
“Oye Bartola, ahí te dejo estos dos pesos: pagas la renta, el teléfono y la luz...”
La transparencia, como tantas otras promesas de la vida pública mexicana, parece escrita con tinta que se borra al contacto con el poder.
La semana pasada, el Congreso aprobó la desaparición de Compranet, el sistema electrónico que —con todas sus fallas— permitía seguirle la pista al dinero público en licitaciones y contratos.
A cambio, se ha anunciado una nueva Plataforma Digital de Contrataciones Públicas. Más moderna, más eficiente, más todo. Pero en el fondo, no se elimina una herramienta, sino un símbolo: la intención de rendir cuentas.
Quedan lejos los días en los cuales el de la letra, con el apoyo de personal experimentado del Aeropuerto Quetzalcóatl de Nuevo Laredo, preparaba, a través de Compranet, las licitaciones para las obras del mencionado aeródromo.
Mientras el discurso oficial habla de eficiencia y transformación, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) —bajo el "timón" de JUAN JOSÉ PADILLA OLMOS, epicentro de la aviación nacional— arranca, por ejemplo, su proceso de remodelación con adjudicaciones directas.
Sin licitación. Sin competencia. Sin testigos sociales. Justo en el umbral del nuevo sistema, que aún no nace pero ya muestra los vicios del anterior.
¿No era este el país con la promesa de erradicar la discrecionalidad en el gasto? ¿No se aseguraba el fin del amiguismo bajo la bandera de la Cuarta Transformación? Hoy, el escenario se repite: contratos asignados por conveniencia, bajo el argumento de la urgencia o la eficiencia.
Ejemplo claro: la empresa Mota-Engil, de JOSÉ MIGUEL BEJOS, ha sido beneficiada con obras de modernización aeroportuaria sin concurso público.
Todo esto sin licitación abierta. No es caso aislado: en esta administración también obtuvo el contrato para construir una autopista entre Tultepec y Santa Lucía por más de siete mil millones de pesos.
Por otro lado, Grupo Aeroportuario, Ferroviario y de Servicios Auxiliares y Conexos, Olmeca-Maya-Mexica —“Tonatiuh” (GAFSACOMM)—, el conglomerado militar a cargo de ADOLFO VELASCO BERNAL y que tomó el control de varios aeropuertos, permanece indiferente ante las condiciones de deterioro en instalaciones clave.
Pasillos con filtraciones, baños inservibles, señalética obsoleta.
Desde su llegada, no se han realizado obras visibles de mantenimiento ni se han difundido datos sobre inversiones, concursos de adjudicación, plazos ni contratistas.
Sin Compranet. Sin licitaciones en el AICM. Con contratos millonarios asignados por adjudicación directa y sin transparencia en los aeropuertos operados por GAFSACOMM.
“De lo que sobre, coge de ahí para tu gasto, arregla tu pista, tus pasillos y el salón. Guárdame el resto, ‘pa’ comprarme mi alicur”...
El mapa del poder se está redibujando con trazos invisibles para la ciudadanía.
Lo público se nos escapa de las manos. Y el silencio, como siempre, permanece como el mejor cómplice.
“Guárdate algo pa' mañana, que hay que ser conservador, ya verás cómo te ahorras, ‘pa’ comprarte un buen avión”...
¡Queda Dicho!
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