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19/04/2024

Y a todo esto… ¿dónde quedó la AEM?

José Medina Go… / Lunes, 12 Noviembre 2018 - 11:26

“No hay nada más elusivo que algo obvio”
Sir Arthur Conan Doyle.

En un contexto mediático en donde lo único que se discute mañana, tarde y noche es el ya bautizado “error de octubre”, y donde la comunidad académica, empresarial y periodística busca analizar, reflexionar o aportar a un tema que se ha visto por todos los ángulos y perspectivas posibles, todo para llegar exactamente al mismo punto muerto donde nos encontramos, tal vez sería pertinente voltear la atención a otros temas críticos de alto valor agregado y de relevancia estratégica de los que NADIE esta hablando.

Para muestra, un botón: Javier Jiménez Espriú, próximo Secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT), ha hablado mucho en medios de comunicación del “nuevo rumbo de la SCT”, de los grandes avances que habrá en la dependencia a su cargo y, por supuesto, del aeropuerto en Santa Lucía. Sin embargo, lo que hace unas semanas todos le cuestionaban era: “¿y de dónde van a sacar el dinero para todo eso?. Su respuesta, no obstante, quedó relegada a segundo plano con el tema de la consulta nacional y todo lo que sobrevino... pero no por ello, la pregunta dejó de ser relevante ni pertinente.

Por lógica elemental y aritmética básica, bajo un esquema de recursos limitados (como prácticamente todo en la Administración Pública) si queremos incrementar un rubro, debemos sacar los recursos de otro menos prioritario. Al no decirnos qué proyectos, aparentemente menos prioritarios, verán afectados sus recursos en su plan estratégico, un primer silencio obvio del nuevo liderazgo de la SCT nos indica ya la estrategia a seguir. Pero un segundo silencio tiene que ver con una de las pocas áreas de la cartera a su cargo que ha mencionado poco, por decir nada: la Agencia Espacial Mexicana (AEM).

Creada en 2010 por la Administración de Felipe Calderón, la AEM es la encargada por ley de coordinar la Política Espacial Mexicana como Política de Estado, promover el desarrollo científico-tecnológico nacional en materia aeroespacial, impulsar los programas educativos en esta materia, y realizar coordinaciones internacionales con otros Estados y actores privados para la gestión y proyección del los intereses estratégicos de México en el espacio.

Pese a tener un marcado perfil bajo –con un presupuesto modesto pero eficiente–, la AEM es la titular de uno de los campos estratégicos prospectivos más valiosos y destacados para el país y para la humanidad pues, aunque nos cueste visualizarlo, el futuro de nuestra especie se encuentra en el espacio. La explotación y el aprovechamiento espacial es una proyección estratégica para la comunidad internacional, pues sus beneficios se verán –y de hecho ya se ven– reflejados en todos los aspectos de la vida individual y comunitaria del ser humano y posee una materialización en el largo plazo. Puede sonar como ciencia ficción, pero es una realidad que debemos encarar y reconocer.

Aunque no posea una presencia protagónica en la escena nacional, la AEM no deja de ser el único instrumento institucional y Estatal para la promoción de este importante campo estratégico con valor agregado para México. ¿No debería ser fortalecido, gestionado y nutrido para un mayor beneficio nacional? ¿No sería entonces prudente que el futuro titular de la SCT nos diera su visión sobre esta Agencia y sobre cómo será capitalizada?

Más que una respuesta oímos un silencio profético y sepulcral respecto a la AEM: para Jiménez Espirú y su equipo de trabajo, la AEM no es prioritaria. Aunque en ningún momento se presagia la desaparición de la dependencia, nos previene sobre que los recursos presupuestales asignados a esta entidad podrían ser reorientados a temas más “urgentes” para el nuevo Gobierno, el cual se verá en la imperiosa necesidad de dar resultados tangibles, públicos y notorios en muy poco tiempo.

¿Por qué entonces el equipo del nuevo Secretario no dice esto abiertamente? Por que hacerlo sería equivalente a abrir la Caja de Pandora pues quién sabe cuantos programas, proyectos y gestiones estratégicas de la SCT se verán afectados por el mismo proceso. Asimismo, hacerlo implicaría evidenciar –aún más– la profunda miopía estratégica de la próxima Administración, la cual parece ya complejizarse con astigmatismo, puesto que no pueden ver los grandes baluartes que tienen inmediatamente frente a ellos.

Es entonces necesario reconocer que lo que parecen simples omisiones coyunturales nos hablan y predicen mucho del porvenir de México en materia aeronáutica y aeroespacial. Tal parece vamos avanzando a una “ceguera cognitiva de Estado” donde, por cumplir con lo mediático, dejamos de ver lo estratégico, y luego buscamos convencernos de que lo segundo no era prioritario. Y así las grandes oportunidades del país se van distanciando cada vez más, alejándose en un espacio que cada vez vemos más alto, más remoto y más inalcanzable.

Aunque este parezca el inevitable porvenir no debemos dejar de promover una reflexión prospectiva propositiva, que se caracterice no por reacciones obtusas sino por una innovadora apertura. No debemos dejar de ver a las alturas y, en vez de usar un microscopio al interior, usemos un telescopio al exterior.

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