Pasar al contenido principal
05/11/2024

El huracán Otis y la tecnología satelital

Fermín Romero / Jueves, 2 Noviembre 2023 - 22:05

Los huracanes son fenómenos meteorológicos que pueden ser monitoreados y rastreados mediante la tecnología satelital, que juega un papel crucial en el monitoreo de huracanes al proporcionar información en tiempo real sobre la ubicación, intensidad y trayectoria de estos y otros fenómenos meteorológicos. Los satélites meteorológicos proporcionan imágenes de alta resolución -en tiempo real- de la atmósfera, la temperatura del mar y otros datos concluyentes que permiten a los meteorólogos predecir la formación, rastrear la evolución y el comportamiento de los huracanes, identificar su trayectoria y prever su intensidad. Algunos de los sistemas satelitales utilizados para monitorear los huracanes incluyen el Sistema de Satélites Meteorológicos Geoestacionarios (Geostationary Operational Environmental Satellite, GOES) de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (National Oceanic and Atmospheric Administration, NOAA) de Estados Unidos, las agencias espaciales, científicas, meteorológicas y gobiernos de todo el mundo, operan una red de satélites meteorológicos que orbitan la Tierra en órbitas geo sincrónicas y polar.

Hace unos días, precisamente en Acapulco, 19-20 de octubre, ante la gobernadora de Guerrero, el secretario de Infraestructura Comunicaciones y Transportes, la alcaldesa de Guerrero y otros funcionarios de la entidad, los expertos mexicanos del espacio que concurrieron al 4 Congreso Nacional de Actividades Espaciales (Conaces) 2023 de la Agencia Espacial Mexicana (AEM), exponían las bondades de la tecnología satelital en áreas como los sistemas de alerta temprana y su importancia en la gestión de emergencias de los desastres provocados por fenómenos naturales. Ante la lamentable circunstancia, atestiguamos una realidad inexorable, una administración -en los tres niveles de gobierno- que exhibió su falta de capacidad de reacción -en tiempo y forma- y coordinación, que evidencia hechos reprobables (un presidente intentando llegar por tierra a las zonas afectadas, pudiendo sobrevolar con apoyo del ejército) como el uso de la tragedia a favor de su causa en tiempos políticos, además del desatino de ya no contar con el Fonden.  

Los satélites ayudan en la comunicación y coordinación de las respuestas de emergencia ante huracanes al proporcionar datos en tiempo real a las autoridades y equipos de socorro, lo que permite una mejor preparación y respuesta a estos eventos naturales, como ocurrió en el caso de Otis. Se sabe que el lunes 23 de octubre por la tarde, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (National Hurricane Center, NHC) alertó al gobierno de México que Otis era “potencialmente catastrófico”. Ese día, el NHC informó que la tormenta tropical tenía potencial de convertirse en huracán antes de alcanzar las costas mexicanas, por lo que mantuvo sus actualizaciones sobre sus posibles impactos. El martes 24 de octubre al mediodía Otis era aún una tormenta tropical, para la tarde, el NHC advirtió ya que el huracán -catalogado en ese momento como categoría 4- era “extremadamente peligroso” por lo que instó a acelerar las acciones para proteger la vida de las personas, ya que se predecían significativas inundaciones costeras y grandes olas destructivas, no obstante la opacidad y lentitud en la respuesta para atender la emergencia desde los tres niveles de gobierno fue notoria; por lo que bastaron nueve horas para que la intensidad alcanzara el punto máximo y se convirtiera en un huracán categoría 5. La madrugada del miércoles 25 de octubre, el centro del huracán tocó tierra en la costa central de Acapulco, Guerrero, con vientos de 270 kilómetros por hora y rachas de hasta 330 kilómetros por hora que arrasaron con todo a su paso, dejando una estela de destrucción, derribando y devastando todo, incluida la infraestructura de telecomunicaciones, además de provocar extensas inundaciones y cortes del suministro eléctrico. 

Las justificaciones no se hicieron esperar y a pesar de que la alerta con base en datos satelitales se había emitido oportunamente por parte del NHC se arguyó que los modelos matemáticos no indicaban que se podía intensificar tan rápidamente y que era probable que el huracán podía impactar como categoría 4, a pesar de que el NHC realizo un vuelo de reconocimiento e indicó que había mucho potencial de que el huracán se siguiera intensificando y que podía alcanzar e impactar en la categoría 5, la más alta en la escala de Saffir-Simpson. El NHC que funge como oficina regional de apoyo del United Nations Platform for Space-based Information for Disaster Management and Emergency Response (Plataforma de las Naciones Unidas que facilita el uso de información obtenida del espacio para la gestión de desastres y respuestas de emergencia), informó que “Otis se intensificó durante las últimas 24 horas, una marca sólo superada por el huracán Patricia en 2015”.

