Cuando tuve la fortuna de ingresar como miembro de ASPA, en el año de 1970, la asociación ya tenía una historia de doce años de vida como sindicato, y hay que decir que para esos días ya habían pasado los más difíciles de su historia, que comenzó en 1958.
En ese año, un grupo de pilotos honestos y muy valientes, de los cuales tuve el privilegio de conocer a muchos, lo arriesgaron todo incluyendo su integridad física y las de sus familias para lograr la fundación del grupo sindical que ha sido ejemplo, no sólo en México sino reconocido en el mundo entero por su estructura democrática, y por la lucha sin cuartel en la defensa de los derechos laborales de los pilotos profesionales mexicanos.
El libro "El Despertar de las Águilas" escrito por el Capitán Tarazona da cuenta de esa cruenta lucha, los fracasos y los grandes éxitos, así como de todos los graves conflictos que se vivieron en esos días, no sólo con los empresarios y dueños del capital , sino con los más grandes detractores políticos de la época, hasta que el presidente Adolfo López Mateos aceptó y reconoció a ASPA como sindicato representante de los pilotos Mexicanos.
Durante mi vida como miembro activo de ASPA, viví de la mano de excelentes compañeros y amigos los días más tristes de mi carrera, como fue la quiebra de nuestra querida filial Servicios Aéreos Especiales (SAE) en 1974, después la quiebra de Aeronaves en 1988, aunque también vivimos contentos y orgullosos el nacimiento de Aerovías de México, lo que no hubiera podido ser nunca sin la ayuda, apoyo, esfuerzo y profesionalismo de muchos trabajadores comprometidos con el proyecto.
Durante cuarenta años como miembro activo pude vivir todo tipo de problemas y crisis laborales-contractuales con las empresas con contrato colectivo firmado con nuestro sindicato, y muchos problemas internos como la dolorosa quiebra de la caja de Jubilaciones y retiros que dejó a muchos pilotos retirados de esos días sin recursos económicos para poder sobrevivir dignamente. También vivimos otros problemas que llegaban desde el exterior, y que pusieron en peligro nuestras fuentes de trabajo y nuestra subsistencia como grupo sindical.
Actos terroristas, todo tipo de crisis financieras, pésimas administraciones, problemas políticos, epidemias, entre otros problemas, ponían en peligro a las empresas que siempre salieron adelante y se recuperaron con el apoyo y esfuerzo del grupo de pilotos y de todos sus trabajadores.
Para apoyar la solución de muchas de las crisis, los pilotos miembros de ASPA cedimos importantes cláusulas contractuales y prestaciones, aumentamos nuestras horas de trabajo y reducimos las de descanso, implementamos sistemas exitosos de ahorro de combustible en nuestras operaciones, retrasamos revisiones de contrato, firmamos toda clase de convenios de ayuda y siempre pusimos lo necesario para lograr mantener los aviones de nuestras aerolíneas en el aire... hasta que llegaron Gastón Azcárraga y compañía, y entonces acabaron con Mexicana de Aviación.
Ésta fue una etapa muy triste y muy difícil para la Asociación, porque la llevó a enfrentarse con empresarios corruptos, a medios de prensa pagados, a detractores de todo tipo y nivel, a un gobierno indiferente y también a un sistema de justicia burocrático y manipulador.
Por otra parte, se tuvo que lidiar con la falta de estrategias adecuadas de acuerdo a los tiempos, al desconocimiento real del problema, a los intereses de grupos, a la falta de previsión o visión de futuro, a una dirigencia errática (a la que por cierto, habrá de juzgar la historia de la asociación), y lo peor, a la división y falta de unidad y espíritu de grupo al interior del sindicato tal y como sucedió en 1988.
Los problemas y graves conflictos que ASPA no ha sido capaz de solucionar, y que han costado dolorosas pérdidas a lo largo de su historia han tenido siempre un común denominador, un claro por qué, una razón ineludible y eso es la falta de UNIDAD de sus miembros al interior. Me refiero a esa unidad a toda prueba que mostraron sus fundadores más allá del color del uniforme, el número de barras en las mangas y las alas en el pecho.
Al grave problema que podría significar la división interna en estos días habría que aumentar la falta de visión de futuro y de empatía, esa grave tendencia a ser reactivos en vez de proactivos y esa nada saludable, despreocupada y feliz estancia en la zona de confort de los últimos tiempos en la que se encuentran no pocos aviadores de la base.
Alguna vez tuve la oportunidad de compartir la cabina de vuelo con Mario Aguilera quién es el actual Secretario General de ASPA. Mario es una persona honesta y realmente comprometida con el grupo, profesional de primer nivel , trabajador e inteligente, con buena madera de líder pero no es un mago y no puede hacerlo ni pensarlo todo por sí mismo, ni sería deseable que lo hiciera.
El conflicto actual de ASPA con Aeroméxico (y el que se viene con Aeromar, en el futuro cercano) no sólo requiere de un líder adecuado para la época, sino también una dirigencia inteligente, con visión y compromiso que tenga estrategias claras, requiere de una asamblea general de pilotos participativa, bien despiertos y conscientes, unidos hasta sus últimas consecuencias, porque lo contrario puede significar perder nuevamente, y la desaparición del sindicato al menos como lo conocemos hasta ahora con las graves consecuencias que eso implicaría.
El Capitán Francisco Ballina fundador y dirigente de ASPA me dijo una vez "la unión del grupo lo es todo, lo significa todo y puede resolverlo todo. La división interna que para mí además es un signo nítido de la mayor estupidez, nos puede dejar sin nada"... y tenía razón, ya lo hemos visto.
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