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29/03/2024

Darth Vader y la Fuerza Espacial de Estados Unidos

Juan A. José / Martes, 4 Febrero 2020 - 21:47

Nace la sexta arma norteamericana, esta vez llamada Fuerza Espacial de los Estados Unidos o USSF por sus siglas en idioma inglés, destinada a tener el control sobre las operaciones militares en el espacio exterior y defenderse de las posibles amenazas provenientes, ahora sí, que “del más allá de la Tierra”, sumándose a la Armada, al Cuerpo de Marines, a la Guardia Costera, a la Fuerza Aérea y al Ejército, a lo que se conoce como Fuerzas Armadas de nuestro vecino del norte.

Hollywood nos había anunciado su eventual nacimiento alimentando al imaginario público, concretamente al espectador, para el que el espacio exterior siempre resulta un atractivo campo de batalla, como también le ha parecido a administraciones en Washington pasadas, pero con argumentos más bien propagandísticos que verdaderamente estratégicos, y sin duda con el fin de llamar la atención de los ciudadanos norteamericanos,  caso por ejemplo del expresidente Ronald Reagan cuya Iniciativa de Defensa Estratégica del año 1983, irónica y populistamente conocida como “Guerra de las Galaxias”, proponía un programa de investigación y tecnología para el establecimiento de un escudo defensivo ante un ataque soviético con armas balísticas estratégicas, capacidades que por cierto nunca se llegaron a desarrollar.

Ahora nos sale Donald Trump con su nueva arma; al pensar en ello no puedo evitar que venga a mi mente el recuerdo de algunos grandes visionarios e influyentes actores de las armas aéreas norteamericanas, caso de Benjamín Foulois, el primer aviador militar norteamericano y quien encabezó el esfuerzo para que los Estados Unidos contasen con su arma aérea; caso de Henry Hap Arnold, primer jefe del Estado Mayor del nuevo Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos, cargo desde el que impulsó el desarrollo de la Fuerza Aérea estadounidense y caso de Charles Lindbergh, al que Franklin D. Roosevelt alguna vez llegó ofrecerle, con tal de que dejase de oponerse a él, convertirlo en el primer Secretario del Aire, cargo especialmente diseñado para el “Águila Solitaria”, del que dependería la Fuerza Aérea.

La pregunta es obligada: ¿Qué criterio será empleado para determinar los límites de actuación de cada arma? ¿Se respetará ese límite de 100 kilómetros sobre el nivel medio del mar, que se suele emplear para dividir lo aéreo de lo espacial?

Un dato que mi llama la atención de la nueva Fuerza Espacial de Trump, tiene que ver con su objetivo de “defenderse de las posibles amenazas provenientes del espacio”; ¿será -me pregunto-, que más allá de las amenazas espaciales provenientes de sus potenciales enemigos terrestres, los Estados Unidos también temen acciones provenientes de fuera de la Tierra? ¿Será que ahora sí, “sin querer, queriendo”, el empresario convertido político acaba de revelar algo que los gobiernos norteamericanos jamás han querido reconocer: que tienen evidencia de vida inteligente más allá de los confines de nuestro cada día más deteriorado planeta?

Para quien firma esta nota, la idea de que los humanos somos los únicos habitantes “inteligentes” del Universo le parece descabellada, de ahí que no descarte la posibilidad de que representantes de esas vidas extraterrestres hayan hecho de alguna manera acto de presencia por estos rumbos, incluyendo el empleo de aquello que conocemos como OVNIS, muchos de cuyos posibles avistamientos sin duda son falsos y obedecen ya sea a sugestión, a fenómenos meteorológicos, a aeronaves “secretas”, o a aeronaves que los observadores simple y sencillamente no pudieron identificar. Seguramente,  alguno ha de haber por ahí que efectivamente se trate de un verdadero objeto extraterrestre.

Lo cierto es que no puedo concluir este comentario sin decir que tengo otra teoría: ¡Quizás Trump recibió una llamada de E.T., o se siente Darth Vader!

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