En este desolador escenario, los operadores de telecomunicaciones y sus equipos se dieron a la tarea de restablecer la infraestructura, las redes y los servicios de telecomunicaciones en Acapulco y sus alrededores más afectados. La destrucción, los esfuerzos de los técnicos e ingenieros por volver a levantar la infraestructura, los postes, las torres celulares, los cableados y los servicios es un trabajo titánico por la compleja situación en la cual se encuentra el terreno físico, además de que depende de otros factores como el restablecimiento del servicio eléctrico en un clima adverso. Otis afectó la infraestructura de operadores de servicios de telecomunicaciones móviles y fijas, por lo que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) buscó el apoyo de proveedores de redes satelitales para lograr comunicar a las poblaciones afectadas con esa tecnología, mientras los concesionarios y operadores logran restablecer la red dorsal y el servicio en su totalidad. 

La recuperación de las redes móviles y fijas y la continuidad de los servicios dependió de la reactivación de la energía eléctrica y la posibilidad de acceder a los sitios donde está la infraestructura. El apoyo de la tecnología satelital, los proveedores de estos servicios iniciaron la instalación de antenas y equipos en puntos estratégicos de ayuda y rescate, en Acapulco y Chilpancingo, lo cual permitió a los cuerpos de emergencia como la Cruz Roja, hospitales públicos, privados y otros servicios, el intercambio de información en la zona mediante el servicio de Internet, de utilidad para realizar sus labores de atención prioritaria. Viasat, proveedor de internet satelital, desplegó la movilización de un equipo de técnicos y expertos para ofrecer conectividad en la zona afectada y restaurar la conectividad satelital y agilizar las operaciones de comunicación y otros servicios tanto para el cuerpo de emergencias como para la comunidad en Acapulco y otras zonas de Guerrero.

De acuerdo con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Otis afectó a más de medio millón de usuarios del servicio eléctrico en Guerrero, lo cual impactó directamente a las redes de telecomunicaciones que dependen de la energía eléctrica, por lo que fue necesario el esfuerzo coordinado entre la CFE, los operadores de telecomunicaciones, las empresas de torres celulares, los fabricantes de equipos y sus integradores para restablecer tanto el suministro eléctrico como las comunicaciones, en medio de la desesperación y la impotencia de los habitantes y sus familias que necesitaban conocer urgentemente su situación. Las brigadas de emergencia desplegadas por los operadores de telecomunicaciones con plantas generadoras, baterías alternas, antenas satelitales y equipos móviles para reactivar los servicios de telefonía fija, móvil e Internet en las zonas afectadas solidariamente estuvieron acompañadas de víveres y herramientas para simultáneamente apoyar a los damnificados en la emergencia inicial. Adicionalmente, se habilitaron llamadas, puntos de acceso WiFi, y mensajes gratuitos, para facilitar la comunicación entre la población, sus familiares y las autoridades; ya que la incomunicación fue total durante las primeras horas -las más dramáticas- posteriores a la emergencia.

Aun a la fecha, las historias difundidas por la prensa nacional e internacional y las redes sociales dan cuanta de la magnitud de la tragedia que el gobierno se empeña en minimizar. Cifras exactas de decesos aún no están confirmadas ya que aun hay muchas personas desaparecidas sobre todo en las zonas altas donde los derrumbes sepultaron quizá a familias enteras, destrucción de hoteles y viviendas, el bloqueo de caminos, la caída de infraestructura en telecomunicaciones, población sin acceso a ningún tipo de asistencia mínima de agua ni alimentos y el consecuente éxodo de turistas varados y residentes locales que amenazados por la inseguridad, el saqueo y la rapiña se vieron obligados a buscar refugio y alimento lejos de la zona de desastre. Según medios locales, el 50% de los hogares y negocios en el estado recuperaron la electricidad el jueves por la noche. El daño material es cuantioso, miles de viviendas destrozadas, edificios dañados -preliminarmente un 80 % de hoteles afectados-, inundaciones y deslaves en carreteras tanto en Acapulco, como en comunidades más aisladas. Todo ello puede verse -esa es la ventaja de la tecnología espacial, “esos datos” no pueden esconderse- en el comparativo de las imágenes satelitales que muestran el verdadero impacto que el huracán Otis categoría 5 tuvo en las costas de Acapulco.

