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16/11/2024

¿Dónde estamos y a dónde vamos?

Francisco M. M… / Jueves, 23 Junio 2016 - 09:16

La industria aérea actual de casi todo el planeta se mueve a una velocidad impresionante.

Los gobiernos y las aerolíneas, principalmente los asiáticos y del Medio Oriente, han aprendido de la historia y comprendido muy bien que el tema aéreo no sólo significa mucho dinero, sino también una cuestión de seguridad nacional.

Se han adaptado a los tiempos actuales en los que para sostener y hacer exitosa a su industria se requiere de acciones eficaces, con visión de futuro, de reglas claras y políticas gubernamentales perfectamente establecidas basado todo en la no corrupción y la no impunidad.

Saben que necesitan de profesionales y verdaderos conocedores que manejen y decidan sobre los difíciles temas del transporte aéreo comercial mundial, y eso está llevando a esos países y sus aerolíneas a crecimientos que nadie hubiera podido pensar hace apenas 15 años, incrementando el número de pasajeros transportados en millones y millones en todo tipo de rutas y destinos alrededor del mundo.

Los empresarios del otro lado del mundo han comprendido bien las necesidades de los profesionales que han contratado en las diferentes áreas, conocen sus capacidades, saben que son su más grande activo y los tratan en consecuencia a través de los contratos más jugosos del planeta, y sin sindicatos de por medio como nosotros los conocemos, por cierto.

Esos empresarios y administradores de aerolíneas entienden muy bien el juego de "yo gano, tú ganas y todos ganamos", y no hay grandes pleitos por revisiones de los contratos.

Cualquier verdadero profesional conoce las cuatro fuerzas que intervienen en el vuelo de un avión: empuje, resistencia, levantamiento y gravedad, que al ser controladas y niveladas mantienen a una aeronave en el aire.

Desafortunadamente no en todas partes pasa lo mismo, y México es una buena prueba de ello, porque aquí no mucho se controla, y poco se nivela dejándonos ver claramente que las cuatro fuerzas que algunos conocen son: resistencia, resistencia, resistencia y resistencia.

No importa de quién hablemos y cuál sea su función. Personas, instituciones, autoridades aeronáuticas y gubernamentales, sindicatos, empresarios, en fin, todos los involucrados en la industria aérea jalan hacia su parcela y cuidan sus intereses haciendo de nuestra aviación una que, de no ser catapultada con la ayuda de alguna otra empresa de poder internacional, hace tiempo que ya hubiera quedado en el olvido como muchas en el sur de nuestro continente o África, solo por decir dos ejemplos.

Lo anterior pesa, molesta y entristece, porque hay que aceptar que en nuestro país existen verdaderos profesionales, gente preparada, conocedora y con experiencia en los diferentes temas aéreos, pero desafortunadamente pocos son tomados en cuenta para ocupar los puestos importantes en los que se toman las decisiones; en su lugar, se asignan políticos de toda clase, que la mayoría de las veces son ignorantes de los temas de la industria provocando burocracia, corrupción, lentitud en la toma de decisiones, falta de planeación y el consecuente retraso en la industria. Mexicana de Aviación es un buen ejemplo de cómo es que no se deben hacer las cosas.

Hace algunos años, la aviación de nuestro país fue degradado a categoría dos por parte de Estados Unidos por no cumplir con los estándares internacionales y esa degradación (aunque la sufrieron) no fue impuesta para Aerolíneas, empresarios y trabajadores, sino para las autoridades aeronáuticas que fueron muy mal calificadas en su funcionamiento.

Hay que decir que desde entonces no se ha visto un gran avance y nuevamente se han relajado algunas políticas en materia aeronáutica.

Por cierto, hace unos cinco años escuché por primera vez sobre el proyecto para sustituir a la DGAC por una nueva e independiente autoridad aeronáutica formada por profesionales expertos y con reglas y protocolos perfectamente claros. Lo que nos dicen hoy es que "muy pronto" será una realidad y la pregunta es: ¿ese "muy pronto" también va a tomar otros cinco años o quizá más para que la veamos funcionar?

No todo es cuestión de repartición de slots y construcción de aeropuertos nuevos, no todo es cuestión de autorización de fusiones y compra de aviones o de convenios aéreos, sino también existen reglas claras, instituciones modernas y se necesita una verdadera política aérea de estado que sea eficaz y transparente.

No podemos avanzar a las grandes ligas de la industria aérea mundial si quienes dirigen nuestras autoridades aeronáuticas a todos los niveles no son conocedores, profesionales, éticos, rápidos , efectivos y eficaces en hacer su trabajo.

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