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11/05/2024

China y sus pretensiones de dominio espacial

Fermín Romero / Jueves, 2 Marzo 2023 - 23:19

La cooperación internacional gubernamental en materia espacial era, hasta hace poco, el paradigma vigente en los grandes proyectos de investigación espacial, el ejemplo icónico, la Estación Espacial Internacional (EEI). Antes de la irrupción de la activa participación de las grandes empresas -cuando el monopolio de la actividad espacial lo detentaban los gobiernos-, era muy común leer o escuchar que un país no podía realizar solo un proyecto espacial de alto perfil. No obstante, la realidad actual está cambiando drásticamente.

En Estados Unidos, a principios de la década de los ochenta, la NASA concentraba las operaciones de fabricación de satélites, servicios satelitales, lanzamientos de cohetes y misiones espaciales, así como las aplicaciones de soporte terrestre. Ante la imposibilidad de mantener esas operaciones, descentralizó en la industria -civil y de defensa-, parte importante de la investigación y desarrollo de los sistemas para las misiones espaciales.

Hoy en día existen poco más de 90 países que llevan a cabo actividades espaciales. De acuerdo con el portal statista.com, en 2022, el gasto público mundial en programas espaciales alcanzó la cifra récord de 103.000 millones de dólares estadounidenses. En la cúspide de los presupuestos espaciales, Estados Unidos gastó 61.97 mil millones de dólares estadounidenses, lo que lo sitúa como el país con el gasto espacial más alto del mundo; le sigue China, con un gasto de 11.94 mil millones de dólares estadounidenses; Japón, 4.9 mil millones de dólares; Francia, 4.2 mil millones de dólares; Rusia, 3.42 mil millones de dólares; Alemania, 2.53 mil millones de dólares; India, 1.93 mil millones de dólares; Italia, 1.74 mil millones de dólares; Reino Unido, 1.15 mil millones de dólares; Corea del Sur, 0.72 mil millones de dólares, y la Unión Europea, en conjunto, 2.60 mil millones de dólares; destacando las agencias espaciales gubernamentales como los clientes finales del sector espacial global, ya que el mercado comercial final (ecosistema espacial) aún está en desarrollo en áreas como la industria satelital, las telecomunicaciones, el transporte (lanzamiento), el turismo y la minería espacial. Es un mercado espacial global que supera los 470 mil millones de dólares y que, según pronósticos de analistas, llegará a 1.1 billones de dólares en 2030.

La Administración Nacional del Espacio de China (CNSA) se estableció apenas en 2003, con un presupuesto anual inicial de aproximadamente 300 millones de dólares. Pero en 2016, China abrió su industria espacial a la participación de las empresas privadas, que invierten más de 1.500 millones de dólares anualmente, impulsando el desarrollo de las misiones espaciales de alto perfil.

En ese contexto, el programa espacial chino, con apenas tres décadas de existencia y su estrategia de tres pasos: envío y retorno de taikonautas al espacio en forma segura; desarrollo de tecnología avanzada de vuelo espacial y ensamblar y operar su propia estación espacial, es muy ambicioso en diversos rubros. China completó la construcción de la estación espacial Tiangong, de tres módulos, en noviembre pasado (plan aprobado en 1992) y planea expandirla con un módulo multifuncional para mejorar sus capacidades; la Tiangong tendrá su propia energía, propulsión, sistemas de soporte vital y vivienda. Los módulos agregados permitirán que más naves espaciales atraquen en la Tiangong, lo que ayudará a facilitar los planes para permitir que naves espaciales comerciales y turísticas atraquen en el puerto orbital. El programa de vuelos espaciales tripulados chino forma parte de los planes de China para 2030, de aterrizar astronautas en la Luna y enviar sondas para recolectar muestras de Marte, Júpiter y de asteroides cercanos a la Tierra.

La Tiangong está integrada por los módulos Zhenshou (cápsula para la tripulación o bote salvavidas); Wentian y Mengtian (laboratorios científicos); Tianhe (módulo central de vivienda principal) y Tianzhou (nave de carga robótica). 

China, tercer país que ha llevado astronautas al espacio y construido su propia estación espacial, después de Rusia y Estados Unidos, busca que la Tiangong reemplace a la EEI, que se prevé dejará de operar en 2031. China está por seleccionar astronautas internacionales para enviarlos a la Tiangong y llevar a cabo experimentos científicos conjuntos, para impulsar su cooperación espacial internacional y con ello demostrar su poderío espacial. En 2035 tiene previsto desarrollar cohetes reutilizables, en 2040 desarrollar una nave de propulsión nuclear y convertirse en la primera potencia espacial en 2045. De acuerdo con el medio estatal Xinhua, alrededor de 300.000 personas trabajan en los proyectos espaciales chinos, es decir casi 18 veces más que los trabajadores de la NASA. 

El acelerado desarrollo espacial chino se explica en motivaciones geopolíticas y su poderío económico para financiar el ambicioso programa espacial. Actualmente, cuenta con tecnología satelital de punta, para las telecomunicaciones, gestión del tráfico aéreo, pronóstico del tiempo, sistema global de navegación entre muchas otras aplicaciones civiles y militares (capacidades espaciales ampliamente reconocidas para espiar a las potencias rivales, como se vio recientemente con los globos o inclusive para guiar misiles de largo alcance). La visión china en la Luna está enfocada en la utilización de recursos in situ (ISRU), con la finalidad de extraer metales escasos en la Tierra y proyectar su poderío tecnológico, erigiéndose en la primera potencia espacial y económica global. 

Lo anterior da cuenta de las pretensiones de dominio espacial a mediano plazo del gigante asiático, lo cual no es privativo de China, toda vez que, además de Estados Unidos, Rusia e India también tienen planes contiguos de consolidar su poderío espacial, aprovechando el aletargamiento europeo en este sector. 

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