Las autoridades colombianas han comenzado a difundir información oficial sobre las probables causas del fatal accidente del avión de LAMIA, que transportaba al equipo de fútbol brasileño unas semanas atrás. Ahora, es posible externar algunas opiniones al respecto.
Se ha informado inicialmente que la falta de combustible fue la causa de la falla de los cuatro motores del avión, la falla total de energía eléctrica y de este grave accidente, entre otros factores contribuyentes.
Para decidir sobre la cantidad de combustible necesaria para efectuar un vuelo intervienen varios profesionales, quienes actúan en combinación con las políticas particulares de la aerolínea, performancia de la aeronave y reglamentos internacionales.
El cálculo de la cantidad mínima de combustible que un avión debe contener en sus tanques al iniciar un vuelo toma en cuenta diversos factores: la distancia total por recorrer; las altitudes y velocidades de vuelo; las condiciones meteorológicas y vientos superiores; áreas restringidas, tráfico aéreo, zonas de turbulencia, condiciones de aeropuertos alternos tanto en ruta como en el destino, entre otros.
Los documentos y el plan de vuelo oficial que avalan toda esta información deben llevar las firmas de aceptación y el visto bueno de todas las personas involucradas en el despacho del avión, incluyendo la del piloto al mando, quien sobre todas ellas y apoyado por la ley, tiene la última palabra y la última decisión sobre la carga de combustible.
En este sentido, la palabra del capitán no se discute (o no debería discutirse) y solo se apoya de información actualizada y elementos adecuados para ayudarlo a formar su criterio en todos los aspectos referentes al vuelo, y así poder tomar la decisión de la que dependen tanto la seguridad del avión como de sus pasajeros.
Un aviador profesional, responsable y con sentido común, difícilmente permite presiones de nadie. Y siempre antepone la seguridad y se asegura de tener una carga de combustible necesaria y suficiente, de acuerdo a lo establecido por la ley y al tipo de vuelo que va a realizar.
Desafortunadamente, en el caso del vuelo de LAMIA, una vez más ha sido la última línea de defensa, el último eslabón de la cadena el que, de acuerdo a la información, ha fallado. Es decir, el piloto al mando, quien aparentemente de manera consciente llevo el avión a su límite de operación, y eso tuvo como triste consecuencia la muerte de 71 personas incluyéndolo a él mismo y a su tripulación.
En los días y meses por venir habrá mayor información oficial sobre este trágico evento y posiblemente surgirán cargos, nombres y posiciones que actuaron totalmente fuera de la ley, ya sea por colusión o al menos por omisión.
También llegarán a definirse cuales fueron las verdaderas razones que un piloto profesional, entrenado y con experiencia, pudo tener para dejar que su avión llegara a donde aparentemente su cerebro no lo había hecho, sin haber tenido además la retroalimentacion o ayuda de su copiloto (quien también era consciente de la grave situación), sin realizar una adecuada coordinación y aplicación de las reglas de aprovechamiento de recursos de cabina.
Pronto conoceremos las causas probables y razones que los llevaron a poner a su aeronave al límite de autonomía de vuelo y máximo alcance, sin medir las predecibles consecuencias y sin haber informado a los servicios de control de tráfico aéreo de la emergencia, aun después de haber perdido dos motores por falta de combustible.
Hace unos días, un colega piloto publicó en redes sociales un par de fotos en donde aparece el panel de instrumentos de su avión y las luces de alarma de bajo nivel de combustible, encendidas poco después del aterrizaje, lo que pudo ser potencialmente peligroso y desde luego totalmente ilegal.
Dicho esto, más allá de todos los imprevistos e imponderables que puedan presentarse durante el desarrollo de un vuelo, un piloto con buen criterio y conocimiento también puede "oler", prever y evitar estos imponderables o imprevistos en la mayoría de los casos.
Entre otras cosas, este aviador se refirió a las políticas de ahorro de su aerolínea, que "obligan" a sus pilotos a volar con cargas mínimas de combustible, para aterrizar posteriormente apenas con unos kilos de remanente en sus tanques. Y también de las presiones a que todos los involucrados en el despacho del avión están sujetos para aplicar dichas políticas.
Es necesario remarcar que, al final, solamente corresponde al piloto al mando, por encima de cualquier otra persona o política empresarial, tomar las decisiones que garanticen el cuidado y seguridad de sus pasajeros, de su tripulación y de su aeronave.
El capitán es la última línea de defensa y el último responsable de los eventos de vuelo en los que se involucre el avión bajo su mando.
Ya lo lo dijeron quienes nos enseñaron y ojalá lo vayan aprendiendo también las nuevas generaciones de aviadores. Y de paso, lo comprendan los administradores a la hora de hacer sus cuentas y definir sus políticas de ahorro:
El único momento en que el combustible está de sobra en los tanques es cuando el avión está en llamas".
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