El Sitio web de la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) al día de hoy no señala ninguna declaratoria de emergencia, ni siquiera tecleando las palabras Guerrero o Acapulco en su motor de búsqueda. Por su parte, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), subraya que “los modelos de pronósticos internacionales no preveían en un inicio que el huracán evolucionara como lo hizo”. En Acapulco, “lo más común era registrar huracanes categoría 1. El huracán Pauline, de 1997 tuvo esa intensidad, pero con lluvias más fuertes, que provocaron inundaciones. El huracán más potente registrado en Guerrero y Michoacán fue el Madeleine, de categoría 4, en 1976”. Según el SMN, en los últimos 50 años, 270 ciclones han impactado a México, lo que lo convierte en uno de los países más afectados por estos fenómenos naturales”.

Por su parte, la comunidad científica mexicana intenta descifrar con mesura el origen de la veloz transformación de Otis, hasta el momento atribuida a la temporada de El Niño y el aumento de temperaturas del océano, de acuerdo con investigadores de instituciones como el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), el Instituto de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). En su opinión, los fenómenos que cambian tan rápido y a ese nivel son escasos, Otis impactó Acapulco con la más alta clasificación, y lo más común es que estos fenómenos alcancen la máxima categoría lejos de las costas y se debiliten al impactar en tierra; por lo que según declaraciones de las autoridades de Seguridad Pública y Protección Ciudadana -el 26 de octubre- se consideraba “algo atípico y poco probable”.

La velocidad con la que Otis se intensificó y convirtió en huracán categoría 5 fue atípica. Para los científicos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC) existe una relación directa entre la fuerza de los huracanes y el cambio climático, aunque la comunidad científica mexicana aún no lo confirma completamente. Lo que sí afirman es que la temperatura del océano Pacífico ecuatorial oscila entre un estado cálido y frío de manera natural (normalmente oscila entre los 23 y los 29 grados centígrados) por la presencia de los fenómenos de El Niño y La Niña. Este año, El Niño transporta corrientes submarinas con el calor proveniente desde los trópicos hasta las costas del Pacífico mexicano, lo que provoca que el océano Pacífico esté más caliente de lo normal, con temperaturas arriba de los 30 grados y tiene consecuencia en los ciclones; entre más caliente esté el mar, hay más energía para alimentar estos fenómenos. Pero no sólo es la temperatura superficial del mar el único factor que afecta la intensidad de los ciclones, también importa cómo están distribuidos los vientos en la atmósfera, según resultados de una investigación científica realizada por el laboratorio de pronóstico meteorológico del departamento Oceanografía Física del CICESE de Baja California. Por lo que sacar conclusiones tempranas o relacionar la tragedia ocasionada por Otis con el calentamiento global no es tan simple, en lo que si coinciden los expertos mexicanos es que el clima está cambiando de una manera acelerada y que este tipo de fenómenos pueden ocurrir con más frecuencia en el futuro e incluso ser más devastadores.

La crisis climática y sus impactos como Otis -según los expertos mexicanos- son una consecuencia de la constante extracción y quema de combustibles fósiles, el desorden territorial en las costas y playas (construcción de grandes complejos turísticos fuera de toda lógica ecológica), de la degradación de los ecosistemas que amenaza la sostenibilidad a largo plazo de la vida humana en el planeta como la conocemos. Las lecciones que nos deja esta enorme tragedia en un sitio turístico icónico para México y el mundo son suficientes para tomar acciones inmediatas. 

