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04/05/2024

Los asentamientos humanos en el espacio y la minería espacial

Fermín Romero / Viernes, 9 Febrero 2024 - 01:00

El establecimiento de una presencia humana permanente en la Luna y posteriormente en Marte, tiene múltiples aristas que una por una iremos analizando en esta columna en detalle. En esta entrega, revisaremos los asentamientos humanos en el espacio, la minería espacial y la utilización de recursos minerales in situ (ISRU) asuntos que han atraído -durante décadas- la atención de científicos, ingenieros y empresarios visionarios. 

En este caso en particular, aunque destaca su vertiente de explotación comercial y estratégica, la minería espacial representa un enorme potencial y oportunidades en la economía cislunar, en el contexto de la nueva carrera espacial (NCE), que impulsarán avances tecnológicos tendientes a asegurar la supervivencia de la humanidad en el largo plazo, pero también implica una serie de desafíos técnicos, económicos, legales y éticos que deben ser cuidadosamente considerados. 

Es importante aclarar que la minería espacial y la ISRU son dos conceptos estrechamente relacionados que se refieren a la extracción y procesamiento de recursos de cuerpos celestes como la Luna, Marte y asteroides. Estas actividades, ya lo hemos subrayado en colaboraciones anteriores, tienen el potencial de revolucionar la exploración espacial, permitiendo la construcción de bases espaciales permanentes, la producción de combustible espacial y la eventual colonización de otros planetas y cuerpos celestes en nuestro sistema solar. La minería espacial implica la extracción de recursos de planetas, lunas y asteroides, que incluyen el hierro, níquel, platino, oro, diamantes y otros metales preciosos; agua en forma de hielo, que puede ser utilizada para beber, producir oxígeno y cultivar alimentos y otros minerales tales como el regolito lunar, que pueden ser utilizados para la construcción de hábitats, componentes de naves espaciales, equipos de comunicaciones, paneles solares y otras infraestructuras de soporte (construcción y mantenimiento de infraestructuras espaciales, como estaciones de servicio, estaciones de reparación y puntos de reabastecimiento en órbita). Por su parte la ISRU se refiere al procesamiento de recursos locales ya que puede proporcionar una fuente sostenible de productos útiles en el espacio tales como combustible -al descomponer el agua en oxígeno e hidrógeno para propulsar naves espaciales, sin transportarlo desde la Tierra, reduciendo riesgos y costos-; materiales de construcción, utilizando el regolito lunar para crear ladrillos y otros materiales de construcción; inclusive hasta la producción de alimentos, al cultivar plantas en ambientes espaciales controlados utilizando agua y nutrientes locales. 

Los vastos beneficios de la minería espacial e ISRU están directamente vinculados con aspectos tales como la reducción significativa del costo de las misiones espaciales, al eliminar la necesidad de transportar estos minerales desde la Tierra, como le he mencionado en colaboraciones previas; la ISRU permitirá la creación de bases espaciales autosuficientes que no dependen de la Tierra para obtener recursos (sostenibilidad), así como la expansión espacial, mediante la exploración y colonización de otros planetas y cuerpos celestes. La minería espacial e ISRU son campos en desarrollo con un enorme potencial. Al superar los desafíos técnicos y legales, estas actividades -sin duda- tendrán un impacto transformador en la exploración espacial y el futuro de la humanidad.

Entre los aspectos relevantes a analizar se encuentran, en primer lugar, las motivaciones para la exploración espacial, entre las que destacan la búsqueda de conocimiento, expandir nuestra comprensión del universo, su origen y la posibilidad de existencia de “vida extraterrestre”, a un a nivel microbiano; los recursos espaciales, acceso a minerales y energéticos no disponibles en la Tierra (recursos para para abastecer futuras misiones espaciales, la construcción de bases lunares y/o estaciones espaciales); asegurar la supervivencia a largo plazo de la humanidad ante posibles catástrofes planetarias; la expansión de la raza humana, colonizar otros planetas y lunas, creando nuevas oportunidades para la civilización interestelar.

