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24/04/2024

Yo te lo juro que yo no fui

Rosario Avilés / Jueves, 25 Junio 2020 - 21:12

En días pasados el expresidente Felipe Calderón concedió diversas entrevistas a medios nacionales en el marco de la presentación de su libro “Decisiones Difíciles”. Independientemente de sus aclaraciones en otros temas, lo relevante de sus dichos respecto al paro de operaciones de Mexicana de Aviación es que, según él, “hizo lo que estuvo en sus manos para evitar que la empresa llegara a la quiebra” (sic). Nada más falso.

Para quien no tiene en la memoria los hechos de aquel verano del 2010, hace casi 10 años, las justificaciones podrían llevar a confusión. Pero el seguimiento puntual del proceso marca que definitivamente estaba en manos del gobierno federal la salvación o la muerte de la Primera Línea Aérea de Latinoamérica. ¿Cómo? Veamos:

Efectivamente, la situación de Mexicana era muy mala. Tan mala, que parecía mentira que en sólo 5 años la empresa hubiera pasado de la estabilidad y la solidez de su posición en el mercado y en su estructura financiera, a la descapitalización, la fuga de recursos y el nivel de apalancamiento al que llegó en julio del 2010. Pero así fue y todo ocurrió en las narices de una autoridad de aeronáutica civil omisa, que tenía la obligación jurídica de supervisar la viabilidad técnica, jurídica, financiera y operativa de todas las aerolíneas a su cuidado. Primer filtro que estaba en las manos del gobierno federal.

Cuando la empresa recurrió a Concurso Mercantil, quedaba de manifiesto todo el cúmulo de irregularidades que se cometieron: desde la creación de empresas para trasladar activos y dejar pasivos en la empresa madre, hasta la constitución de Link, con la que se pretendía seguir operando al margen de los contratos colectivos: ¿aprobar esta condición jurídica no estaba en las manos del gobierno federal? Por supuesto que sí.

De pronto, Grupo Posadas vendió en mil pesos sus acciones y no hubo autoridad que impidiera que una recién creada nueva empresa (Tenedora K) ostentara una concesión de servicio de transporte federal, otorgada por el gobierno. Otra omisión.

En aquellos días se solicitó al gobierno federal que interviniera en la empresa -pudo ser a través de la requisa- para evitar que el servicio se interrumpiera, mientras se levaba a cabo el concurso mercantil que hubiera podido servir de algo si la empresa hubiera seguido operando. Ante esta petición concreta, el entonces presidente dijo que “ese era un problema entre particulares” (re-sic).

Finalmente, el gobierno se hizo el ofendido porque se le debía mucho dinero, producto de los derechos e impuestos que la empresa no le pagó durante mucho tiempo, a pesar de que sí tenía contratos sumamente onerosos y muchas veces duplicados, con empresas propiedad de los accionistas. ¿Quién lo permitió?

En resumen: el gobierno de Calderón no sólo no hizo lo que estuvo en sus manos para evitar la quiebra: tanto los titulares como los subsecretarios de SCT inmiscuidos en este asunto hicieron todo por evitar que Mexicana volviera a volar. Y lo lograron. 

Lo peor es que el gobierno federal lo sabía perfectamente, se estuvo publicando continuamente. La libre expresión y la documentación de los acontecimientos sirven para eso. Por eso, hay que preservar ambas cosas siempre: ayer y hoy. No, Felipe, sí pudiste y no lo hiciste.

E-mail: raviles0829@gmail.com

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