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27/04/2024

Cuatro siglos más de inequidad de género en la aviación (primera de 2 partes)

Sebastian Pinelli / Domingo, 16 Julio 2023 - 15:26

En la reciente Segunda Cumbre sobre Igualdad de Género en la Aviación, llevada a cabo por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) la semana pasada en Madrid, se compartió que la industria emplea a más de 88 millones de personas en el mundo, de las cuales las mujeres representan sólo al 4% de los pilotos y al 7% de las CEO de aerolíneas, además, de las top 100 empresas relacionadas a la aviación, únicamente el 3% de los puestos ejecutivos están conformados por personal femenino. Salvatore Sciacchitano, presidente de la OACI, pintaba un inquietante panorama al mencionar que en el 2016 las mujeres con licencias aeronáuticas personificaban al 4.5% de la aviación y en el 2021, a pesar de los compromisos de multitud de empresas, la cifra aumentó a sólo 4.9%, lo que significa que a este paso una equidad de género no ocurrirá hasta dentro de 450 años.

“Nada está cambiando”, dijo Sciacchitano, la meta de la OACI de lograr paridad de género como parte de un futuro más sustentable para el 2030, así como la campaña “25 by 2025” de la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), donde se busca una presencia femenina en el medio del 25% para el año 2025, son actualmente inalcanzables. De hecho, el propio consejo de treinta gobernadores de la IATA tiene solamente a dos mujeres en sus filas, siendo una de ellas su presidenta.

Según algunas explicaciones, la aviación ha sido tradicionalmente masculina debido a sus orígenes militares, dado que una importante parte del crecimiento y desarrollo de ésta se llevó cabo en instituciones castrenses, mismas que prohibían el enrolamiento femenino. Una justificación incompleta y que evade responsabilidades, en mi opinión, puesto que el progreso de la aviación y gran parte de su auge han sido comerciales, así que la militarizada explicación se queda corta al no aceptar que la misoginia, un prejuicio que proliferaba en el tradicionalista entorno de la sociedad, se afianzó en las industrias desde entonces.

Las mujeres tuvieron una reducida pero importante presencia en los orígenes de la aeronáutica, un gran ejemplo se da en la invención del avión, que se les acredita a los hermanos Orville y Wilbur Wright en 1903. En cierta medida, los relatos regularmente omiten a Katharine, la menor de los cinco hermanos, quien era muy unida a los dos inventores y de no haber sido por su incondicional apoyo (tanto emocional como profesional y económico) la historia habría sido diferente. Antes de que Katharine cumpliera 15 años, su mamá falleció, por lo que se hizo cargo de las labores del hogar, después, fue la única de sus hermanos en ir a la universidad y logró ser maestra, posición que dejó para poder cuidar a Orville tras un accidente en el cual su pasajero se convirtió en la primera fatalidad del avión

Posteriormente, ayudó a sus hermanos con su emprendedora tarea, consiguiendo personal para sus prototipos y experimentos, ocupándose de la administración de su taller de bicicletas y conformando parte primordial tanto en las negociaciones como en la defensa y promoción de su invento, principalmente en Europa (donde obtuvo la Legión de Honor al Mérito por su aporte), ya que ella hablaba francés y los hermanos eran bastante tímidos e introvertidos, contrario a la afable y segura personalidad de Katharine. También, fue muy activa en la lucha por los derechos del voto de la mujer, organizando una marcha al respecto, presidiendo organizaciones feministas y acudió al Senado cuando eventualmente la ley pasó en su estado.

Hasta hace una semana, yo jamás había escuchado la historia de Katharine Wright y eso que tuve el privilegio de poder estudiar en una universidad aeronáutica extranjera algo reconocida. Antes de asistir a dicha escuela, tenía la idea de que el machismo en el medio era algo endémico de mi región. Sin embargo, ya en la universidad, noté que menos del 10% del cuerpo estudiantil eran mujeres y, tras escuchar los comentarios de los estudiantes (de distintas nacionalidades) después de que alguna compañera abandonaba la carrera, me quedó claro que la misoginia estaba arraigada en la formación de la industria.

Transcurriendo los lustros y trabajando en una empresa galardonada por ser uno de los mejores lugares para trabajar para las mujeres, atestigüé una situación laboral vergonzosa: después del primer año de haber contratado a una supervisora, su evaluación de desempeño había llegado y se solicitaban referencias de compañeros del área. La colaboradora tenía un gran rendimiento, respaldado por un equipo unido con excelentes resultados, mejores que sus contrapartes (todas masculinas) de otras estaciones. Uno de ellos la evaluó escribiendo en sus comentarios oficiales “lo hace bien para ser mujer”, algo que ella me compartió entre risas, tomando la resentida infravaloración con buen humor.

Esa escandalosa muletilla, “para ser mujer”, demuestra fielmente la sesgada mentalidad que prevalece en el medio, fomentada por una herencia de arcaicos estereotipos, resultado de generaciones de hombres inseguros. Entendible y desafortunadamente, es muy difícil no tener sesgos cuando todos respiran los prejuicios que abundan en el ambiente.

A pesar de ellos, el cambio es posible, pero se da más despacio de lo que quisiéramos como sociedad y notablemente más lento de lo que demanda la aviación. La creciente urgencia de equidad de género en el ámbito no es impulsada principalmente por el progreso como industria o comunidad, sino por la inmediata necesidad de personal aeronáutico. Los pronósticos que mencionan que a partir del año entrante no habrá suficientes pilotos, ni mecánicos, ni ingenieros, ni controladores aéreos, ni trabajadores generales, por mencionar algunas posiciones, han hecho que compañías y organizaciones se den cuenta que las mujeres son quienes pueden aminorar el impacto del déficit. Irónicamente, aquellas quienes han sido históricamente rezagadas por la industria tienen el poder de rescatarla y, de acuerdo con expertas, es una posición que se debería de aprovechar para lograr también paridad de sueldos mediante la negociación de contratos colectivos.

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