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29/03/2024

Ausencias, carencias y necesidades de la seguridad aérea nacional

José Medina Go… / Domingo, 4 Octubre 2020 - 21:19

En entregas anteriores de este espacio semanal se ha buscado señalar un conjunto de condiciones que requieren de la más urgente y pertinente atención por parte de las autoridades federales del rubro y del Estado Mexicano en su conjunto en torno a la Defensa y Seguridad Aérea Nacional. Pareciera que estos temas no son relevantes para la presente administración, y aunque realicen actos para llamar la atención y que se dé la impresión de que aparentemente estos son temas que son “prioritarios”, la realidad es tan evidente que es posible ignorarlo o evitar notarlo destacadamente: a la presente administración poco le importa el desarrollo y la gestión aeronáutica, y mucho menos en materia de Defensa y Seguridad.

Trágico pero inevitable es ver que prefieren ver a tierra y al pasado que a los aires y al futuro. Prefieren gastar y desperdiciar cantidades monumentales de recursos humanos, materiales, financieros y temporales a tecnología de hace más de un siglo que invertir en una visión del presente milenio. Atraen la atención nacional a aberrantes proyectos locales que empiezan en ningún lado y acabarán en ningún lugar en vez de concentrar las miras nacionales en aspiraciones y procesos globales que no tienen otro cauce más que el desarrollo, el crecimiento, la proyección y la ampliación de los intereses nacionales. Su obsesiva ambición por retornar a un pasado limitado, retrógrada, anquilosado y aferrado a un ayer que no existe más en lugar de avanzar hacia un futuro promisorio, congruente con la dinámica global y expectante de crecimiento como nunca lo hemos visto.

Esta terca miopía acentuada por un flamante astigmatismo no conduce a nada bueno. Y aunque en sus palabras y discursos ideológicos se busca dar una idea distinta, realmente no es más que una ilusión tan transparente que es imposible negarla. Caso concreto es la inversión que se da al sector de Defensa y Seguridad Nacional en el entorno aéreo, y no sólo en el aspecto monetario-financiero. En semanas pasadas hemos hablado en este espacio de ello, y es bastante evidente que nuestra Fuerza Aérea Mexicana, así como nuestra Aeronaval distan mucho de tener los insumos esenciales para desempeñar sus labores. Si nos concentramos a estudiar y a analizar escuadrones individuales, milagroso es que sigan volando, sorprendente es que el personal de mantenimiento y soporte puedan ingeniárselas para mantener en mediano orden el parque aéreo, y destacable es el valor de nuestros pilotos y aviadores para emprender el vuelo en portentos de ingeniería que han quedado en deterioro por falta de uso y refacciones apropiadas, y de ingenio para lograr que se eleven y desciendan con relativa seguridad sin los insumos esenciales.

Estas limitantes materiales y financiero-presupuestarias derivadas de un muy bajo -por no decir casi nulo- interés en la aeronáutica militar y naval en México trae consigo otros “costos” asociados. Es una total “entrada en pérdida”, una “espiral descendiente”, o simplemente un “stall imparable”. No hay presupuesto, no hay refacciones: los mecánicos y especialistas se las ingenian con lo que tienen, al menos por un tiempo. No hay presupuesto, no hay combustible: los pilotos no pueden volar, recurren si les es posible a los simuladores. No hay presupuesto, no hay forma de mantener los simuladores: los pilotos y tripulaciones se ponen a estudiar manuales y publicaciones. Siempre la eterna lucha por mantenerse vigentes. Pero hay límites.

Debido a las restricciones presupuestarias hay escases de combustible para las aeronaves de la FAM y la Aeronaval. Si hay combustible se reserva, guarda y protege “para cuando sea urgente”. Eso implica que realmente los pilotos y tripulaciones tienen poco tiempo de vuelo mensual, menos del indicado para mantenerse vigentes en cada tipo de aeronave. Suponer que hay al menos dieciocho horas mensuales de vuelos programados para cada piloto sería un lujo que muchos escuadrones darían sus alas por adquirir. Por parte de las tripulaciones no se diga, hay una carencia importante en práctica real.

Evidentemente los planteles militares tienen los mismos problemas, pero a un nivel más crítico. Su misión es formar personal militar y naval aéreo de alto nivel. Sin recursos no hay práctica. Sin práctica no hay experiencia. Sin experiencia no hay aprendizaje. Sin aprendizaje se corre el riesgo de egresar a personal no calificado y poco cualificado. Lamentable escenario tenemos frente a nosotros, particularmente cuando reconocemos que la calidad académica y de desempeño de nuestros planteles militares y navales en este rubro es excepcional, reconocido con múltiples laureles a nivel internacional, y es -aunque en ocasiones sea disputado por otros Estados- un referente a nivel Latinoamérica.

¿Entonces? ¿Qué está pasando? ¿Por qué tenemos a nuestros aviadores en tierra, nuestras aeronaves sin vuelo y los cielos vacíos y despejados? Fácil es decir esto es “por la pandemia”. Sencillo es echarles la culpa a otros y evadir nuestra responsabilidad. Mejor es reconocer lo evidente y hacer algo al respecto. De nada sirve llevar vacíos discursos con palabras si estas no se sustentan con acciones que son evidentes para cualquier interesado en el tema.

Peor es hacer “caso omiso” a estas señales. Como sociedad mexicana responsable debemos reconocer que la FAM y la Aeronaval son nuestras, son instituciones mexicanas integradas por connacionales comprometidos. Es nuestro legado, y nuestras contribuciones hacendarias dan sustento financiero a su existencia y desempeño. Por tanto, no se trata de “dejarle eso a los militares”, relegar a las instituciones uniformadas estas labores y olvidarnos de ellos. Debemos tomar otra postura, adueñarnos de lo nuestro y ser responsables. Ver y abogar por nuestra FAM, por nuestra Aeronaval, por nuestros compatriotas del aire. No sólo es aplaudir y admirarlos en una parada aérea, es realmente ser conscientes y consistentes. Es ser congruentes y verdaderamente asumir un compromiso por impulsar estas nobles instituciones.

Muchos caminos hay para ello, y en este espacio buscaremos irlos comentando: acciones concretas que verdaderamente se transformen en apoyos reales. Es fundamental crear una “masa crítica trascendente” en este tema, hacer una consciencia popular, y desarrollar un verdadero interés por el quehacer institucional aéreo nacional. Tal vez podemos contribuir muy poco, pero hasta ese esfuerzo es esencial. De lo contrario estaremos condenados a ver a nuestros Guerreros Águila en tierra; nuestra tecnología, técnica e ingenio desperdiciada; nuestra seguridad en un constante estado de deterioro; y nuestras aspiraciones transnacionales y ascendentes aplastadas por un pseudo-“proyecto” intrascendente. Debemos ver hacia arria y adelante, no hacia atrás y abajo. Cambiemos la mirada, tal vez ese sea el primer paso a seguir como sociedad.

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