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24/04/2024

El legado del COVID-19 en la aviación nacional

José Medina Go… / Domingo, 19 Abril 2020 - 20:58

En este espacio semanal el suscribiente ha procurado realizar un ejercicio reflexivo con el lector, mismo que se fundamenta en un análisis integral de datos de diversas fuentes y medios, así como un ejercicio de prospectiva fundamentada en el mismo. Lamentablemente, el espacio y el contexto de este espacio es demasiado acotado y reducido para presentar toda la información que integra el mismo, así como imposible resulta describir a extenso detalle todas las fases del proceso analítico. Esto podría llevar a considerar que las conclusiones aquí expuestas son potencialmente “tendenciosas” o que no se considera toda la información disponible. Es entonces donde en este ejercicio compartido se espera que lo aquí expuesto motive al lector a buscar otras fuentes, otros medios de información y arribe a sus conclusiones debidamente informadas. Bajo este contexto, la descalificación a prima facie de una conclusión debidamente fundamentada al tacharla de “tendenciosa” tan sólo limita la reflexión objetiva y una trascendencia analítica.

No hay nada como los datos duros, objetivos y verificables para afianzar una postura y/o para profundizar en conclusiones contundentes, por difíciles y dolorosas que estas sean. Actualmente nuestra civilización como especie humana se encuentra experimentado un complejo episodio a manos del COVID-19, un parteaguas en nuestra historia que definirá el tiempo antes de y después de. Sin duda, es imposible regresar “a la normalidad”, a “como eran las cosas”, y esa cotidianidad que marcaba nuestras vidas ha dejado de existir. Debemos admitir que muchos actores difícilmente pudieron identificar el profundo impacto que este fenómeno global tendría, y aunque sabíamos que representaría un duro golpe para la aviación internacional es virtualmente imposible determinar exactamente que tan profundos serán sus efectos.

Como acertadamente se ha señalado, el COVID-19 se presenta un escenario semi-catastrófico a nivel global, y aunque no es apropiado ni adecuado sobreestimar y aumentar desproporcionadamente este fenómeno, menospreciarlo o tratar de reducirlo es igualmente peligroso. Sin embargo, también debemos ser objetivos al reconocer que mientras que el impacto mundial es innegable, los efectos y consecuencias son diferentes para cada país en razón de las medidas que los Estados y sus instituciones hayan llevado a cabo de carácter preventivo y reactivo. México no es la excepción, y dando seguimiento a la columna de la semana pasada es prudente -en aras de la objetividad analítica y evitar “tendencias”- señalar datos puntuales de los impactos esperados de esta crisis en razón de las decisiones nacionales.

Peter Cerdá, vicepresidente de la Asociación del Transporte Aéreo Internacional (IATA) señaló que derivado de esta contingencia por el COVID-19, esta entidad estima pérdidas de 5.3 mil millones de dólares para la industria aérea en nuestro país. De manera conservadora se anticipa la pérdida de 97,000 empleos directos y 437,000 empleos indirectos en nuestro sector a nivel nacional, en razón que el 85% de tránsito aéreo en México se encuentra para efectos prácticos totalmente detenido.

Indudablemente el impacto no sólo es para México. A nivel global la IATA estima una pérdida de 252 mil millones de dólares. Esto podría llevarnos a pensar que el impacto para México es relativamente pequeño; pero si realizamos un análisis proporcional del tamaño de nuestra economía, contexto, tamaño del sector aeronáutico, capitales y montos involucrados, conectividad aérea y proyección comercial (aunado a la crisis en los precios del combustible que se avecina, y que será abordado en una futura columna), realmente el impacto para la aeronáutica mexicana es bastante elevado.

En razón de esto, la IATA solicitó al gobierno mexicano que se implementen medidas para apoyar a la industria aérea nacional. Esto se debe, como se explicó en la columna de la semana pasada, que en términos reales el Estado Mexicano y su gobierno no han dado apoyos contundentes y significativos al sector aeronáutico comercial. Las medidas que recomienda la IATA son sensibles, y estas estriban en descuentos en costos aeroportuarios, extender plazo de pagos, préstamos a las aerolíneas y empresas de soporte, una necesaria “tregua tributaria” y apoyos financieros directos para mantener las operaciones en esta temporada de crisis. Sobra decir que estas medias hasta el momento no se han ofrecido al sector aeronáutico nacional, y esto es peligroso para la integridad del sector.

Evidentemente, si estas medidas ni siquiera son consideradas por las autoridades, las propuestas adicionales de la IATA no tuvieron eco en las autoridades mexicanas vigentes: suspender, al menos temporalmente, el proyecto de Santa Lucía ya que debido a esta crisis los servicios aeroportuarios nacionales no tendrán tanta demanda y por tanto este proyecto es actualmente redundante. Peter Cerdá señaló que IATA ha enviado varias misivas al titular del ejecutivo federal y a las autoridades aeronáuticas, de las cuales no han recibido respuesta alguna. De manera adicional, señaló que el gobierno mexicano no ha asumido el liderazgo necesario en esta crisis, y que no han implementado de manera preventiva o reactiva las medias apropiadas para garantizar la seguridad futura de las operaciones aéreas en el país.

Estas afirmaciones del vicepresidente de IATA podrían parecer “tendenciosas” o al menos “sesgadas”. Veamos lo que los datos nos indican: esta entidad ha publicado en su portal de internet un catálogo con la medida que cada país ha tomado de manera preventiva o reactiva ante el COVID-19, así como los estímulos para apoyar al sector (invito al lector a ingresar a este sitio y analizar este catálogo: https://www.iata.org/en/programs/safety/health/diseases/government-meas…?). Las disposiciones de muchos países son integrales, bien articuladas, sensibles y actualizadas periódicamente para adaptarse al contexto. Pero cuando vemos el apartado de México encontramos tan sólo cinco disposiciones de la AFAC del 8 de abril, y éstas versan sobre las medidas de entrada a los aeropuertos (promoción informativa de las autoridades, cuestionario a pasajeros, chequeos de temperatura corporal a pasajeros, inspección visual a pasajeros, evaluación médica in situ en casos especiales). En los rubros de disposiciones gubernamentales de entrada y salida al país, requerimientos para las aerolíneas, y requerimientos para la seguridad operacional no hay ningún requerimiento. Franco contraste frente a la comunidad internacional.

Evidentemente este es un tema que requiere mucho más análisis, mucha más discusión y sin duda un estudio mucho más amplio que el que se puede expresar en este breve espacio semanal. Los impactos de esta crisis tendrán indudablemente una trascendencia duradera, y es incuestionable que sus secuelas tomarán años en ser subsanadas. Innegable es que como comunidad global esta pandemia traza una línea divisoria entre un antes y un después. Pero también debemos insistir que la experiencia de cada país será directamente derivada de cómo de manera integral hacemos frente a la misma como binomio sociedad-gobierno. Se trata de enfrentar de manera responsable este gran reto juntos, y de manera objetiva asumir nuestras responsabilidades coordinadas con la comunidad global. Se insiste, que no hacerlo, es negligente e irracional.

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