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03/05/2024

Entre patrones, la experiencia y las agendas

José Medina Go… / Domingo, 27 Febrero 2022 - 20:41

Todos los campos profesionales tienen un nivel mínimo de experiencia para poderse desarrollar apropiadamente en los mismos. El liderazgo de ellos los encabeza especialistas -ya sea como autoridades o como cabezas de sector- cuyo mayor atributo es ser reconocidos como los mejores o más destacados en su rubro por méritos claramente demostrables. Por lo general sus méritos son sólo conocidos en su gremio, y buena parte de ellos son parte de entidades u organizaciones especializadas más complejas, quienes a su vez avalan su trayectoria.

Por definición es imposible ser especialista en todo. La dedicación, tiempo, capacitación y experiencia en los diferentes entornos de la acción y conocimiento humano llevan a que sólo un puñado de individuos puedan alcanzar tal nivel de excelencia en su desempeño profesional. Podemos hablar de muchas características de un especialista, pero tal vez la más destacada sea su destacada habilidad para reconocer patrones; es decir, una secuencia de eventos, acciones, hechos o registros que dan como resultado un proceso ya estudiado predecible. Evidentemente se requiere conocimiento, experiencia, práctica e incontables horas de dedicación para llegar al punto de reconocer los patrones de un proceso específico, y en consecuencia poder dar un dictamen o pronóstico acertado.

Existen cuatro grupos principales de aquellos que responden ante los expertos especialistas: otros especialistas con una experiencia similar o comparable, aquellos que no tienen sus aptitudes y por tanto alegan armados de desconocimiento, aquellos que tienen una agenda o intereses específicos que se ven afectados por la opinión de los expertos, o bien una combinación de los anteriores. Tal vez el último grupo sea el más peligroso, porque cuando hay intereses de por medio la opinión de los expertos se ve demeritada y sus aportes reducidos, generando un daño aún mayor a sus aportes subsecuentes.

Esto pasa en todas las ramas profesionales, pero es particularmente notorio en la aviación internacional. No sólo por su nivel de complejidad técnica, sino por sus implicaciones para el desarrollo nacional e internacional, la aeronáutica es un espacio donde se pueden ver reflejados los grandes intereses comerciales globales, tanto por actores privados como gubernamentales. Es un entorno profesional donde hay muy poco margen de maniobra, particularmente por que las consecuencias se ven directa e innegablemente, y se traducen en vidas humanas casi invariablemente.

Es por eso que la opinión de los expertos y los especialistas en la aviación es trascendental, por que pueden detectar patrones de eventos, contextos y circunstancias que pueden traducirse ya sea en una alta eficiencia operacional o en evitar una tragedia. No hacer caso de sus aportaciones es costoso, y peligroso. Sólo aquellos que tienen una agenda político-comercial diferente pueden argumentar contra los verdaderos especialistas internacionales en la materia, y por lo general con argumentos vagos y mal estructurados.

Esto es lo que esta pasando en México. Desde la “autoridad” nacional se desprestigia, se denota, se minimiza y se trata de suprimir la opinión de expertos domésticos y foráneos en torno a la aviación mexicana contemporánea. Fue en base a estas aportaciones fundamentadas que México perdió la Categoría 1 de Seguridad Aeronáutica, y es en base a las mismas que podemos recuperarla. No se hicieron para “dañar a México” y al “proyecto” de un puñado de personas. Se hicieron para fortalecer la seguridad en la aviación nacional y así asegurar una ruta clara y contundente al desarrollo de nuestro sector.

Pero tenemos que hay una agenda política que se ve afectada por observaciones técnicas. Tenemos “autoridades” que actúan con pleno desconocimiento manifiesto en sus acciones operativas, y si no es así sus actos demuestran otra cosa. Sigue la crítica en el medio aeronáutico nacional e internacional a la AFAC y a SENEAM. En vez de responder a las críticas de manera clara, objetiva y propositiva responden (si acaso) con agresiones, injurias, calumnias y deméritos. Rebajan y tratan de anular a quienes osan preguntar, a quienes se atreven a opinar, y -peor aún- a quien con evidencia les demuestra que hay problemas.

No señores, no es un ataque directo a las instituciones, ni a los funcionarios. Es una solicitud fundamentada para fortalecer la seguridad aérea nacional. Es un llamado a la razón, a escuchar a los especialistas. Es un señalamiento para no descartar a quienes por meses les han señalado dónde hay problemas en el sistema y cómo se pueden corregir. No es una agresión, es un apoyo. 

Si no reconocen eso, tal vez debemos preguntarnos como sector si es por desconocimiento, por agenda política, o por una mezcla de ambas. Cabe aclarar: ninguna de ellas tiene cabida en un ambiente tan técnico como la aviación. Para eso están los especialistas

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