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23/04/2024

Tequesquitengo y la masificación de los deportes aéreos

Juan A. José / Lunes, 3 Abril 2017 - 12:42

Me llevé dos sorpresas al visitar recientemente el Lago de Tequesquitengo, Morelos: la primera consistió en encontrarme, no con uno, sino con dos pistas aéreas activas en ese hermoso destino turístico, relativamente cercano a la Ciudad de México, que debe ser considerado una opción interesante y no tan onerosa para pasar un fin de semana fuera de la contaminación, cuyo cielo, por lo menos los días sábados y domingos, como seguramente ocurre en los puentes y otros periodos vacacionales, se colma de una colorida combinación de actividades deportivas aeronáuticas locales que incluye salto en paracaídas, vuelos en parapente, en ultraligeros, en globo aerostático o en avioneta, desde los cuales se ofrecen espectaculares vistas del lago, combinándose con el paso de todo tipo de aeronaves que emplean el Radiofaro Omnidireccional (VOR) Tequesquitengo principalmente en sus aproximaciones y/o salidas al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, además de algunos tráficos de los aeropuertos de Cuernavaca y Toluca.

La segunda sorpresa, y por cierto la de mayor magnitud, resultó la demanda y organización en torno a la operación de esos Cessna Caravan en el aeródromo que se encuentra cerca de la Ex Hacienda de San José Vistahermosa, que repletos de entusiastas hombres y mujeres listos para saltar en paracaídas, se alzan al vuelo uno tras otro , sin perder en tiempo en tierra, en el marco de lo que me queda claro es toda una coreografía perfectamente armada que le permite a la empresa operadora atender, me da la impresión con profesionalismo, la que me pareció es una masiva demanda dispuesta a pagar hasta tres mil pesos por un salto.

De esta manera, los deportes aéreos en Tequesquitengo cobran una dimensión fuera de lo habitual, por lo menos en México, presentando por un lado una cara positiva y agradable que tiene que ver el acceso de los sectores que puedan pagar tales cantidades de dinero a este tipo de actividades y por el otro una preocupante, asociada a los riesgos inherentes a una actividad tan peligrosa como es el paracaidismo que como todo lo aeronáutico, que debe ser manejada con extremo cuidado, algo que es todo un reto, en particular en contextos con tantos volúmenes de usuarios, como el que tuve la oportunidad de presenciar.

¿Accidentes? Desgraciadamente los ha habido.

Soy de la idea que las prisas no se llevan muy bien que digamos con la seguridad operacional y menos con los deportes aéreos, que siguen siendo considerados por las compañías aseguradoras como actividades de alto riesgo. En ese afán de atender todas las reservaciones, sacar adelante las listas de espera y realizar todos los saltos, en una de esas se puede cruzar la tenue línea que divide lo seguro de lo peligroso. Y es que no es lo mismo practicar los deportes aéreos de manera personal, calmada y en las mejores condiciones en todos los sentidos, que atender a centenares de paracaidistas primerizos por día. No olvidemos que las aeronaves se pueden descomponer, las tripulaciones cansarse, los instructores distraerse o el clima deteriorarse.

¿Me animé a saltar? Sí, pero no pude hacerlo por falta de tiempo para hacer la fila en la numerosa lista de espera; entonces comencé mejor a observar lo que ocurre en esas pistas y a escribir esta nota.

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