En un país como México, que desde hace un año emitió una declaratoria de emergencia epidemiológica nacional por la prevalencia en su población del sobrepeso, la obesidad y la diabetes, resulta lógico que este tema trascienda a campos profesionales como la aviación. Y en el caso de los pilotos, el tema resulta urgente, puesto que las enfermedades crónicas son el principal contribuyente a los errores humanos, advirtió Daniel Danczyk, experto de la Asociación Aeroespacial Médica (AsMA).
En conferencia durante el Congreso Internacional de Seguridad Aérea (organizado por la Secretaría de la Defensa Nacional), el experto en psiquiatría de aviación explicó la relación entre factores humanos, padecimientos crónicos y accidentes aéreos, con un primer diagnóstico relativo a la fatiga inducida por los males mencionados, que contribuye a la baja de desempeño y, por consecuencia, al aumento del riesgo de incidente o accidente.
¿Pero cómo puede el sobrepeso afectar la habilidad de un piloto para controlar una aeronave?
La apnea del sueño es un trastorno que genera somnolencia constante, aún tras haber dormido 7 u 8 horas, además de que puede reducir el nivel de vigilancia psicomotora. En otras palabras, esto se traduce en fatiga. ¿Y cuál es uno de los principales factores de riesgo de esta enfermedad? La obesidad.
El sobrepeso también puede generar diabetes, que es la resistencia a la insulina y que se traduce en altos niveles de glucosa en la sangre. Esta enfermedad se puede manifestar en episodios de incapacidad aguda, como la pérdida repentina de consciencia.
De acuerdo con Danczyk, la presión del entorno organizacional puede orillar al profesional de la aviación a ocultar estos síntomas, en un proceso de negación consciente donde se minimizan los problemas de salud y en el que también influye el temor a perder el empleo o la licencia de piloto.
“Quieres conservar tu trabajo, así que presionas tu salud hasta que tu cuerpo se rompe”, señaló.
Y esta no es una situación exclusiva de pilotos, sino que la tripulación de cabina y el personal en tierra (mecánicos, técnicos de mantenimiento y controladores aéreos) también pueden estar expuestos. Y en una trágica combinación de escenarios, exponer innecesariamente al público usuario.
Estirar la liga (sin romperla)
La solución a este problema –reconocido por numerosas investigaciones médicas– tiene un enfoque primordialmente psicológico, con base en un concepto conocido como resiliencia, que Danczyk definió como la habilidad de una persona de soportar, recuperarse o crecer, pese a estar expuesto a factores de estrés y demandas cambiantes.
“Es como una liga que cuando la estiras muchas veces, con mucha fuerza o en repetidas ocasiones, pierde su forma o se rompe. La resiliencia sería una liga que puede volver a su estado normal y quedarse ahí”.
Para ejemplificar este tipo de tratamiento, habló de un paciente al que identificó como JS, quien padecía de obesidad y tuvo un episodio de pánico cuando fungía como copiloto de un vuelo chárter. Pese a que buscó ayuda profesional y bajó de peso, la angustia de padecer otro ataque le llevó hasta el psicólogo, quien le recomendó una técnica mental para anticiparse a la reacción física y normalizar su desempeño.
En este punto, señaló que existen varios programas en resiliencia en la Fuerza Aérea estadounidense, pero que las compañías de aviación comercial deben aprender las lecciones de un caso como éste, y poner mayor énfasis al monitoreo de las condiciones médicas de su personal encargado de áreas críticas de seguridad.
Finalmente, Danczyk señaló que organizaciones como la Junta Nacional de Seguridad del Transporte de los Estados Unidos promueven fuertemente estos enfoques de prevención, al punto de haber ubicado a los accidentes relacionados a la fatiga en su Lista Roja para 2017-2018 de áreas prioritarias.
“Es un trabajo de equipo: no se trata sólo de quien comanda la nave, pues el técnico de mantenimiento y otros más están expuestos a las enfermedades crónicas. Y en términos de entorno, los factores de estrés en la operación no deberían de ser motivo para empeorar los síntomas. La resiliencia es la clave”, puntualizó.
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