1. Es indudable el papel de la ciencia y la tecnología espacial, esta lamentable tragedia nos obliga como Estado, como gobierno, como nación a tomar decisiones importantes para el futuro del país. México debe no sólo elevar a rango constitucional las actividades espaciales, el siguiente paso -la legislación secundaria (Ley Nacional de Desarrollo Espacial)- debe garantizar que se destinen los recursos necesarios para que la Agencia Espacial Mexicana (AEM) desarrolle las capacidades necesarias para proteger y brindar bienestar a la población mexicana. Para ello, es imperativo que el gobierno federal destine en el presupuesto de egresos de la federación (PEF) al menos el 1% del producto interno bruto (PIB) al desarrollo de capacidades espaciales que permitan la observación de la Tierra para garantizar la seguridad nacional, proporcionar sistemas de navegación dedicados a la logística y seguridad de los transportes (terrestre, marítimo y aéreo), utilizar la percepción remota para localizar regiones ricas en materiales útiles para la producción industrial, favorecer la agricultura y pesca de precisión; los satélites de comunicaciones deben proveer de la conectividad de internet y telefonía para vincular a usuarios geográficamente aislados, la difusión de señales de radio y televisión, los servicios financieros, de telemedicina y educación a distancia, ayudar a reducir la brecha digital y mejorar el nivel y la calidad de vida de los habitantes de las regiones menos comunicadas, contribuyendo a mantener la seguridad de la sociedad e incrementando el nivel económico, social y cultural del país; los satélites de investigación científica permiten realizar estudios de la atmósfera y los océanos, utilizan datos meteorológicos y de reconocimiento que ayudan a prevenir desastres, a monitorear el cambio climático, más allá de la labor académica y tienen un gran impacto social, ya que recogen datos esenciales para la toma de decisiones en la gestión de recursos naturales, la protección del medio ambiente, la prevención o contención de enfermedades, la alerta temprana de los fenómenos meteorológicos, la respuesta oportuna y el seguimiento a las labores de rehabilitación en casos gestión de emergencias y desastres.

2. El país requiere del desarrollo espacial para retener al talento nacional que actualmente está siendo expulsado al extranjero y se encuentra beneficiando el desarrollo de otros países, empresas, agencias espaciales o centros de investigación, aun cuando esos estudiantes fueron formados con becas financiadas por fondos públicos. Es necesario que la AEM impulse sendos programas de desarrollo espacial con visión de largo plazo, como lo han hecho países como China, India y Corea del Sur, que hace apenas 30 años no tenían el desarrollo espacial con que actualmente cuentan y que los ha llevado a la Luna. El eje del desarrollo espacial en México está definido en gran parte por el diseño y formulación de un Plan Nacional de Articulación del Sector Espacial (Plan de Órbita 3.0, que incluya el programa nacional de actividades espaciales en forma periódica) y la Agenda Estratégica Espacial que impulse un Sistema Nacional de Innovación Espacial (SNIE), con base en la Ley Nacional de Desarrollo Espacial, a partir del nuevo Plan Nacional de Desarrollo que presentará la siguiente administración. Según la secretaria de Economía, México es ya la economía número 11 a nivel mundial y por lo tanto el país debe insertarse como un actor relevante en la comunidad espacial global. 

3. México requiere del compromiso decidido del gobierno para impulsar la formación de capital humano especializado a través de más carreras en el sector aeroespacial y espacial, además de promover políticas publicas que fomenten la inversión nacional y extranjera para generar en el mediano plazo un ecosistema espacial nacional y latinoamericano, especializado en el desarrollo de tecnología propia que se articulen en torno a la cadena de suministro del mercado espacial más importante del mundo, Estados Unidos y Europa. Para ello, es necesario el apoyo con recursos suficientes, leyes, planes, programas y sistemas a la AEM y a la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE), con sede en México, para que el sector espacial produzca resultados en forma, de acuerdo a las capacidades nacionales con las que se cuenta en la cuádruple hélice: gobierno, industria, academia y sociedad civil organizada. La apuesta a este modelo de desarrollo espacial, una inversión de presupuesto del Estado mexicano está dirigida no solo a fortalecer las capacidades espaciales nacionales sino a ejercer el liderazgo de nuestro país en la región y a posicionarnos en una posición respetable a nivel global en la comunidad espacial, además de favorecer a la sociedad mexicana con los beneficios de la ciencia y la tecnología espacial.

Otis dejó en claro las vulnerabilidades del gobierno en los tres niveles y en particular del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, incapaces de garantizar la seguridad, el agua potable, los víveres, la asistencia, la comunicación y la energía en las zonas más afectadas, el encono social es visible, aún hay miles de personas aisladas, incomunicadas y sin acceso a alimentos ni servicios básicos. La tecnología satelital es efectiva como herramienta para el monitoreo de huracanes al proporcionar datos en tiempo real sobre la ubicación, intensidad y trayectoria de estos eventos climáticos, lo que ayuda a proteger vidas y reducir los daños materiales, pero quienes toman las decisiones no reaccionaron oportunamente porque tienen su interés enfocado en la contienda electoral de 2024.

“Los  artículos firmados  son  responsabilidad  exclusiva  de  sus  autores  y  pueden  o  no reflejar  el  criterio  de  A21”

Facebook comments