Bioturbosina, realidad con futuro

La idea de transformar a la industria aérea internacional en sostenible, está generando un importante porcentaje de proyectos encaminados a dejar la menor huella posible en el medioambiente.

En México, la transición energética está en proceso, la incursión de fuentes no fósiles para la generación de electricidad y biocombustibles como bioalcoholes, biodiesel, biocombustibles sólidos, bioturbosina y biogás, tienen un horizonte más que tangible.

En el caso de la bioturbosina, pensada para ser utilizada en la industria aeronáutica, tiene ya un importante sustento para realizarse; esta se obtiene a partir de la lignocelulosa, previamente transformada en bioalcohol, o directamente de los aceites

El pasado 24 de febrero, se convirtió en una fecha importante que marcará el rumbo sostenible de la industria aérea, ya que se realizó la firma del memorando de entendimiento para el desarrollo de bioturbosina en México, entre el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT), responsable técnico del clúster; Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), como proveedor de combustible a las aerolíneas; y las empresas de aviación Aeroméxico y Boeing, consumidoras del biocombustible.

Quién será parte fundamental de este proyecto es el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), que tiene a su cargo el desarrollo de los paquetes tecnológicos para la producción de la biomasa a partir de dos especies del género de Jatropha. La biomasa resultante será transformada, como se mencionó en bioalcohol y bioturbosina que estará lista para ser llevada al mercado de la aviación.

Para poder desarrollar este proyecto, el CIAD será inyectado con más de 9 millones de pesos de apoyo, que forman parte de los más de 380 millones de pesos, que fueron presupuestados para el Clúster Bioturbosina

Según el Departamento de Energía de Estados Unidos, el uso de biocombustibles producidos de forma sostenible reduce las emisiones de dióxido de carbono del ciclo de vida de un 50 a 80 por ciento, en comparación con los combustibles derivados del petróleo convencional.