En un segundo plano se encuentran los desafíos técnicos, entre los que se encuentran la tecnología espacial, cuyos principales retos identificados son el desarrollo de sistemas de propulsión avanzados, hábitats espaciales autosuficientes, la protección contra la radiación espacial, construcción por impresión 3D, robots mineros; la logística, que involucra el suministro de alimentos, agua y otros recursos esenciales (sistemas de soporte vital regenerativo) para los asentamientos humanos en el espacio profundo, así como la salud y bienestar de los futuros colonizadores, lo que involucra el mantenimiento de la salud física y mental en condiciones de microgravedad y aislamiento.

En tercer lugar, la viabilidad económica, relacionada con los aún elevados costos de los viajes espaciales y la construcción de infraestructuras en el espacio; el desarrollo de un mercado espacial viable para los recursos espaciales extraídos; que no represente riesgos o alteraciones negativas para la economía global en la Tierra, además del financiamiento, que permita asegurar la inversión pública y privada para proyectos espaciales en el largo plazo.

En cuarto lugar se encuentran las implicaciones éticas, que están vinculadas con la propiedad de los recursos espaciales, es decir que -más allá del Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967 y los Acuerdos Artemis- se requiere establecer un marco legal multilateral aplicable a la propiedad y explotación de recursos espaciales, que además garantice la protección del medio ambiente espacial y que minimice el impacto ambiental de la actividad humana en el espacio, así como las leyes que regirán la vida de los futuros colonizadores espaciales en la Luna, primero, y después en Marte; que aseguren los derechos y el bienestar de las personas que vivirán en los asentamientos espaciales. 

Como puede observarse, en el contexto de la aventura que está por emprender el ser humano al establecer una presencia permanente en la Luna, Marte, y el espacio profundo, la minería espacial representa un enorme desafío y una oportunidad sin precedentes para la humanidad. A medida que superemos los múltiples desafíos técnicos, económicos y éticos aquí revisados (extracción de recursos, fabricación en el espacio, incluidas la Luna y Marte, suministro de combustible, infraestructura de soporte -como estaciones de servicio, reparación y puntos de reabastecimiento en órbita, que representan amplias oportunidades de negocios para empresas relacionadas con la minería espacial-,entre otros), tendremos acceso a un futuro lleno de nuevas posibilidades para la exploración espacial y la expansión humana como civilización interestelar. 

Es importante destacar que, más allá de las motivaciones geopolíticas y estratégicas (defensa y seguridad), la identificación y evaluación de sitios de minería potenciales -inicialmente en la Luna- son actividades críticas que pueden generar grandes oportunidades económicas para empresas especializadas en tecnologías de exploración y prospección de minería espacial e ISRU. Dada la naturaleza global de la exploración espacial, dividida entre EE.UU. (NASA Artemis Program y sus socios) y China con su Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS), prevista para entrar en operación en 2028, las diversas empresas de minería espacial pueden beneficiarse de colaboraciones internacionales con otras naciones, empresas y agencias espaciales para compartir recursos, investigaciones, conocimientos y tecnologías. La minería espacial en la NCE y el New Space tiene el potencial de impulsar una amplia gama de actividades comerciales en la economía cislunar, desde la extracción de recursos hasta la fabricación, el suministro de combustible y ofreciendo servicios relacionados tanto para empresas establecidas como para nuevas empresas en la industria espacial, en el espacio y en la Tierra.

En ese contexto, México ya mostró capacidad nacional en micro robótica espacial (Colmena LINX ICN UNAM y su secuela) en el marco de Artemis y, se espera que pronto otras universidades, empresas y organizaciones, incluida la FAU con Tampanamk FAU Mission One, prevista para 2030, emprendan misiones lunares y a Marte, además de que se impulsen otros rubros como las lanzaderas y los cohetes para posicionar adecuadamente a México en la NCE.

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