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29/03/2024

Grande, ¡muy grande!, la hazaña del Solar Impulse 2

Juan A. José / Miércoles, 3 Agosto 2016 - 07:43

La aeronáutica mundial está de plácemes: El Solar Impulse 2, aterrizó en Abu Dhabi el pasado 26 de julio luego de un viaje alrededor del mundo, 505 días de duración en 17 etapas, recorriendo 35,000 kilómetros, mediando vuelos en solitario y sin escalas de hasta 117.9 horas de duración.

No recuerdo haber seguido tan de cerca la evolución de un vuelo como lo he hecho en estos meses con el Solar Impulse 2, al mando alternativamente de los suizos André Borschberg y Bertrand Piccard. Posiblemente también lo hice cuando Jeana Yeager y Dick Rutan invirtieron 9 días en diciembre de 1986 para volar alrededor del mundo sin escalas y sin reabastecerse de combustible en el Rutan 76 Voyager, sólo que en esa oportunidad, carente de las esas herramientas informáticas que hoy día me permitieron seguir en vivo la evolución del Solar Impulse 2, me limité leer las noticias publicadas en los medios impresos. Admiración y asombro es lo que siento al pensar en este avión, algo que no se percibe ya tan fácilmente en nuestros vertiginosos tiempos modernos.

Quizás la razón de mi interés en el proyecto helvético tiene mucho que ver con que de alguna manera en el veo un reflejo de Lindbergh y su Espíritu de San Luis volando a París en 1927. Si bien para quienes hemos estudiado el tema nos queda claro que el fenómeno de la popularidad del “Águila Solitaria” se relaciona mucho con los avances que se habían registrado en los sistemas de difusión electrónica de noticias en su tiempo, incluyendo un cable telegráfico tendido en el fondo del Atlántico del Norte, convirtiéndolo en el primer evento mediático masivo del Siglo XX, también nos queda claro que el dramatismo asociado a esa gesta, a escasos 23 años del primer vuelo de un avión (Hermanos Wright) era mucho mayor que el asociado a lo que han conseguido Borschberg y Piccard, monitoreados cercanamente en todas sus variables desde el Centro de Control de la misión en Mónaco. ¿Quién le podía tomar el pulso cardiaco a un Lindbergh, seguramente estresado? ¿Quién le podía actualizar sobre las condiciones del clima cuando ya estaba en vuelo o cuánto combustible realmente le quedaba en los tanques? Así, una de las grandes maravillas de la epopeya del Solar Impulse 2 está íntimamente relacionada con lo cerca que el público pudo estar con un ser humano atravesando en solitario todo un océano y lo cerca que irónicamente esa persona estaba de su equipo de apoyo en todo momento.

Salvo por el detalle de que Yeager y Rután no volaron en solitario, sino en pareja, las similitudes entre los raids del Espíritu de San Luis, el Voyager y el Solar Impulse 2, son importantes e incluyen entre otras: la visión de quienes los concibieron, la integración y organización de un gran equipo de trabajo, la participación de influyentes patrocinadores, el valor, madurez y resistencia de los pilotos en largas etapas de vuelo, el empleo de tecnología de punta, pero en especial con una concepción muy moderna para sus tiempos de la relación que debe tener un medio de transporte con la naturaleza. Y es que el éxito de los dos proyectos norteamericanos tuvo que ver con la administración de cada gota de combustible que se le metieron a las respectivas aeronaves, mientras que el de los europeos con la generación y administración de cada kilowatt que sus celdas solares le permiten obtener, logrando volar por primera vez alrededor del mundo sin combustible y sin emisiones contaminantes. De esta manera, los aviadores de estos proyectos resultan tan héroes en lo aeronáutico como en lo medioambiental. No en balde alguna vez Lindbergh afirmó: “Si me dieran a elegir, preferiría tener aves que aviones”.

La pregunta es obligada: ¿Dónde se conservará al Solar Impulse 2? ¿En el Museo del Aire y del Espacio de Washington, D.C. junto al Espíritu de San Luis y el Voyager, el Wright Flyer 1 y la cápsula del Apollo XI? ¿En Europa? No olvidemos que estamos hablando de una aeronave digna de ser exhibida en la mejor de las luces, tan brillantes como su desempeño.

Felicidades a la organización que hizo posible este proyecto y a la aeronáutica suiza por haber conseguido su objetivo. ¡Toda una hazaña sin duda!

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