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17/04/2024

Boeing: annus horribilis

Rosario Avilés / Lunes, 23 Diciembre 2019 - 22:00

Pocas veces se ha podido ver a una empresa que caiga en el peor escenario posible de su existencia en un solo año. Ya desde que la autoridad aeronáutica de China decidió bajar de vuelo sus B-737 MAX como resultado del accidente de Ethiopian Airlines en marzo pasado, la reacción en cadena dejaba vislumbrar la crisis que se avecinaba para Boeing. En el mundo globalizado e hipercomunicado de hoy, nada puede mantenerse al margen del escrutinio público.

Ayer mismo, la Boeing Co. decidió cortar por lo sano y “aceptar la renuncia” (hasta parecen políticos mexicanos) del ex director y CEO Dennis A. Muilenburg por considerar que “se hacía necesario un cambio de liderazgo para restaurar la confianza en el avance de la Compañía, a medida que trabaja para reparar las relaciones con los reguladores, clientes y todos los stakeholders”. Nunca mejor descrito y sin duda será un camino arduo pero de ninguna manera, creemos, será el fin de una Compañía tan importante y poderosa.

Más allá de los altísimos costos que se derivan de las demandas, la producción no colocada, el descrédito y demás, lo cierto es que la raíz de todo este lío debe buscarse más allá y quizás, volver a los orígenes para que el regreso a la normalidad y a la cosecha de nuevos éxitos pueda ser una realidad. 

La piedra fundamental de la aviación es la seguridad. Aunque parezca disco rayado esta máxima jamás dejará de ser verdad: del 100 por ciento de la industria el 90 debe ser seguridad, 9 eficiencia y sólo 1 confort. No hay fórmula ni nuevo descubrimiento, ni política o moda que pueda ir en contra de ello. 

De acuerdo a los propios exempleados de la Boeing, esta cultura se fue perdiendo en la empresa a favor de las ganancias y la competencia despiadada, mientras la demanda crece de forma inusitada y el apetito por aprovecharla va dejando de lado lo más importante. 

Y esto no se circunscribe sólo a Boeing, abarca a muchos actores de la industria, llámense armadoras, aerolíneas, modelos de costos, aeropuertos, autoridades aeronáuticas, proveedores, trabajadores y hasta pasajeros. Nunca, jamás, debe estar la ganancia por encima de la seguridad operacional y de la integridad de los pasajeros, los trabajadores y los ciudadanos. Sin seguridad, no hay aviación. 

Y uno de los engranajes fundamentales de ella es la capacidad de escuchar a quienes están en relación directa con la operación: prestar atención a lo que dicen los trabajadores es no sólo una “buena práctica” para ponerse escuditos RSE, sino una vital necesidad que permite prever debacles como ésta.

Lo malo es que muchos líderes a quienes se les advierte de fallas o errores, creen ver conjuras en lugar de poner atención a los problemas que se les describen. Los resultados suelen llegar tarde y costar mucho, a veces en vidas, a veces en tiempo o en dinero, o en todo ello junto. Y cualquier semejanza con casos de nuestra realidad no es mera coincidencia. Nos urge volver a tener una cultura de seguridad en todos los ámbitos de la aviación mexicana. Buen deseo para nuestro próximo 2020.

Lo oí en 123.45: La próxima semana estaremos de receso, nos encontramos el 7 de enero. Ojalá tengamos muy buenas noticias: ¿Y Mexicana? E-mail: raviles0829@gmail.com

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