nuevo aeropuerto en los terrenos propuestos, porque resultaría incompatible con la vocación reguladora de grandes volúmenes de agua de lluvia y drenaje que tiene el vaso de Texcoco, así como con los beneficios ambientales del lago Nabor Carrillo, refugio de aves migratorias.
El proyecto contempla la construcción de una de las pistas sobre la laguna de regulación y planta de bombeo profunda del sistema Casa Colorada. Al respecto, los especialistas sostienen que en caso de tormentas las consecuencias podrían ser catastróficas, eso sin tomar en cuenta los cuarenta centímetros de hundimiento promedio que registra cada año esta área. Eso sería gravísimo para la infraestructura de la ciudad, tanto la civil de comunicaciones, carreteras y caminos como toda la infraestructura de obra pública, pistas, plataformas y edificios.
Muchas autoridades, empresas y personas están involucradas en la construcción de este nuevo aeropuerto, que se está realizando a pesar de las opiniones de los profesionales que, aseguran, el impacto podría ser catastrófico para el propio aeropuerto y para la Ciudad de México.
Por ahora existe un extraño silencio en los medios de comunicación en lo referente a esta magna construcción, pero son tantos los involucrados y con intereses tan diferentes, que, afirmo con seguridad, seguirán surgiendo todo tipo de problemas políticos y económicos.
Conforme pase el tiempo, y no mucho por cierto, sabremos si las predicciones de los expertos eran correctas y, por lo tanto, si se está construyendo el "elefante blanco" más grande y costoso del mundo, o por el contrario, si vamos a contar con un aeropuerto internacional eficiente y seguro no sólo para las operaciones aéreas sino para los millones de habitantes de la Ciudad de México y sus alrededores.
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