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20/04/2024

El covid-19 y las peleas a bordo

Juan A. José / Martes, 16 Junio 2020 - 18:53

En la “antigua normalidad” no costaba trabajo enterarse de episodios a bordo de aeronaves comerciales en los que tienen lugar peleas a golpes entre los pasajeros, a veces involucrando tripulantes, producto de prejuicios raciales o religiosos, temores, mal entendidos y neurosis.

Ya lo hemos comentado con anterioridad: la penetración en la sociedad moderna de la telefonía celular combinada con el cada vez más amplio acceso al internet y a sus plataformas de divulgación de información de tan buena o mala calidad como se quieran ver, llámense redes sociales, contribuyen a que eventos que en otros tiempos no trascendían de ámbitos reducidos, hoy día se vuelvan “virales” y se transformen hasta en noticias globales, caso de algunas peleas en un avión de aerolínea.

Lo relevante en el asunto, más allá de la dispersión y multiplicación de las reproducciones y por ahí de la erosión de la calidad del material noticioso, tiene que ver con el hecho de que uno o más usuarios del aerotransporte se comporten de tal manera que supongan un riesgo a la seguridad de las operaciones, algo que es muy tomado en cuenta y atendido por parte de los organismos de aviación internacionales, las autoridades aeronáuticas nacionales, las agencias de seguridad y los prestadores de servicios de aerotransporte y aeroportuarios.

En este contexto, me doy el lujo de recordar un serio incidente con un pasajero disruptivo, con el que compartí en el año 1987 un vuelo entre el Aeropuerto “Hellinikon” de Atenas, Grecia (ATH) y nada menos que el Aeropuerto “Ben Gurión” de Tel Aviv, Israel (TLV), una de las terminales aéreas mejor preparadas para atender cualquier amenaza a la seguridad del orbe. 

El pasajero involucrado comenzó a dar muestras de su mal comportamiento desde el momento en el que estábamos pasando por el proceso de documentación en Atenas. Alzaba la voz y ofendía al personal de tráfico de Olympic, la aerolínea griega en uno de cuyos Boeing 737-200´s me tocó volar a esa noche. Siguió llamando la atención de propios y extraños en la sala de abordaje, pero por lo visto, no lo suficiente como para que alguien, ya sea entre los miembros de la seguridad aeroportuaria o el personal de la aerolínea, tuviese la capacidad de comprender la amenaza que su comportamiento suponía a la seguridad del vuelo y de sus ocupantes y la importancia de actuar en consecuencia. Ya en vuelo, ni siquiera el nivel de ruido propio de la aeronave en operación lograba que sus vociferantes expresiones y quejas se hiciesen escuchar por todo lo cargo de su cabina de pasajeros. Yo lo tenía a unas cinco filas de distancia de mi asiento.

Seguramente llegó el momento en el cansó a alguien y éste le reclamó. El hecho es que, justo en el momento en el que el 737 aterrizaba en el “Ben Gurión”, estalló una pelea a golpes a bordo.

Nunca voy a olvidar como este señor golpeaba a puñetazos a su víctima. Sobra decir que el ambiente al interior del avión se complicó, y más cuando ya habiendo frenado la aeronave se apagaron las luces en su interior y comenzaron los gritos de alarma entre los ocupantes. Los sobrecargos intentaron intervenir, pero no fue hasta que el comandante de la aeronave salió de la cabina y con pistola en mano puso orden.

No tardaron en llegar los cuerpos de seguridad del aeropuerto que se llevaron a los involucrados; al resto de los pasajeros nos mantuvieron a bordo hasta que finalmente nos autorizaron a desembarcar en plena pista para ser llevados en autocar el edificio terminal donde fuimos sometidos a un breve interrogatorio complementando al proceso de internación normal a Israel.

Recordemos que en ese 1987 no habían muchos medios electrónicos que digamos entre los pasajeros para registrar y viralizar lo que sin duda fue una interesante y preocupante experiencia, que comprensiblemente fue del conocimiento de muy pocos.

Conforme el aerotransporte vaya recuperándose de la crisis de la pandemia, habrá que sumar el factor sanitario al estrés de los pasajeros, del personal de tierra y aire y de las diversas autoridades en aeronaves y aeropuertos. De esta forma, un otrora “inocuo” estornudo por parte de alguien, por ejemplo, puede ahora detonar los ánimos de los ocupantes y convertir a las aeronaves en verdaderos escenarios de caos.

Creo que la clave para minimizar el riesgo de peleas a bordo por miedo al covid-19,  tiene mucho que ver con acciones de prevención, es decir, reglas y protocolos de actuación científicamente sustentados que emanen de las autoridades nacionales y los organismos internacionales competentes, pero también lo suficientemente claros como para ser comprendidos por un ciudadano común, la capacitación que reciba el personal de tráfico y de vuelo que podría detectar amenazas y la buena comunicación en general de todo lo relacionado con dichas reglas y protocolos y con las realidades de la evolución de la pandemia.

Dicho de otra manera: el pasajero, de por sí siempre estresado, ahora con la amenaza de contagiarse dentro de una aeronave lo estará más, y por ende,  el riesgo de peleas y otros lamentables incidentes se ha incrementado significativamente.

¡Qué triste!

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